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Ángela de Foligno es una de las místicas más famosas de la Iglesia en la Edad Media, junto a Santa Catalina de Siena y Santa Catalina de Génova.
Vivió su infancia y juventud como una mujer orgullosa, vanidosa, poco piadosa, dedicada a la vida mundana. Se casó muy joven y tuvo varios hijos. Poseía riquezas, castillos, lujos, joyas, fincas, pero nada de esto la hacía feliz.
A la edad de 35 años murieron sucesivamente su madre, esposo e hijos. En medio de esta inmensa pena, Ángela recurrió a Dios. Fue a la iglesia y escuchó la prédica de un sacerdote franciscano, dándose cuenta de su error.
Pidió confesarse y luego decidió hacerse terciaria franciscana. Se dirigió en peregrinación a Asís. En una visión, San Francisco le pidió vender todo lo que tenía, darlo a los pobres y dedicarse a meditar en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
La Santa vendió todas sus posesiones menos un castillo que estimaba muchísimo. Poco después, en otra visión, oyó preguntar a Cristo Crucificado: "¿Por amor a tu Redentor, no serás capaz de sacrificar también tu palacio preferido?".
Esta vez decidió vender absolutamente todos sus bienes, repartir el dinero entre los más necesitados y dedicarse a una vida de contemplación.
Fue tan grande el amor que tuvo hacia la Pasión y Muerte del Señor, que le bastaba mirar una imagen de Jesús doliente, o escuchar hablar del sufrimiento de Dios, para que se enrojeciera su rostro y quedara como en éxtasis.
Murió el 4 de enero de 1309, conformada plenamente con Jesucristo.
Muchas veces nuestras vidas están llenas de castillos que no queremos vender, impidiéndonos gozar de la felicidad que Dios nos ofrece.
Ojalá el testimonio de Santa Ángela de Foligno nos ayude hoy a desprendernos un poco más de esas ataduras que nos alejan de la verdadera felicidad.
Ordenación Sacerdotal. Chitré, Panamá (1986) - ¡Hermanos en Cristo Jesús! quiero alzar la copa de la bendición invocando el nombre del Señor Dios, puesto que en este maravilloso día, fui ordenado presbítero o sacerdote para la gloria y honra de Dios. Le he dedicado todos estos años al Señor Dios, y estoy inmensamente agradecido porque me ha bendecido grandemente y ha tenido clemencia, bondad y gran paciencia conmigo. Sea bendito el nombre del Señor Dios, ahora y por siempre.
Bogotá, Colombia (2009) - Despuès de un año de tu ausencia, el vacio en mi alma clama a ti... en tus recuerdos las mejores enseñanzas y los mejores consejos, te fuiste sin un adios y quizás fue mejor así... las despedidas nunca te gustaron... en ese lugar que ocupas en el cielo, lleno de bondad y generosidad, brillarás como una estrella, fulgor que será fiel testigo de nuestra verdad...siempre creimos que la verdad estaba en la esencia de nuestros hijos... alli reside aún porque siempre valoraste el amor y el cariño en nuestros hijos, nuestro mayor tesoro; desde alli intercede por nosotros para que perseveremos en la fe, la esperanza y la caridad! Siempre lo dijiste, siempre fuiste tú y siempre serás mi esposa... nada, ni nadie, ni la muerte nos separará! Alejandro Garzón Carrillo
Queridos hermanos: Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Queridos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Voy a proclamar el decreto del Señor; / el me ha dicho: / "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. / Pídemelo: te daré en herencia las naciones, / en posesión, los confines de la tierra." R.
Y ahora, reyes, sed sensatos; / escarmentad, los que regís la tierra: / servid al Señor con temor, / rendidle homenaje temblando. R.
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló."
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.
San Juan destaca lo que significa para nosotros el misterio de la Encarnación, el gran misterio que celebramos en Navidad. Nos enseña que es verdad la historia de Cristo, lo que Él vivió y su completa inserción en nuestra historia humana. Nos invita a aceptar el mensaje íntegro de Cristo apartándonos de los falsos profetas que pretenden que nos quedemos con lo que nos parece mas conveniente. 16 min. 2 seg.
La semana que sigue a la Epifanía es una especie de octava que nos ayuda a contemplar momentos únicos de manifestación de Dios en su Hijo Jesucristo. 4 min. 45 seg.
El desafío es ser como Cristo, luz que muestra la verdad, luz que conduce hacia el Reino, luz que se manifiesta en la capacidad de ternura y acogida hacia lo más pequeños. 4 min. 50 seg.
La Primera Carta de Juan nos invita a discernir. Hay muchos falsos profetas. un gran criterio es el misterio de la Encarnación, que revala tanto del ser y hacer de Dios, y tiene un impacto fuerte en nuestra moral cristiana. 9 min. 15 seg.
El camino y el Espíritu que seguimos son los que nos llevan hacia Jesucristo, a la manera como Él vivió, amó, oró; lo que Él hizo, lo que evitó. 6 min. 11 seg.
El criterio de discernimiento para no caer en engaños es vivir como vivió Jesús, descubrir que nuestra fe no es igual a cualquier otra religión y entender que nuestra salvación está en el sacrificio de la carne de Cristo. 6 min. 59 seg.
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1.1 Juan nos exhorta al discernimiento. Es una monición extraordinariamente actual, por doble motivo: porque siempre necesitamos estar despiertos para no dejarnos confundir, y porque el tipo de engaños que él denuncia están hoy muy vivos, especialmente a través de esa difusa religiosidad que se denomina "Nueva Era".
1.2 Los anticristos, los grandes enemigos que denuncia Juan, son en realidad enemigos de la carne de Cristo. Hablarán de él como de un maestro (uno entre muchos); dirán que es puro, bello, majestuoso, luminoso, pero callarán el misterio que da su sentido más hondo a todos esos elogios: él es de nuestra naturaleza; su carne es nuestra carne; ha cargado sobre sí nuestros delitos; nos conoce por dentro; ha vencido desde dentro al enemigo que nos acechaba y ahora nos ofrece no sólo su ejemplo sino su preciosa gracia, sin la cual es imposible vencer.
1.3 Es sumamente valiosa por esto la síntesis que nos ofrece este capítulo tercero de la primera carta de Juan: "éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros" (1 Jn 3,23). Esta es la vida cristiana: creer y amar.
1.4 ¿En dónde se encuentran el creer y el amar? En la carne de Jesucristo. Creemos que su misterio no es una fábula, porque sucedió en una carne y en una historia como nuestra carne y como nuestra historia. Amamos, porque nuestra existencia en una carne como la suya sólo puede ser espejo de la vida nueva que hemos recibido y que proviene de él, de su carne misma.
2. El ministerio del Bautista y el ministerio de Jesús
2.1 El texto del evangelio de hoy nos permite articular el ministerio de Juan Bautista y el de Jesús. Entre estos dos ministerios no hay solamente una secuencia de tiempo; hay algo mucho más profundo, y con la ayuda del Señor deseamos descubrirlo cuanto Dios nos lo conceda.
2.2 Jesús inicia su predicación después del arresto de Juan. No es sólo un orden temporal de hechos; estamos ante una lectura de los signos de los tiempos realizada por Jesús, después de superar las tentaciones del desierto, luego de haber sido bautizado por el mismo Juan.
2.3 Jesús deja Nazaret, y con ella, a María, su Madre. Desde este momento su morada será cada vez más incierta hasta el día en que tenga que decir que no tiene dónde reclinar su cabeza (Mt 8,20). Por ahora, su primera escala es la ciudad costera de Cafarnaúm, en donde habrá de realizar un magnífico ministerio pero con frutos escasos para sus ojos ávidos de más amor y obediencia a Dios Padre (cf. Mt 11,23). Después dejará Galilea del todo para emprender la peregrinación final hacia Jerusalén (Lc 9,51). Y por último lo dejará todo para subir a la Cruz.
2.4 Jesús deja su casa materna. El Génesis enseñaba: "el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Cuando Jesús deja su casa en Nazaret, parte para sus bodas. Sale a buscar a su Novia, a sanar a su Esposa, embellecer a su Preferida. Sale Jesús, como verdadero Novio (cf. Mt 9,15; 25,1), según dijo el mismo Bautista (Jn 3,29), y va tras aquella Iglesia, su Amada, con quien un día celebrará bodas (Ap 19,7). ¡Dichosos los invitados a ese banquete, preparado con tantas renuncias y tantísimo amor, cuyo preludio es la Santísima Eucaristía!
Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene, / la tierra y cuantos la habitan; / aplaudan los ríos, aclamen los montes. R.
Al Señor, que llega para regir la tierra. / Regirá el orbe con justicia / y los pueblos con rectitud. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. (Salmo 97)
Evangelio
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: "Éste es el Cordero de Dios." Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: "¿Qué buscáis?" Ellos le contestaron: "Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?" Él les dijo: "Venid y lo veréis." Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: "Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)." Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)."
El capítulo primero del Evangelio de Juan tiene un cierto paralelo con el capítulo primero del Génesis: Juan quiere presentar a Cristo como principio de la Nueva Creación. 7 min. 0 seg.
El cristiano debe manifestar por fuera lo que es por dentro, viviendo según la palabra recibida; así como la Vida y la Palabra del Padre se manifestaron en la encarnación de Cristo. 4 min. 55 seg.
Dale permiso a Dios para que mejore tus expectativas, permítele que te muestre lo que Él es y no lo limites por tus necesidades, sueños o caprichos. 6 min. 32 seg.
El discípulo sigue a Jesús para que le arregle sus problemas, el apóstol por el contrario está siguiendo a Cristo para quedarse a vivir con Él. 6 min. 24 seg.
¿Qué calidad de Navidad estás teniendo? ¿A quién sientes que debes compartirle la Buena Noticia de Jesús? ¿Estás preparado para cualquier respuesta? 6 min. 30 seg.
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1.1 Ya el Evangelio de Juan nos había hecho el maravilloso anuncio: los que acogen la Palabra reciben poder llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12). Es muy importante para este apóstol que descubramos nuestra vocación: hemos nacido de Dios.
1.2 El propósito del pasaje de hoy es que descubramos cómo el ser y el obrar necesariamente van de la mano. "Operari sequitur esse", decían los escolásticos: el obrar sigue al ser. Si nuestro ser tiene su fuente en Dios, porque de él hemos nacido, nuestro obrar sigue al obrar de Dios, según escribe Juan: "que nadie los engañe; el que hace la voluntad de Dios es justo, como él es justo".
1.3 Ese modo de escribir nos deja entrever el carácter polémico de una carta que parecería tal vez sólo una colección de poesía mística. Cuando Juan dice: "que nadie los engañe" es porque sabe de buena fuente que hay quien engaña. Y el engaño también lo podemos conocer: se trataba de una especie de secta, tal vez en proceso de formación, que enseñaba entre otras cosas que nuestra conducta no importaba realmente, mientras mantuviéramos una especie de luz o de conocimiento sublime y celeste en nuestra mente. La conducta es asunto de la carne, según ellos, y lo carnal no importa. Por consiguiente, lo que hagamos con nuestra carne tampoco importa.
1.4 Frente a estas semillas heréticas se alza el apóstol Juan: ¡Claro que importa la carne! ¡El Verbo se hizo carne! Y, ¡por supuesto que importa la conducta, la vida de cada día! Si te olvidas de la conducta no sólo niegas el misterio de Aquel que "se hizo carne", sino que niegas su precepto principal: el amor.
2. ¿Qué buscan?
2.1 Demos una mirada al evangelio de hoy. Continúa, como hemos dicho la lectura seguida de los primeros versículos del texto de san Juan.
2.2 La pregunta que domina el panorama de hoy es la que hace Jesús: "¿qué buscan?". Una pregunta que nos repite. No es posible, en efecto, entrar en el misterio de Jesús sin entrar en el misterio de nuestras necesidades, condensadas en ese hecho: buscamos algo, buscamos a alguien. Saber qué buscamos es conocer qué necesitamos, y reconocer nuestras necesidades es el modo propio de encontrar a quien puede aliviarlas y responderlas.
2.3 Jesús les pregunta qué buscan. En otras escena el primero entre sus apóstoles suyos dirá, pasada ya la Pascua: "oro ni plata yo tengo..." (Hch 3,6). Lo mismo y con mayor razón podía expresar el Maestro de quien esto dijo. Jesús, pobre y peregrino, humilde y casi anónimo, bien puede preguntarnos qué buscamos, porque ciertamente sus riquezas o influencias no saltan a la vista.
2.4 Ellos respondieron con una pregunta. La verdad no tenían que responder, porque no se conocían a sí mismos. Dijeron, pues: "¿adónde vives?". Buscaban la casa de Jesús. Lo único que sabían de él es que era el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Y eso bastó para que desearan conocer la casa de Jesús, el lugar libre de tinieblas, el espacio sin pecado. Si lo pensamos bien, la respuesta de ellos, aun en su indefinición, es más profunda que muchas otras respuestas. No pidieron salud, ni liberación de un demonio, ni muchos conocimientos, ni largos años. En el fondo pidieron quedarse con él, estar con él, vivir con él. Es como si le hubieran dicho: "danos de ti". Una genuina petición eucarística.