Bendiciones a parejas en situaciones “irregulares”

¿Podemos tener un poco de contexto?

Papa FranciscoClaro. Hay tres antecedentes claves, me parece:
  1. Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco ha insistido en la misericordia como eje central del Evangelio y por lo tanto de la vida y la misión de la Iglesia. Su manera de expresarse sobre la misericordia enfatiza la acogida mientras omite o deja en la penumbra el llamado directo a la conversión. Este llamado queda reemplazado por la expresión “proceso de acompañamiento”, que se supone que debe empezar por lo que una corriente actual de teología moral llama “el bien posible”. Según esa opinión, las personas que están en situaciones “irregulares”, como puede ser en adulterio o conviviendo como pareja con personas del mismo sexo, deben ser acogidas y después acompañadas, si así desean, partiendo de lo que es su realidad y su bien posible, es decir, lo que de modo realista pueden hacer en las condiciones en que se encuentran.
  2. Vivimos en un tiempo de intensa difusión y penetración de la “ideología de género“, en sus diversas expresiones. Esta penetración global parece difícil de explicar si no es por la existencia de amplios acuerdos y apoyos entre sectores muy potentes de la política y de la economía mundiales. A esta realidad de interconexión se le suele llamar “Nuevo Orden Mundial”, aunque hay que admitir que resulta bastante ópaco el termino, en la medida en que desconocemos quiénes son los auténticos impulsores y cuáles son sus agendas últimas. Si bien el Papa Francisco se ha pronunciado en contra de esta ideología de género, su actitud con respecto a la práctica misma de la homosexualidad parece estar marcada ante todo por la idea suya de misericordia que se ha expuesto antes.
  3. Entre tanto, hay hechos pastorales, o de aspecto pastoral, que se han dado en diversos países, particularmente en Alemania, Luxemburgo y Bélgica, entre otros. En concreto, se trata de la convocación abierta a parejas del mismo sexo para que vayan a las iglesias y reciban bendiciones de sacerdotes y, en algunos casos, de obispos. Esta práctica se ha hecho al margen de cualquier aprobación previa de la Santa Sede, y de hecho, en abierta oposición a un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del 15 de Marzo de 2021, que expresamente decía: “no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”. Es importante notar que ese documento de 2021 inscribe las “bendiciones” dentro de la praxis de los “sacramentales”, como de hecho ha sido la manera tradicional de obrar y enseñar de la Iglesia. Continuar leyendo “Bendiciones a parejas en situaciones “irregulares””

Y sí: hay también almas en ruinas

De los actos bellos que ha realizado el Papa Francisco, y que quedarán en mi memoria, son: (1) la bendición especial Urbi et orbi del 27 de Marzo de 2020, cuando ya se había desatado la pandemia y era tan necesario unirnos en oración; y (2) la Consagración del mundo entero, y en particular, de Rusia y de Ucrania, al Corazón Inmaculado de la Virgen María, acto que unión a numerosos obispo de todo el mundo y a incontables fieles, el día 25 de Marzo de 2022.

El hecho de que algunas almas en ruinas hayan buscado cualquier pretexto para criticar estos dos actos inolvidables del Papa Francisco muestra, sin embargo, que hemos de seguir orando, con el Papa y por el Papa, ante la certeza de que sigue habiendo muchas almas en ruinas. Eso no apagará la alegría ni la esperanza pero sí es algo que debemos hacer.

Oración con la que el Santo Padre consagrará a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María

“El pasado 2 de marzo, miércoles de ceniza, con la invasión de Ucrania iniciada, los obispos católicos de rito latino de Ucrania pidieron al Papa que consagre Rusia y su país al Inmaculado Corazón de María «como lo pidió la Santísima Virgen en Fátima». Unos días después el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni. anunció que el Santo Padre lo haría en la jornada penitencial que se desarrollará el día 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor. El Papa Francisco ha invitado a todos los obispos, y fieles a unirse, y se han ido publicando en muchos países la adhesión de las conferencias episcopales e incluso recientemente la del Papa Emérito Benedicto XVI…”

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El Papa promulga la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium” sobre la Curia Romana

“El pasado domingo 20 de marzo se promulgó la nueva Constitución Apostólica sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia y al mundo, “Praedicate evangelium”. El texto viene a reemplazar la Carta Magna vigente, “Pastor Bonus”, promulgada en 1988 por Juan Pablo II, y busca plasmar las reformas que impulsa Francisco desde su elección en 2013. Al mismo tiempo, esta nueva Constitución da una estructura más misionera a la Curia para que esté cada vez más al servicio de las Iglesias particulares y de la evangelización…”

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Nuevo ciclo de catequesis del Papa: sentido y valor de la vejez

“El miércoles 23 de febrero, el Papa Francisco comenzó un nuevo ciclo de catequesis “sobre el sentido y el valor de la vejez”. En esta ocasión ha querido poner de relieve la concepción errónea sobre los ancianos que tiene la sociedad occidental actual y cuál debe ser el rol entre jóvenes y ancianos para el florecimiento personal y comunitario…”

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Consideración del Papa Francisco con la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro

“El viernes 4 de febrero de 2022, dos miembros de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, el P. Benoît Paul-Joseph, Superior del Distrito de Francia, y el P. Vincent Ribeton, Rector del Seminario de San Pedro de Wigratzbad, fueron recibidos en audiencia privada por el Santo Padre, el Papa Francisco, durante casi una hora. En el transcurso de la audiencia, el Papa aclaró que institutos como la Fraternidad de San Pedro no se ven afectados por las disposiciones generales del Motu Proprio Traditionis Custodes, ya que el uso de los antiguos libros litúrgicos está en el origen de su existencia y está previsto en sus constituciones…”

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Temas complejos en un año nuevo

“Se atrevió el papa Francisco a mencionar ese desorden de afectos que se ha instalado en muchas personas, dando preferencia a los animales por encima de las personas; en ocasiones, como presunto reemplazo de los hijos. Y, ¿quién dijo miedo? Es un tema tabú como tantos otros en una sociedad que alardea de ser de mente abierta y, sin embargo, en realidad, es sorda a cualquier voz contraria…”

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Manifiesto que denuncia la deriva doctrinal y eclesial de la Asamblea Sinodal alemana

«Como cristianos católicos, estamos comprometidos con la necesidad de reformas fundamentales de la Iglesia. Sin embargo, nunca ha existido una verdadera y profunda renovación sin la conversión y el cambio de vida por medio del redescubrimiento del Evangelio. Por eso, el Camino Sinodal se pierde y se aleja dramáticamente del objetivo de la verdadera reforma. En su fijación por la estructura exterior, se pierde el núcleo de la crisis; viola la paz en las congregaciones, abandona el camino de la unidad con la Iglesia universal, daña la sustancia misma de la fe de la Iglesia, y equivale a una cisma».

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El Papa lamenta que los perros y gatos ocupen el lugar de los hijos

“Muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen uno, pero no más, pero tienen dos perros, dos gatos, los perros y los gatos ocupan el lugar de los hijos. Si hace reír, pero es la realidad. Y este rechazar la paternidad y la maternidad nos disminuye, nos quita humanidad, y así, la civilización se convierte más vieja y sin humanidad, porque se pierde la riqueza de la paternidad y de la maternidad, y sufre la patria que no tiene hijos”, lamentó el Papa.

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Mensaje del Papa Francisco para la LV Jornada Mundial por la Paz, año 2022

Diálogo entre generaciones, educación y trabajo:
instrumentos para construir una paz duradera

1. «¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del mensajero que proclama la paz!» (Is 52,7).

Las palabras del profeta Isaías expresan el consuelo, el suspiro de alivio de un pueblo exiliado, agotado por la violencia y los abusos, expuesto a la indignidad y la muerte. El profeta Baruc se preguntaba al respecto: «¿Por qué, Israel, estás en una tierra de enemigos y envejeciste en un país extranjero? ¿Por qué te manchaste con cadáveres y te cuentas entre los que bajan a la fosa?» (3,10-11). Para este pueblo, la llegada del mensajero de la paz significaba la esperanza de un renacimiento de los escombros de la historia, el comienzo de un futuro prometedor.

Todavía hoy, el camino de la paz, que san Pablo VI denominó con el nuevo nombre de desarrollo integral [1],permanece desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada. A pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario. Como en el tiempo de los antiguos profetas, el clamor de los pobres y de la tierra [2] sigue elevándose hoy, implorando justicia y paz.

En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. [3] Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados.

Aquí me gustaría proponer tres caminos para construir una paz duradera. En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y, por último, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana. Estos tres elementos son esenciales para «la gestación de un pacto social» [4], sin el cual todo proyecto de paz es insustancial.

2. Diálogo entre generaciones para construir la paz

En un mundo todavía atenazado por las garras de la pandemia, que ha causado demasiados problemas, «algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados, y otros la enfrentan con violencia destructiva, pero entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones» [5].

Todo diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, requiere siempre una confianza básica entre los interlocutores. Debemos recuperar esta confianza mutua. La actual crisis sanitaria ha aumentado en todos la sensación de soledad y el repliegue sobre uno mismo. La soledad de los mayores va acompañada en los jóvenes de un sentimiento de impotencia y de la falta de una idea común de futuro. Esta crisis es ciertamente dolorosa. Pero también puede hacer emerger lo mejor de las personas. De hecho, durante la pandemia hemos visto generosos ejemplos de compasión, colaboración y solidaridad en todo el mundo.

Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida.

Aunque el desarrollo tecnológico y económico haya dividido a menudo a las generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen. Por un lado, los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores; por el otro, los mayores necesitan el apoyo, el afecto, la creatividad y el dinamismo de los jóvenes.

Los grandes retos sociales y los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria ?los mayores? y los continuadores de la historia ?los jóvenes?; tampoco pueden prescindir de la voluntad de cada uno de nosotros de dar cabida al otro, de no pretender ocupar todo el escenario persiguiendo los propios intereses inmediatos como si no hubiera pasado ni futuro. La crisis global que vivimos nos muestra que el encuentro y el diálogo entre generaciones es la fuerza propulsora de una política sana, que no se contenta con administrar la situación existente «con parches o soluciones rápidas» [6], sino que se ofrece como forma eminente de amor al otro [7], en la búsqueda de proyectos compartidos y sostenibles.

Si sabemos practicar este diálogo intergeneracional en medio de las dificultades, «podremos estar bien arraigados en el presente, y desde aquí frecuentar el pasado y el futuro: frecuentar el pasado, para aprender de la historia y para sanar las heridas que a veces nos condicionan; frecuentar el futuro, para alimentar el entusiasmo, hacer germinar sueños, suscitar profecías, hacer florecer esperanzas. De ese modo, unidos, podremos aprender unos de otros» [8]. Sin raíces, ¿cómo podrían los árboles crecer y dar fruto?

Sólo hay que pensar en la cuestión del cuidado de nuestra casa común. De hecho, el propio medioambiente «es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente» [9]. Por ello, tenemos que apreciar y alentar a los numerosos jóvenes que se esfuerzan por un mundo más justo y atento a la salvaguarda de la creación, confiada a nuestro cuidado. Lo hacen con preocupación y entusiasmo y, sobre todo, con sentido de responsabilidad ante el urgente cambio de rumbo [10] que nos imponen las dificultades derivadas de la crisis ética y socio-ambiental actual [11].

Por otra parte, la oportunidad de construir juntos caminos hacia la paz no puede prescindir de la educación y el trabajo, lugares y contextos privilegiados para el diálogo intergeneracional. Es la educación la que proporciona la gramática para el diálogo entre las generaciones, y es en la experiencia del trabajo donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran ayudándose mutuamente, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades para el bien común.

3. La instrucción y la educación como motores de la paz

El presupuesto para la instrucción y la educación, consideradas como un gasto más que como una inversión, ha disminuido significativamente a nivel mundial en los últimos años. Sin embargo, estas constituyen los principales vectores de un desarrollo humano integral: hacen a la persona más libre y responsable, y son indispensables para la defensa y la promoción de la paz. En otras palabras, la instrucción y la educación son las bases de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso.

Los gastos militares, en cambio, han aumentado, superando el nivel registrado al final de la “guerra fría”, y parecen destinados a crecer de modo exorbitante [12].

Por tanto, es oportuno y urgente que cuantos tienen responsabilidades de gobierno elaboren políticas económicas que prevean un cambio en la relación entre las inversiones públicas destinadas a la educación y los fondos reservados a los armamentos. Por otra parte, la búsqueda de un proceso real de desarme internacional no puede sino causar grandes beneficios al desarrollo de pueblos y naciones, liberando recursos financieros que se empleen de manera más apropiada para la salud, la escuela, las infraestructuras y el cuidado del territorio, entre otros.

Me gustaría que la inversión en la educación estuviera acompañada por un compromiso más consistente orientado a promover la cultura del cuidado [13]. Esta cultura, frente a las fracturas de la sociedad y a la inercia de las instituciones, puede convertirse en el lenguaje común que rompa las barreras y construya puentes. «Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación» [14]. Por consiguiente, es necesario forjar un nuevo paradigma cultural a través de «un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, que involucre en la formación de personas maduras a las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, a toda la humanidad» [15]. Un pacto que promueva la educación a la ecología integral según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y en la alianza entre el ser humano y su entorno [16].

Invertir en la instrucción y en la educación de las jóvenes generaciones es el camino principal que las conduce, por medio de una preparación específica, a ocupar de manera provechosa un lugar adecuado en el mundo del trabajo [17].

4. Promover y asegurar el trabajo construye la paz

El trabajo es un factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien. En esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso.

La situación del mundo del trabajo, que ya estaba afrontando múltiples desafíos, se ha visto agravada por la pandemia de Covid-19. Millones de actividades económicas y productivas han quebrado; los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables; muchos de aquellos que desarrollan servicios esenciales permanecen aún más ocultos a la conciencia pública y política; la instrucción a distancia ha provocado en muchos casos una regresión en el aprendizaje y en los programas educativos. Asimismo, los jóvenes que se asoman al mercado profesional y los adultos que han caído en la desocupación afrontan actualmente perspectivas dramáticas.

El impacto de la crisis sobre la economía informal, que a menudo afecta a los trabajadores migrantes, ha sido particularmente devastador. A muchos de ellos las leyes nacionales no los reconocen, es como si no existieran. Tanto ellos como sus familias viven en condiciones muy precarias, expuestos a diversas formas de esclavitud y privados de un sistema de asistencia social que los proteja. A eso se agrega que actualmente sólo un tercio de la población mundial en edad laboral goza de un sistema de seguridad social, o puede beneficiarse de él sólo de manera restringida. La violencia y la criminalidad organizada aumentan en muchos países, sofocando la libertad y la dignidad de las personas, envenenando la economía e impidiendo que se fomente el bien común. La respuesta a esta situación sólo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno.

El trabajo, en efecto, es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad. Por eso, «no debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal» [18]. Tenemos que unir las ideas y los esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad.

Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación. Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector.

En esta perspectiva hay que estimular, acoger y sostener las iniciativas que instan a las empresas al respeto de los derechos humanos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores, sensibilizando en ese sentido no sólo a las instituciones, sino también a los consumidores, a la sociedad civil y a las realidades empresariales. Estas últimas, cuanto más conscientes son de su función social, más se convierten en lugares en los que se ejercita la dignidad humana, participando así a su vez en la construcción de la paz. En este aspecto la política está llamada a desempeñar un rol activo, promoviendo un justo equilibrio entre la libertad económica y la justicia social. Y todos aquellos que actúan en este campo, comenzando por los trabajadores y los empresarios católicos, pueden encontrar orientaciones seguras en la doctrina social de la Iglesia.

Queridos hermanos y hermanas: Mientras intentamos unir los esfuerzos para salir de la pandemia, quisiera renovar mi agradecimiento a cuantos se han comprometido y continúan dedicándose con generosidad y responsabilidad a garantizar la instrucción, la seguridad y la tutela de los derechos, para ofrecer la atención médica, para facilitar el encuentro entre familiares y enfermos, para brindar ayuda económica a las personas indigentes o que han perdido el trabajo. Aseguro mi recuerdo en la oración por todas las víctimas y sus familias.

A los gobernantes y a cuantos tienen responsabilidades políticas y sociales, a los pastores y a los animadores de las comunidades eclesiales, como también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, hago un llamamiento para que sigamos avanzando juntos con valentía y creatividad por estos tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la educación y el trabajo. Que sean cada vez más numerosos quienes, sin hacer ruido, con humildad y perseverancia, se conviertan cada día en artesanos de paz. Y que siempre los preceda y acompañe la bendición del Dios de la paz.