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San Felipe era originario de Betsaida de Galilea. San Juan habla de él varias veces en el Evangelio. Narra que el Señor Jesús llamó a Felipe al día siguiente de las vocaciones de San Pedro y San Andrés.
De los Evangelios se deduce que el Santo respondió al llamado del Señor. Escritores de la Iglesia primitiva y Eusebio, historiador de la Iglesia, afirman que San Felipe predicó el Evangelio en Frigia y murió en Hierápolis.
Papías, Obispo de este lugar, supo por las hijas del Apóstol, que a Felipe se le atribuía el milagro de la resurrección de un muerto.
A Santiago se le llama "el Menor", para diferenciarlo del otro Apóstol, Santiago, el Mayor, que fue martirizado poco después de la muerte de Cristo.
El Evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro Señor.
Es llamado "el hermano de Jesús", no porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no tuvo sino un sólo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se le llaman "hermanos" a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos.
Probablemente, Santiago era "primo" de Jesús, hijo de alguna hermana de la Santísima Virgen. En la Biblia se lee que Abraham llamaba "hermano" a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y se lee también, que Jacob llamaba "hermano" a Labán. Pero, Labán era tío de Jacob.
Así que el decir que alguno era "hermano" de Jesús, no significa que María tuvo más hijos, sino que estos llamados "hermanos", eran simplemente familiares, primos, etc.
San Pablo manifiesta, que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este Apóstol. Lo llamaban "el Obispo de Jerusalén".
San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a Jerusalén después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los otros Apóstoles, sino solamente a Santiago.
Cuando San Pedro fue liberado de la prisión por un Ángel, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos, y les dejó el encargo de "comunicar a Santiago y a los demás, que había sido liberado y se iba a otra ciudad" (véase Hechos de los Apóstoles 12,17).
El Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén, se dirigió antes que todo "a visitar a Santiago, y allí, en casa de él, se reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén" (véase Hechos de los Apóstoles 21,17).
San Pablo, en la Carta que escribió a los Gálatas, afirma: "Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia" (véase Carta a los Gálatas 2,9). Por todo esto, se deduce que era muy venerado entre los cristianos.
Cuando los Apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio, o reunión de todos los jefes de la Iglesia, fue este Apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a todo el cristianismo.
Hegesipo, historiador del siglo II, dice: "Santiago era llamado El Santo. La gente estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores".
"Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: El que intercede por el pueblo ".
Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por eso, el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia, le dijeron: "Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor".
Santiago se presentó ante el gentío y les dijo: "Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios".
Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: "Si este hombre sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de Jesús".
Entonces, lo llevaron a la parte más alta del templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe, sino que rezaba de rodillas, implorando: "Padre Dios, te ruego que los perdones, porque no saben lo que hacen".
El historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes castigos de Dios por haber asesinado a Santiago, que era considerado el hombre más santo de su tiempo.
Este Apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la Santa Biblia: la que se llama, "Carta de Santiago". Es un mensaje hermoso y sumamente práctico.
Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice frases tan importantes como éstas: "Si alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca, y su religión es vana".
"¡Oh! Ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes castigos del cielo".
"Si alguno está triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo. Esa oración le aprovechará mucho al enfermo".
De aquí sacó la Iglesia la costumbre de hacer la unción de los enfermos.
La frase más famosa de la Carta de Santiago es ésta: "La fe sin obras, está muerta".
Barranquilla, Colombia - Para tu cumpleaños, siente muchas bendiciones del buen Dios y la compañía de todas las personas que estan a tu alrededor y te queremos.
Medellín, Colombia (1981) - Les pido oración por mi vida, soy madre de tres niños con dificultades de salud, recuerdenme en su intimidad con el amado Jesús.
En aquellos días, zarpamos de Troas rumbo a Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: "Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa." Y nos obligó a aceptar.
El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo (Hechos 16,11-15)
Salmo
Cantad al Señor un cántico nuevo, / resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; / que se alegre Israel por su Creador, / los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas, / cantadle con tambores y cítaras; / porque el Señor ama a su pueblo / y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria / y canten jubilosos en filas, / con vítores a Dios en la boca; / es un honor para todos sus fieles. R.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho."
El Espíritu Santo nos envía hacia Jesucristo, dándonos fuerza para perseverar en medio de las dificultades, amándolo con la mas profundo y tierno de nuestra devoción 16 min. 53 seg.
El plan de los Hechos de los Apóstoles está en las palabras de Cristo: "Seréis mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaría, y hasta los confines del orbe." Pero el libro queda incompleto porque lo tienen que completar nuestros hechos de Evangelio y de evangelización. 4 min. 28 seg.
Sucede la evangelización cuando hay sintonía entre la predicación exterior (del apóstol) y la predicación interior (del Espíritu Santo). 4 min. 41 seg.
El Espíritu Santo busca llegar a lo profundo de nuestros corazones, iluminar nuestra inteligencia y mover nuestra voluntad de forma amorosa y potente hacia Cristo. 4 min. 20 seg.
Cristo anuncia los extremos a que llegará la maldad contra sus discípulos y así los dispone a reconocer que Dios sigue siendo Dios también en los tiempos duros. 3 min. 30 seg.
El testimonio del Espíritu Santo nos confirma en la verdad, sucede solemnemente en cada corazón, públicamente para toda la Iglesia e irreversiblemente para todos los siglos. 5 min. 9 seg.
A pesar de que sea imprudente y pueda perderlo todo debo pronunciarme a favor de Cristo, pero no son mis fuerzas, es la gracia del Espíritu Santo quien da testimonio de Jesús a través mío. 6 min. 56 seg.
El Espíritu de la verdad destruye mentiras, nos permite ver nuestra propia realidad y descubrir lo que no queríamos saber de nosotros mismos. 6 min. 14 seg.
Necesitamos el testimonio, la presencia, la acción y la gracia del Espíritu Santo en nosotros para llevarnos a la conversión y para reflejarlo exteriormente afianzándonos y sosteniéndonos para no agrietarnos. 5 min. 0 seg.
Hay ocasiones en que por cobardía o por confusión nuestro testimonio se vuelve débil e inconstante por lo que necesitamos recibir el testimonio del Espíritu Santo. Pidámosle a Él también que nos revele la verdad sobre Jesucristo. 5 min. 32 seg.
Ser cristiano significa recibir el torrente de verdad y de amor del Espíritu Santo para conocer a Jesús y su Evangelio y al tener esta experiencia del Señor poder darlo a conocer a nuestros hermanos. 5 min. 25 seg.
Pidamos el testimonio interior del Santo Espíritu, Él es el único que nos puede hacer crecer genuinamente en la fe, en la esperanza y en el amor. 6 min. 44 seg.
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1. La mujer que abrió la puerta de la fe para Europa
1.1 Ha avanzado un buen trecho del tiempo pascual y es sano recordar que el primer día de la primera pascua del Nuevo Testamento fueron las mujeres las primeras en recibir la Buena Nueva, y las primeras también en transmitir su gozo y su testimonio a los Apóstoles.
1.2 Bueno recordarlo, porque el texto de la primera lectura de hoy nos presenta la figura discreta pero vigorosa de aquella mujer, Lidia, que abrió la puerta de la fe para Filipos, ya en Europa. Fue ella quien recibió en su casa a los predicadores del Evangelio, quien los hospedó con alegría, quien de alguna manera hizo posible el nacimiento de esa comunidad cristiana que le trajo tanto consuelo y soporte a Pablo: los filipenses.
1.3 Dios: concédenos aprender de esta mujer sencilla, abierta, humilde, franca y audaz; que nosotros, a ejemplo de ella, sepamos abrir nuestros hogares a la predicación, nuestros corazones al Evangelio, y nuestra voz a la proclamación de la fe que salva. Amén.
2. A la espera del Espíritu
2.1 A partir de esta sexta semana de Pascua la Iglesia quiere que nuestra atención se concentre cada vez más en la llegada de la Promesa, es decir, el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo.
2.2 No hay mejor camino para enamorarnos del Espíritu Divino que escuchar a Jesús cómo predica de su presencia, su eficacia y sus dones, y ello es lo que nos ofrecen los textos del evangelio de hoy y de los días siguientes.
2.3 Al Espíritu, en efecto, se le conoce fundamentalmente por su obra, y sólo después por su presencia. No está ante nosotros como Cristo, sino que percibimos su efecto en el modo como nos transforma consolándonos, educándonos, cambiando nuestra voluntad hacia el Bien y el Amor, es decir, para expresarlo de un modo corto: divinizándonos.
2.4 Hoy Jesús nos enseña que el Espíritu da testimonio de él. El Espíritu es el Gran Testigo cuyo testimonio se apodera de nuestro entendimiento induciéndolo de modo suavísimo y firmísimo a la vez al perfecto asentimiento a la palabra predicada. Guiados por el susurro de este testimonio interior que nos convence y fortalece, llegamos a proclamar la fe, con lo cual este Testigo nos hace testigos. ¡Ven, ven Espíritu de Dios, ven Espíritu Santo!
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.
El Señor se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles (1 Corintios 15,1-8)
Salmo
El cielo proclama la gloria de Dios, / el firmamento pregona la obra de sus manos: / el día al día le pasa el mensaje, / la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la tierra alcanza su pregón, / y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré."
Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me conoces? (Juan 14,6-14)
Santiago "el Menor," autor de la carta de Santiago en el Nuevo Testamento, fue cabeza de la comunidad cristiana en Jerusalén, en días de dura persecución. Felipe fue quien pidió a Jesús: "Muéstranos al Padre." 4 min. 40 seg.
Santiago "el Menor" es autor de la Carta que lleva su nombre en la Biblia, la cual destaca los aspectos visibles y prácticos de la fe en el creyente y la comunidad. 3 min. 49 seg.
Los nombres mismos de los apóstoles, como sucede hoy con Felipe y Santiago (Jacobo, Jacob), indican una pluralidad querida por el mismo Cristo, como camino hacia la unidad. 8 min. 36 seg.
FIESTA DE LOS APÓSTOLES FELIPE Y SANTIAGO
El apóstol Santiago con su radicalidad llena de amor y su claridad llena de sabiduría nos invita a que no disimulemos nuestra fe siendo fieles servidores de la sociedad. 6 min. 16 seg.
Encontramos vivo y presente a Cristo en las Escrituras, en la comunidad cristiana, en la Eucaristía, en los necesitados, a través de la oración; viendo a Cristo encontramos a Dios Padre. 4 min. 55 seg.
La Iglesia es apostólica por 3 razones: (1) se fundamenta en el testimonio y la vida de los apóstoles; (2) ha sido enviada para llevar el Evangelio a todas las naciones; (3)tiene multitud de obras también llamados apostolados. 23 min. 23 seg.
La elección de los apóstoles nos habla de la universalidad a la que está llamada la Iglesia, cómo ha de abrirse desde la unidad en Cristo a todos los pueblos. 6 min. 5 seg.
Felipe y Santiago se complementan ya que uno con su petición de ver al Padre nos recuerda el anhelo de trascendencia que nos impulsa hacia el más allá y el otro que con un sentido práctico nos dice que se nos note la fe en el más acá. 5 min. 22 seg.
Felipe es embajador de todos porque gracias a su súplica somos invitados a contemplar la vida de Nuestro Señor y Santiago nos habla de la fe y las obras, de la coherencia, de las preferencias sociales que a veces tenemos en la Iglesia. 5 min. 19 seg.
1.1 El nombre español "Santiago" viene de un modo antiguo de pronunciar Saint-Yago o Saint-Jacob. Es decir: Santiago es San Jacobo, o San Jacob. Lo cual quiere decir que el nombre de estos dos apóstoles era Jacob (o Jacobo), igual al del patriarca a quien el Génesis presenta como hijo de Isaac y nieto de Abraham. Él es el padre de las Doce Tribus de Israel. Algunas Biblias protestantes no lo nombran como Santiago sino con su nombre original: Jacobo. En latín se le llama Iacobus; en inglés es James, y en francés, Jacques.
1.2 Hubo dos Santiagos en el grupo de los Doce Apóstoles. Tradicionalmente se les llama el Mayor y el Menor. Santiago "el Mayor" tiene su propia fiesta litúrgica, que es el 25 de Julio. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, este Santiago, patrono de España, hermano de Juan e hijo de Zebedeo, murió mártir de primero entre los Apóstoles, por mano de Herodes (Hch 12,1-2).
1.3 Así pues, el Santiago que recordamos hoy es "el Menor," hijo de Alfeo, y que fue hombre muy venerado y acatado entre los cristianos de Jerusalén, en el siglo I. Su fama de santidad se extendió incluso entre los que no eran cristianos, de modo que un antiguo escrito dice que las autoridades judías le pidieron que negara en público a Jesús, seguros de que ese testimonio sería un golpe mortal contra el cristianismo naciente. Pero Santiago no negó a Cristo y entonces fue arrojado desde lo alto del templo y poco después murió, no sin antes interceder por sus verdugos. Es doctrina común que de este apóstol se conserva un escrito que es enérgico y saludable, de tono práctico y directo: la Carta de Santiago.
2. Un hombre de nombre griego
2.1 El otro santo apóstol de hoy es Felipe, era natural de Betsaida y fue llamado por Cristo al grupo de los Doce desde muy temprano en el ministerio público de Nuestro Señor. Su nombre griego, Filipos, indica bien la influencia de la cultura helenística en la parte Norte de la Palestina del siglo I, aunque no es el único caso entre los Doce: Andrés es también un nombre griego. La verdad es que muchos judíos vivían en la Diáspora, o sea, dispersos por todo el mundo civilizado de la época, de modo que los vínculos entre judaísmo y cultura griega eran bastante fuertes en ese tiempo. De hecho, la traducción del Antiguo Testamento más usada en el tiempo era la versión griega llamada "de los Setenta."
2.2 El cuarto evangelio menciona algunas intervenciones o diálogos que tienen que ver con este apóstol. A la luz de lo ya dicho, es entendible, por ejemplo, que algunos judíos de lengua griega se hayan acercado a Felipe para pedirle lo que también nosotros hemos pedido muchas veces: "Queremos ver a Jesús" (Juan 12,20-22). Es Felipe también quien luego dice al Señor, durante la Última Cena, "¡Muéstranos al Padre, y eso nos basta!" (Juan 14,8-9).
2.3 Según una antigua tradición, el apóstol Felipe murió crucificado durante alguna de las primeras persecuciones contra los cristianos.