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Sacerdote salesiano
Augusto Czartoryski nació en París el 2 de agosto de 1858, en el exilio. Desde hacía unos treinta años, su noble estirpe, ligada a la historia y los intereses dinásticos de Polonia, había emigrado a Francia.
Desde el Palacio Lambert, en la rivera del Sena, dirigía una vasta acción entre los connacionales y ante las Cancillerías europeas, con el fin de restaurar la unidad de la patria, desmembrada y repartida desde 1795 entre las grandes potencias.
El príncipe Adán Czartoryski, guerrero y hombre político, había cedido las riendas de la estirpe, así como de la actividad patriótica, al príncipe Ladislao, unido en matrimonio con la princesa María Amparo, hija de la reina de España, María Cristina, y del duque Rianzárez.
Son éstos los padres de nuestro Augusto. Él, primogénito de la familia, fue visto como el punto de referencia de todos los que después del tercer desmembramiento de Polonia, soñaban con su renacimiento.
Pero, los designios de Dios eran otros. Cuando él tiene seis años, muere su mamá, enferma de tuberculosis: una herencia que transmitirá al hijo.
Cuando el mal manifestó en él sus primeros síntomas, comenzó para Augusto una larga y forzosa peregrinación en busca de la salud, que nunca recuperará.
Italia, Suiza, Egipto, España, fueron las principales estaciones de su vagar. Pero, no era la salud el principal objetivo de su búsqueda. Coexistía en su ánimo juvenil otra búsqueda mucho más preciosa, la de su vocación.
Él no había tardado mucho en darse cuenta de que no estaba hecho para la vida de la corte. A los veinte años, escribiendo a su padre, le decía entre otras cosas aludiendo a las fiestas mundanas a las que se veía obligado a tomar parte:
Le confieso que estoy cansado de todo esto. Son diversiones inútiles que me angustian. Me molesta estar obligado a hacer conocimientos en tantos banquetes.
Mucho influyó sobre el joven príncipe su preceptor José Kalinowski. Éste, canonizado por Juan Pablo II en 1991 , había sufrido diez años de trabajos forzados en Siberia, haciéndose después carmelita.
Preceptor de Czartoryski sólo por tres años, desde 1874 hasta 1877, dejó en él su huella. Y nos hace saber que quienes orientaron al príncipe en su búsqueda vocacional, fueron sobre todo las figuras de san Luis Gonzaga y de su compatriota San Stanislao Kostka.
Estaba entusiasmado del lema de este último: Ad maiora natus sum. La vida de San Luis, del Padre Cepari, que me mandaron de Italia", escribe después Kalinowski , " tuvo eficacia resolutiva en el progreso espiritual de Augusto y le abrió el camino a una más fácil unión con Dios.
Cuando Kalinowski entró entre los Carmelitas, el padre de Augusto, aceptando su propuesta, puso al lado de su hijo como nuevo preceptor a un sacerdote, don Stanislao Kubowicz. Esto fue para el joven un posterior auxilio espiritual.
Sin embargo, el acontecimiento decisivo resultó ser el encuentro con don Bosco. Augusto tenía 25 años cuando lo conoció. Esto sucedió en París, precisamente en el palacio Lambert, donde el Fundador de los Salesianos celebró la Misa en el Oratorio de la familia.
Ayudaban en el altar el príncipe Ladislao y Augusto. ¡Desde hace mucho tiempo deseaba conocerlo!, le dijo don Bosco a Augusto. Desde aquel día, Augusto vio en el santo educador al padre de su alma y al árbitro de su porvenir.
En el joven, la vocación a la vida religiosa se había ido aclarando cada vez más. Que él no mostrase inclinación a formar una familia a pesar de su calidad de primer heredero, aparecía siempre más explícitamente.
Ante precisas propuestas de matrimonio, Augusto, si por una parte por respeto a su padre y según la etiqueta de la nobleza no había opuesto un neto rechazo, por otra parte, no obstante, jamás había mostrado interés por las personas indicadas.
Ahora, después del encuentro con don Bosco, Augusto no sólo sintió que se reforzaba su vocación al estado religioso, sino que tuvo la clara convicción de ser llamado a ser salesiano.
Y en efecto, de ahora en adelante, en cuanto su padre se lo permitía", escribe don Ceria , "Augusto iba a Turín para encontrarse con don Bosco y recibir sus consejos".
"Hizo también varios cursos de Ejercicios Espirituales bajo la dirección del Santo, tomando habitación en el Oratorio, con gran molestia para él por la falta de comodidad.
Don Bosco había llegado a ser, pues, el punto de referencia para el discernimiento vocacional del joven. El Santo, sin embargo, tuvo siempre una actitud de gran cautela sobre la aceptación del príncipe en la Congregación.
Será, en cambio, el Papa León XIII en persona, quien resolverá toda duda. Reconociendo la voluntad de Augusto, el Papa concluyó: Decid a don Bosco que es voluntad del Papa que os reciba entre los Salesianos.
Muy bien, mi amigo, respondió inmediatamente don Bosco, yo lo acepto. Desde este instante, usted forma parte de nuestra Sociedad y deseo que pertenezca a ella hasta la muerte.
A finales de junio de 1887, después de haber renunciado a todos sus derechos en favor de los hermanos, el joven fue mandado a San Benigno Canavese para un breve aspirantado antes del noviciado, que comenzó en ese mismo año bajo la guía del Maestro don Giulio Barberis.
Augusto debe cambiar muchas costumbres: el horario, la comida, la vida común. Debe también luchar contra los tentativos de la familia, que no se resigna a esta elección.
Su padre va a visitarlo y trata de disuadirlo. Pero, Augusto no se deja vencer. El 24 de noviembre de 1887 hace la vestición en la Basílica de María Auxiliadora por manos de don Bosco.
Ánimo, mi príncipe", - le susurra el Santo al oído -, "hoy hemos alcanzado una magnífica victoria. Pero, puedo también decirle con gran alegría, que vendrá un día en el que usted será sacerdote y por voluntad de Dios, hará mucho bien a su patria.
Don Bosco muere después de dos meses, y sobre su tumba en Valsálice, el príncipe Czartoryski llega a ser salesiano, emitiendo los votos religiosos.
La enfermedad hace que él sea enviado a la costa Lígure, y aquí se enfrenta a los estudios de teología. El decurso de su enfermedad hace que la familia emprenda con mayor insistencia los tentativos de alejarlo de la vocación, acudiendo aún a la obra persuasiva de los médicos.
Al Cardenal Parocchi, a quien le ruegan que use su influencia para arrancarlo de la vida salesiana, él le escribe: En plena libertad he querido emitir los votos, y lo hice con grande alegría de mi corazón".
"Desde aquel día gozo, viviendo en la Congregación una grande paz de espíritu, y doy gracias al Señor que me ha hecho conocer la Sociedad Salesiana y me ha llamado a vivir en ella.
Preparado por el sufrimiento, el 2 de abril de 1892 es ordenado sacerdote en San Remo por Monseñor Tommaso Reggio, Obispo de Ventimiglia. El príncipe Ladislao y la tía Isa no participaron en la Ordenación.
Toda la familia se reunió después en Mentone, el 3 de mayo. Fue una tácita reconciliación, que le imponía al príncipe Ladislao la renuncia definitiva a sueños obstinadamente acariciados.
La vida sacerdotal del Padre Augusto duró apenas un año, que él pasó en Alassio, en una habitación que daba al patio de los muchachos.
El Cardenal Cagliero resume así este último período de su vida: ¡Él ya no era de este mundo! Su unión con Dios, la conformidad perfecta con el divino querer en la agravada enfermedad, el deseo de conformarse a Jesucristo en los sufrimientos y en las aflicciones, lo hacían heroico en la paciencia, calmo en el espíritu, e invencible, más que en el dolor, en el amor de Dios.
Se apagó en Alassio la tarde del sábado 8 de abril de 1893, en la Octava de Pascua, sentado en el sillón que había usado don Bosco.
¡Qué hermosa Pascua!, había dicho el lunes al hermano que lo asistía, sin imaginar que el último día de la Octava lo habría celebrado en el Paraíso. Tenía treinta y cinco años de edad y cinco de vida salesiana.
En su estampita de Primera Misa había escrito: Para mí un día en tus atrios vale más que mil fuera. Bienaventurado quien vive en tu casa: siempre canta tus alabanzas (Salmo 83).
Sus restos fueron transportados a Polonia y sepultados en la Cripta parroquial de Sieniawa, junto a las tumbas de familia, donde un día Augusto había hecho su primera comunión.
Sucesivamente, sus despojos los trasladaron a la iglesia salesiana de Przemysl, donde se encuentran aún hoy.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.
Sevilla, España (2000) - Señor, que este hijo pródigo vuelva a casa, que tu hijo Jesús vaya por su oveja perdida y la lleve al encuentro de la Luz del rostro de su Pastor, y si es tu voluntad y delante de nuestro testigo principal, nos vuelvas a bendecir en santo matrimonio
Bogotá, colombia (1991)- Padre celestial, como tú tienes allí a quien nos diste por padre terrenal, queremos agradecerte a tí y a él por darnos la vida y por favor que reciba hoy una oración de saludo y recuerdo especial, de quienes desde aqui en la tierra aún, le extrañamos; con la esperanza de encontrarnos nuevamente todos en el cielo, un beso y un abrazo: todos tús hijos, tús nietos y también tú esposa, nuestra madre terrenal.
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados."
Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: / eterna es su misericordia. R.
La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es excelsa. / No he de morir, viviré / para contar las hazañas del Señor. R.
La piedra que desecharon los arquitectos / es ahora la piedra angular. / Es el Señor quien lo ha hecho, / ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. (Salmo 117)
2a.
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en la gloria.
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Él había de resucitar de entre los muertos. (Juan 20,1-9)
Cristo es nuestro "sábado": en él se encuentra nuestro descanso y él es lugar en que damos gloria al Padre del Cielo. Cada domingo sencillamente nos trae un eco de este gran domingo, el día que hizo el Señor. 4 min. 22 seg.
Juan, que presenció la sepultura, reconoce que todo está en orden en el sepulcro: todo, menos Cristo. Nadie roba un cadáver desnudo dejando todo como estaba. Este es el discípulo vio y creyó. 8 min. 9 seg.
¡Hemos sido amados hasta el extremo! El hecho de que el Crucificado haya resucitado es el cimiento firme de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro amor. 5 min. 52 seg.
Hoy en el día de la Resurrección del Señor la Iglesia con ternura y misericordia ofrece la Buena Noticia a todas las naciones con la caridad del que quiere servir. 4 min. 26 seg.
Fruto precisísimo de la Pascua es la existencia de la comunidad cristiana, que en su amor acoge, forma, corrige y sostiene a los redimidos por la Sangre del Cordero. 11 min. 48 seg.
Con la Pascua empieza una realidad nueva, única, la verdadera victoria de Cristo que es arrancar la raíz del pecado y derrotar al príncipe de las tinieblas. ¡Feliz Pascua para todos! 5 min. 16 seg.
El verbo griego "dei," que denota lo que "tenía" que suceder nos invita a reflexionar sobre el por qué de la pasión y el por qué de la gloriosa resurrección de Cristo. 19 min. 58 seg.
SOLEMNIDAD DE LA PASCUA - La Resurrección de Cristo nos obliga a mirar hacia adelante, hacia arriba para encontrar a Aquel que está por encima de todos y a mirar hacia dentro de nuestros corazones. 5 min. 36 seg.
SOLEMNIDAD DE LA PASCUA - La Pascua trae alegría porque el pecado no tiene la última palabra, porque el señorío de Cristo está más allá de lo que alcanzan los poderes de este mundo y porque todo lo que anhelas es posible. 6 min. 11 seg.
Lo primero que enseña la Iglesia al abrir el tiempo pascual es que la resurrección del Señor, centro mismo de todas nuestra fe, no es simplemente una historia bonita, sino que es tan real como toda su vida. 12 min. 42 seg.
Nuestra fe no es fantasía e ilusión, está a la vista, pero también es ver más allá, es creer. ¿Recibimos y entendemos los signos de Dios en nuestra vida? ¿Llegamos a lo que Él nos quiere mostrar? 5 min. 21 seg.
Cuando uno quiere simplemente una vida tranquila, segura, próspera y feliz, difícilmente le ve sentido a tanto sufrimiento de Cristo ni puede ver cómo su resurrección es victoria en favor nuestro. Pero al ver qué sucede en un mundo marcado por el egoísmo, y cuánta bondad y coherencia hay en Cristo, y cuánta luz y fuerza trae su Resurrección, la vida cambia para siempre. 36 min. 28 seg.
Así como Dios resucitó a Jesús de entre los muertos, Él también ha hecho una obra maravillosa en ti y poco a poco a través de nosotros Él hará su obra en el mundo, porque el mundo no ha cambiado. 5 min. 23 seg.
Hoy festejamos la victoria de Jesucristo sobre la muerte, el demonio y el pecado; porque las tinieblas se han retirado ante el esplendor maravilloso de la luz del Resucitado. 4 min. 50 seg.
La ley de la Pascua es la ley del cristiano: el mundo considerará "ridículo" buscar la santidad y seguir las huellas del Crucificado y Resucitado. Pero en Él está nuestra victoria. 14 min. 11 seg.
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1.1 La primera lectura de este Día solemne y bello nos sorprende con su intenso realismo. Dice Pedro: "comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos". La primera y fundamental afirmación de este Día grande es que el Cuerpo del Resucitado es real. Su Cuerpo es real, realísimo, y POR ESO sabemos que su Resurrección es real, realísima.
1.2 Estas afirmaciones resultan conocidas y obvias para la mayor parte del pueblo cristiano, pero lamentablemente no son todavía la fe común. Hay teólogos que con razones especiosas creen poder afirmar que la Resurrección del Señor fue ante todo un hecho "espiritual", entendiendo espiritual como "independiente de los datos de los sentidos". Según ellos, como se han atrevido a decir, si se encontrara el cadáver de Cristo lo esencial de nuestra fe estaría a salvo, porque lo que creemos se sintetiza en el amor y el servicio a los hermanos, como lo practicó Jesús. Es lo que también predican los Testigos de Jehová.
1.3 Frente a este modo de reducir a Cristo a un buen predicador del amor mutuo está el realismo casi crudo de Pedro en la primera lectura de hoy: "comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos". Quien así habla, ¿sabía que existía un cadáver de Jesús Crucificado pudriéndose en algún rincón de Palestina? ¿Lo sabía y lo ocultaba, o lo ignoraba y decía sus deseos hablando en voz alta? ¿Eso de "comimos y bebimos" era una alucinación, un engaño que otros le habían causado... o quizá algo que él había buscado supuestamente para no regresar a la vida dura de pescador en Galilea, según enseñaron algunos protestantes liberales? ¿Prefirió entonces Pedro ser perseguido, calumniado, torturado y finalmente muerto con tal de sostener algo que él supuestamente sabía que era mentira? ¡Hasta dónde puede llegar el absurdo de la mente humana cuando quiere mediar a Dios y a su poder con sus solos recursos y teorías!
2. ¿Por qué tenía que resucitar?
2.1 Pedro asegura la verdad del Cuerpo del Resucitado. ¿Por qué es tan importante? ¿No basta acaso, como quieren aquellos teólogos liberales, con afirmar que Cristo fue sincero, bueno, coherente y que nos ha mostrado un camino de solidaridad y servicio hasta el extremo? ¿Qué le agrega la resurrección corporal de Cristo a todo su mensaje, que de por sí es fuerte, bello y capaz de reconstruir a los seres humanos y a la sociedad?
2.2 Nadie discute que predicar de un modo consecuente la bondad entre los seres humanos es una cosa buena. Es algo que de hecho ha practicado mucha gente de muy diversos tiempos, culturas y... religiones. Tampoco hay que discutir si Cristo hizo eso. El punto es si la misión de Cristo se reduce a eso y si eso sólo explica el modo de su muerte. No olvidemos que el Señor tuvo muchas oportunidades de escabullirse de la espantosa muerte que veía venir.
2.3 Si la vida humana la consideramos únicamente en términos de la realidad que alcanzan a ver nuestros ojos, es decir, en términos de lo "intramundano", nada necesitamos más allá de una buena y sensata predicación que nos ayude a no ser perversos y a tratar de ser solidarios. Para eso no se necesitaba un nacimiento virginal, ni milagros, ni exorcismos, ni mucho menos los padecimientos atroces de la Cruz. Confucio, Buda o Mahoma hablaron con elocuencia sobre aprender a ser buenos, pacientes, mansos, puros... y hay incluso ateos que nos han dado discursos bien hilados sobre estas materias. Sartre decía que el existencialismo (ateo) era un modo supremo de humanismo.
2.4 Las cosas cambian cuando descubrimos que la vida sobre esta tierra no es todo; cuando entendemos que la maldad no es un problema solamente de disfuncionalidad social que puede repararse agrupando buenas intenciones. La maldad ejerce poder y tiene encanto, y para muchas personas, incluidos nosotros, en muchas situaciones ha resultado que ser malo es deseable, provechoso e incluso deleitable. Todo el Antiguo Testamento es la historia de cómo el bien sensato, condensado en los Diez Mandamientos, finalmente no logra abrirse paso porque el corazón humano es incomprensible en sus arranques de codicia, envidia, soberbia, estupidez o capacidad de crueldad. El misterio de ese mal que es absurdo y sin embargo poderoso, que nos hace daño y sin embargo nos reporta beneficios, nos obliga a bucear en nuestras almas y no contentarnos con una nación ingenua del mal, como si hacer el mal fuera siempre un asunto de ignorancia del bien.
2.5 Es sobre todo la abundancia y persistencia del mal la que nos conduce a la pregunta ineludible para toda razón depsierta: "¿cuál es el sentido de mi vida?". En efecto, si nuestras tareas y esfuerzos no parecen cambiar sustancialmente las cosas, pues a un gobierno le sigue otro y a una moda otra y a un amante otro, ¿para qué es la vida? ¿Tengo que soportar sin más la bofetada de la muerte y rendirme a su imperio? ¿Soy una sombra que persigue fantasías, soy una "pasión inútil"? ¿Para qué sirve pensar: únicamente para descubrir que puedo ver lo que podría ser y no será, y puedo entender lo que podría tener y jamás poseeré? ¿Hay tortura más amarga, hay suplicio más absurdo?
3. Pascua y Cruz
3.1 Como se ve el problema del mal nos conduce al problema de la muerte, que con otras palabras es el problema del sentido de la vida. Y si Cristo fue sólo un predicador más de las bondades de que vivamos en paz, comprensión y solidaridad, ¡qué muerte tan tonta la suya! ¡Qué insensatez dejarse escupir, azotar y crucificar! Para decirnos que era bueno ser buenos, cosa que cualquiera admite con su mente, Cristo hubiera podido dedicarse a coleccionar pensamientos bellos y bien redactados como Confucio, y no era preciso que llegara a la Cruz.
3.2 La Cruz de Cristo agudiza hasta el paroxismo el tema del sentido de la vida. He aquí un hombre bueno, sincero, puro, generoso, sabio... retorciéndose de dolor y asfixia en un madero frente a la mirada impasible, burlona y desalmada de sus peores enemigos. ¿No es eso el resumen de nuestra angustia? ¿No es Cristo en la Cruz el grito agónico que nos nace del alma cuando queremos ser bondadosos y coherentes, y a la vez nos preguntamos si ello podría valer la pena?
3.3 El destino del Crucificado nos interesa sobremanera porque nos interesa qué le pasa al que quiere ser consecuentemente bueno. Si toda bondad acaba en el polvo, si de los bienes sólo quedan recuerdos que harán que otros intenten ser buenos para también disolverse en el polvo, ¿qué clase de "buena nueva" es esa? ¿Qué estamos predicando? ¿Anunciamos un bien impotente cuyo único triunfo es que otros intenten esa misma impotencia? ¡Vana sería nuestra fe! , grita san Pablo (1 Cor 15,14).
3.4 Vemos, en efecto, que los esfuerzos y las buenas intenciones no terminan de sanear este mundo y nos ponemos a predicar que hay que seguirlo intentando, aunque no haya resultados y aunque nuestra herencia sea el silencio polvoriento del sepulcro. ¡Triste y engañosa, inhumana y falsa sería una religión que tal pretendiera! Si el Crucificado se ha quedado en la tumba, allá deben quedar nuestros mejores sueños y nuestras fatuas esperanzas, porque si él no ha cambiado nada en el destino final de los hombres, nada queda tampoco sino "comamos y bebamos que mañana moriremos". Sobre el cadáver de Cristo, si tal fuera el caso, nada hay para celebrar sino la carcajada descompuesta de la muerte.
3.5 Mas así como la Cruz nos obliga a apurar el sentido de la Pascua, la Pascua colma de su claridad a la Cruz.
4. La verdad del Cuerpo de Cristo
4.1 El Cuerpo verdadero del Resucitado enseña con su esplendor que la muerte no es la palabra definitiva y que todos los que pretenden dominarnos produciendo tortura, exclusión, terror o muerte no serán para siempre los señores de la tierra.
4.2 Una vez que entendemos que ningún daño definitivo se puede causar a los que apuestan radicalmente por el bien, incluso más allá de su propia vida, entendemos también la enseñanza del Apóstol, en la segunda lectura de hoy: hemos resucitado con Cristo, tenemos ya una razón profunda y una fuerza invencible que nos permiten "buscar los bienes de allá arriba". Si la vida sin esperanza es un largo prefacio de infierno, la vida con la esperanza puesta en el Resucitado es una degustación de cielo .
4.3 Como el discípulo amado hoy somos invitados todos a ver y creer. Palpemos a través de los testigos inmediatos, gocemos a través de sus ojos asombrados, cantemos a través de su voz jubilosa: Es verdad; ha resucitado; aleluya, ¡aleluya!