Una nota litúrgica para el Tiempo de Navidad

Los días de finales de Adviento y luego los días de Navidad son tan bellos como complejos, en lo que toca a la liturgia de las horas. Bueno, siendo sinceros: no todos los días. En Navidad y en la Octava de Navidad las cosas están bastante claras. El único cuidado que hay que tener es con la Fiesta de la Sagrada Familia a saber: en los años en que la Navidad cae el día domingo, y por consiguiente no hay otro domingo entre Navidad y 1 de Enero, entonces la Fiesta de la Sagrada Familia se celebra el 30 de Diciembre pero sin Primeras Vísperas.

Las cosas se vuelven un poco más complicadas a partir del 2 de Enero. Miremos un caso concreto: 2 de Enero de 2020, que es un día jueves. Celebramos además la Memoria Obligatoria de los Santos Basilio y Gregorio Nacianceno. La pregunta es: ¿de dónde se deben tomar los salmos?

Lo que hace difícil responder es, por supuesto, identificar, en qué semana de Navidad nos encontramos. Uno podría pensar que, puesto que el Tiempo de Navidad empezó el día 25, entonces el domingo 29 de Diciembre marcaría algo así como el comienzo de una “segunda” semana de Navidad. Según ello, el 2 de Enero pertenecería a la “segunda” semana de Navidad, y por consiguiente debería usarse la segunda semana del salterio. Así parece pernsarlo el Ordo oficial de la Conferencia Episcopal de Colombia, que para ese día 2 de Enero dice claramente: “2a. semana del salterio.”

Pero uno puede ver que esa solución no es correcta. Según ese modo de pensar la semana siguiente, la que empieza el domingo 5 de Enero, sería la TERCERA semana de Navidad, y resulta que la Iglesia no tiene formularios para un “Domingo II” de Navidad, ni está previsto en el salterio que la semana III sea tiempo de Navidad. De hecho, y si uno mira el Ordo Colombiano para el Jueves 9 de Enero, de nuevo pide que se use el salterio de la II semana, lo cual es absurdo.

Si se examina bien La raíz de estas dudas está en que, al contrario de los demás tiempos litúrgicos, el de Navidad no empieza necesariamente en domingo, y por eso cuesta saber cuál es exactamente la “Semana I” de Navidad. Por otra parte, está claro, como ya se dijo, que no hay dudas en cuanto a los formularios de la Octava de Navidad.

La única solución que encuentro coherente con los datos que nos da la misma liturgia de las horas es esta: el primer domingo de Navidad es simplemente el primer domingo después del 25 de Diciembre, así como el IV Domingo de Adviento es el último domingo anterior al 25 de Diciembre. Por supuesto, ello hace que la semana IV de Adviento quede incompleta, y así es. Por otro lado, los días desde el 25 de Diciembre (inclusive) y el primer domingo de Navidad, son días que no requieren textos del Salterio en Cuatro Semanas porque siempr etienen formularios propios. Podríamos decir que son días de una “semana 0” de Navidad, en la que sin embargo no hay duda sobre de dónde deben tomarse los textos.

Con esta solución queda claro, por ejemplo, que el martes 31 de Diciembre de 2019, los salmos se toman de la Semana I del Salterio, y que de esa misma semana deben tomarse los salmos de los días 2, 3 y 4 de Enero. Luego ¿qué sigue? En los países donde la Epifanía se celebra siempre en domingo, el 5 es la Epifanía; en los demás lugares, el Domingo se celebra, en perfecto acuerdo con nuestro análisis, el Domingo II de Navidad.

Espero que estas recomendaciones nos ayuden a todos a aprovechar con mayor atención y amor el magnífico alimento espiritual de la Liturgia de las Horas. Saludos y bendiciones a todos.

ROSARIO de las Semanas 20191228

#RosarioFrayNelson para el Sábado:
Contemplamos los Misterios del Silencio de Dios

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio del silencio contemplamos que del costado de Cristo en la Cruz brotaron sangre y agua.
  2. En el segundo misterio del silencio contemplamos el valor de aquellos que no eran apóstoles y sí permanecieron junto a la Cruz y cuidaron del cuerpo de Cristo muerto.
  3. En el tercer misterio del silencio contemplamos a Jesucristo, puesto en un sepulcro nuevo.
  4. En el cuarto misterio del silencio contemplamos a Jesús, que baja hasta el fondo del reino de la muerte, para que los justos que de antiguo esperaron en él encuentren a su Redentor.
  5. En el quinto misterio del silencio contemplamos el anonadamiento de Cristo, que siendo Hijo aprendió sufriendo a obedecer.
  6. En el sexto misterio del silencio contemplamos la soledad llena de fe de la Santísima Virgen María.
  7. En el séptimo misterio del silencio contemplamos la inmensa compasión de Dios Padre, que tanto amó al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que cree en él no perezca.

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LA GRACIA del Domingo 29 de Diciembre de 2019

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA, CICLO A

Tres riesgos amenazan la integridad de la familia: disolverla de manera que sea cualquier cosa; destruirla por el odio, la división, el divorcio y hacer de ella una especie de castillo cerrado.

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¿La discordia es siempre pecado?

La discordia se opone a la concordia. Ahora bien, la concordia, como ya hemos expuesto (q.29 a.3), tiene como causa la caridad, porque lo propio de la caridad es aunar los corazones de muchos, teniendo por principio, principalmente, el bien divino; y, en segundo lugar, el bien del prójimo. En consecuencia, la discordia es pecado por el hecho de oponerse a esa concordia. Sin embargo, es menester tener en cuenta que la discordia suprime la concordia de dos modos: esencial y accidentalmente. En los actos humanos es esencial lo intencional, y por eso, en la discordia con el hermano, es esencial disentir a sabiendas e intencionadamente del bien divino y del bien del prójimo, que deberían unirnos. Esto, por su género, es en realidad pecado mortal, porque es contrario a la caridad, aunque los primeros movimientos de esa discordia sean pecado venial por su carácter imperfecto. Pero en los actos humanos es también accidental lo que no es intencional. De ahí que, cuando hay disparidad de opiniones sobre algún bien que afecta al honor de Dios o al prójimo, y unos piensan de una manera y otros sostienen la contraria, la discordia en este caso afecta accidentalmente al bien divino o al del prójimo.

La discordia entonces no es pecado ni contraria a la caridad, salvo el caso de que incida erróneamente sobre lo necesario para la salvación o haya obstinación culpable. En efecto, como hemos expuesto en otro lugar (q.29 a.1; a.3 ad 2), la concordia efecto de la caridad es unión de voluntades, no de opiniones. De todo esto queda claro que la discordia se da a veces con pecado de uno solo, como, por ejemplo, cuando uno quiere el bien al que el otro a sabiendas se opone. Otras veces, en cambio, se da con pecado de las dos partes, cuando recíprocamente se opone la una al bien de la otra, y cada cual busca su propio bien. (S. Th., II-II, q.37, a.1, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]