Creo en un Dios que me ama locamente y que en un exceso de amor dibujó mi alma… Qué valentía!
Creo en un Dios capaz de haber pensado un universo para que mis pies y mis manos lo abrazaran… Qué osadía!
Creo en un Dios que no tolera ninguna clase de muerte, ni de dolor, ni de partida.