Ante las manipulaciones en la prensa

“No resulta fácil contrarrestar el mal del periodismo manipulador, ni encontrar los modos concretos para hacerlo. Hay uno sencillo y asequible, que puede tener una incidencia más o menos efectiva: boicotear (no leer) aquellos medios que una y otra vez difunden mentiras y ocultan verdades…”

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La unidad en la fe y en la caridad

Una parte esencial de la vida de la Iglesia es la unidad. Fue voluntad y súplica de Cristo al Padre: “¡que sean uno!” (Juan 17).

Lo más típico y lo más arduo de esa unidad es que es, a la vez, unidad en la fe y en la caridad. Y no se puede sacrificar una de estas dimensiones de la unidad a expensas de la otra.

Si se busca la unidad de la fe sin la caridad, se termina insultando al contrario, en derroche de arrogancia que para nada edifica.

Si al contrario se pretende una especie de unidad de caridad sin unidad en la fe y la doctrina, lo que queda es pura política de apariencias, que poco dura y ningún fruto da.

Lo propio nuestro es trabajar a la vez en la unidad de doctrina y de fe, por una parte, sin caer en las redes de la soberbia, la agresión o la burla.

Tarea ardua esta, que sólo será posible si Cristo reina tanto en nuestra cabeza como en nuestro corazón.

Estamos ante una sociedad pos-atea

“En cuestión de décadas, la sociedad ha rechazado la postura minoritaria de que Dios no existe para asumir “un fenómeno de masas” por el que “la vida se organiza sin tener ninguna referencia a Dios, expone Marmelada: del Dios no existe, la sociedad ha interiorizado que Dios no importa…”

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Defender la fe; defender la Iglesia

Ten siempre el valor, que es humildad y servicio de Dios, de presentar las verdades de la fe tal como son, sin cesiones ni ambigüedades.

Tener espíritu católico implica que ha de pesar sobre nuestros hombros la preocupación por toda la Iglesia, no sólo de esta parcela concreta o de aquella otra; y exige que nuestra oración se extienda de norte a sur, de este a oeste, con generosa petición. Entenderás así la exclamación -la jaculatoria- de aquel amigo, ante el desamor de tantos hacia nuestra Santa Madre: ¡me duele la Iglesia!

“Carga sobre mí la solicitud por todas las iglesias”, escribía San Pablo; y este suspiro del Apóstol recuerda a todos los cristianos -¡también a ti!- la responsabilidad de poner a los pies de la Esposa de Jesucristo, de la Iglesia Santa, lo que somos y lo que podemos, amándola fidelísimamente, aun a costa de la hacienda, de la honra y de la vida.

No te asustes -y, en la medida que puedas, reacciona- ante esa conjuración del silencio, con que quieren amordazar a la Iglesia. Unos no dejan que se oiga su voz; otros no permiten que se contemple el ejemplo de los que la predican con las obras; otros borran toda huella de buena doctrina…, y tantas mayorías no la soportan.

Más pensamientos de San Josemaría.

Tiempos recios

“Pase lo que pase, no nos debemos desanimar. Dios es más poderoso que el Diablo y los cristianos, y muy especialmente los sacerdotes debemos preguntarnos si no descuidamos nuestra unión con Cristo y nuestra vida sacramental…”

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Temas complejos en un año nuevo

“Se atrevió el papa Francisco a mencionar ese desorden de afectos que se ha instalado en muchas personas, dando preferencia a los animales por encima de las personas; en ocasiones, como presunto reemplazo de los hijos. Y, ¿quién dijo miedo? Es un tema tabú como tantos otros en una sociedad que alardea de ser de mente abierta y, sin embargo, en realidad, es sorda a cualquier voz contraria…”

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Sobre la responsabilidad moral al ponerse vacunas contra COVID

Muchas reflexiones de usted, me parecen geniales. Por ello me ha sorprendido mucho su equivocacion tan grande en agarrar la línea provacuna, como si la “participación remotisima” (según su criterio) no fuera digna de analizarse… –S.M..

* * *

Sí, por supuesto, se ha analizado. Es lo que contiene el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En una su parte central dice:

Sobre esta cuestión ya hay un importante pronunciamiento de la Pontificia Academia para la Vida, titulado “Reflexiones morales acerca de las vacunas preparadas a partir de células procedentes de fetos humanos abortados” (5 junio 2005). Además, esta Congregación se expresó al respecto con la Instrucción Dignitas Personae (8 de septiembre de 2008) (cf. nn. 34 y 35). En 2017, la Pontificia Academia para la Vida volvió a tratar el tema con una Nota. Estos documentos ya ofrecen algunos criterios generales dirimentes.

Dado que están ya disponibles, para su distribución y administración en diversos países, las primeras vacunas contra la Covid-19, esta Congregación desea ofrecer algunas indicaciones que clarifiquen este tema. No se pretende juzgar la seguridad y eficacia de estas vacunas, aun siendo éticamente relevante y necesario, porque su evaluación es competencia de los investigadores biomédicos y las agencias para los medicamentos, sino únicamente reflexionar sobre el aspecto moral del uso de aquellas vacunas contra la Covid-19 que se han desarrollado con líneas celulares procedentes de tejidos obtenidos de dos fetos abortados no espontáneamente.

1. Como se afirma en la Instrucción Dignitas Personae, en los casos en los que se utilicen células de fetos abortados para crear líneas celulares para su uso en la investigación científica, “existen diferentes grados de responsabilidad”[1] en la cooperación al mal. Por ejemplo, “en las empresas que utilizan líneas celulares de origen ilícito no es idéntica la responsabilidad de quienes deciden la orientación de la producción y la de aquellos que no tienen poder de decisión”.[2]

2. En este sentido, cuando no estén disponibles vacunas Covid-19 éticamente irreprochables (por ejemplo, en países en los que no se ponen a disposición de médicos y pacientes vacunas sin problemas éticos o en los que su distribución es más difícil debido a las condiciones especiales de almacenamiento y transporte, o cuando se distribuyen varios tipos de vacunas en el mismo país pero, por parte de las autoridades sanitarias, no se permite a los ciudadanos elegir la vacuna que se va a inocular) es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción.

3. La razón fundamental para considerar moralmente lícito el uso de estas vacunas es que el tipo de cooperación al mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden estas mismas líneas celulares, por parte quienes utilizan las vacunas resultantes, es remota. El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave:[3] en este caso, la propagación pandémica del virus SARS-CoV-2 que causa la Covid-19. Por consiguiente, debe considerarse que, en este caso, pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces con conciencia cierta que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas. Sin embargo, se debe subrayar que el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a estas vacunas.

4. De hecho, el uso lícito de esas vacunas no implica ni debe implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares procedentes de fetos abortados.[4] Por lo tanto, se pide tanto a las empresas farmacéuticas como a los organismos sanitarios gubernamentales, que produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia, ni al personal sanitario ni a los propios vacunados.

5. Al mismo tiempo, es evidente para la razón práctica que la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria. En cualquier caso, desde un punto de vista ético, la moralidad de la vacunación depende no sólo del deber de proteger la propia salud, sino también del deber de perseguir el bien común.Bien que, a falta de otros medios para detener o incluso prevenir la epidemia, puede hacer recomendable la vacunación, especialmente para proteger a los más débiles y más expuestos. Sin embargo, quienes, por razones de conciencia, rechazan las vacunas producidas a partir de líneas celulares procedentes de fetos abortados, deben tomar las medidas, con otros medios profilácticos y con un comportamiento adecuado, para evitar que se conviertan en vehículos de transmisión del agente infeccioso. En particular, deben evitar cualquier riesgo para la salud de quienes no pueden ser vacunados por razones médicas o de otro tipo y que son los más vulnerables.

6. Por último, existe también un imperativo moral para la industria farmacéutica, los gobiernos y las organizaciones internacionales, garantizar que las vacunas, eficaces y seguras desde el punto de vista sanitario, y éticamente aceptables, sean también accesibles a los países más pobres y sin un coste excesivo para ellos. La falta de acceso a las vacunas se convertiría, de algún modo, en otra forma de discriminación e injusticia que condenaría a los países pobres a seguir viviendo en la indigencia sanitaria, económica y social.[5]

[1] Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Dignitas Personae (8 diciembre 2008), n. 35; AAS (100), 884.

[2] Ibid, 885.

[3] Cfr. Pontificia Academia para la Vida, “Moral reflections on vaccines prepared from cells derived from aborted human foetuses”, 5 junio 2005.

[4] Congregación para la Doctrina de la Fe, Instruc. Dignitas Personae, n. 35: “Cuando el delito está respaldado por las leyes que regulan el sistema sanitario y científico, es necesario distanciarse de los aspectos inicuos de esos sistemas, a fin de no dar la impresión de una cierta tolerancia o aceptación tácita de acciones gravemente injustas. De lo contrario, se contribuiría a aumentar la indiferencia, o incluso la complacencia con que estas acciones se ven en algunos sectores médicos y políticos”.

[5] Cfr. Francisco, Discurso a los miembros de la Fundación “Banco Farmacéutico”, 19 septiembre 2020.

Dos tercios de la población mundial vive en países donde no se respeta la libertad religiosa

“Según el Informe de libertad religiosa en el mundo de 2021, dos tercios de la población mundial viven en países donde se producen graves violaciones de la libertad religiosa. Las cifras no dejan de crecer. Actualmente, se producen violaciones, por ejemplo, en el 42% de todos los países africanos, siendo Burkina Faso y Mozambique, dos ejemplos importantes…”

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Cardenal Pell: la «doctrina de liberalismo radical» debe ser resistida

“Afirmó que una «doctrina de liberalismo radical» (liberalismo en sentido anglosajón, progresismo) en la fe, la moral y la liturgia ha destruido la vida de la Iglesia en algunos países occidentales, y debe ser resistida reafirmando «las verdades vivificantes de la enseñanza cristiana sobre el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, el matrimonio monógamo y la heteronormatividad»…”

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No vale cualquier futuro

“En su carta semanal, el Cardenal Cañizares alerta que una sociedad que ataca al derecho a la vida, excluye a Dios o se asienta en relativismo «no puede tener futuro». «Lo único decisivo para el hombre y el mundo es Dios revelado en Jesucristo, su Hijo humanado, hecho hombre, verdad de Dios y verdad del hombre, inseparablemente.»…”

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Sobre El Juego del Calamar

“Ante la popularidad de la serie televisiva El Juego del Calamar, también conocida como Ojingeo Geim o Squid Game y difundida por la cadena de streaming Netflix, el sacerdote dominico Nelson Medina advierte: “No es simple entretenimiento”…”

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