Los carismas más importantes

El amor es el sello propio de todo lo que Jesucristo hace, dice y padece. Ese amor nos introduce en la logica de la gracia, o de la gratuidad, porque no es un amor que esté esperando de nosotros un pago sino que se ofrece a manera de regalo, en continuidad con el hecho mismo de que fuimos creados solamente por razón de amor.

Ese es el mismo amor que recibimos como Don propio con la efusion del Espíritu Santo, según enseña San Pablo en el capítulo quinto de la carta a los romanos. Y por consiguiente ese amor es el carisma por excelencia, el carisma que hace posibles todos los otros carismas.

Guiados por ese amor, salimos de la obsesión por nuestro propio progreso o salvación, como algo aislado; marcados en cambio por ese amor ponemos en primer lugar los intereses de Jesucristo y el bien mismo de su Cuerpo, que es la Iglesia.

Esto es lo característico del Don de profecía que el mismo apóstol Pablo destaca en los capítulos 12 y 14 de su primera carta a los Corintios. Y de ahí la profunda relación entre una vida marcada por la caridad y una vida ungida por el don de profecía.

LA GRACIA del Viernes 26 de Mayo de 2017

La alegría se renueva a medida que las dificultades se convierten en ocasiones para que brille el amor y la providencia de Dios.

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Historia de la misión de los Jesuitas en Chínipas

La región de Chínipas, colindante con Sinaloa y Sonora, ocupa el suroeste del actual estado de Chihuahua. En 1610, el capitán Hurdaide, atravesando pueblos indios que no eran de paz, logró penetrar con un pequeño destacamento en aquella zona, en la que estableció el Fuerte de Montesclaros. El fuerte, construido en adobes, no era gran cosa, pero los cuatro torreones de sus cuatro esquinas impresionaron no poco a los chínipas. Al poco tiempo pidieron éstos al capitán del fuerte que viniera con ellos algún padre misionero, para hacer entre ellos lo que ya tenían noticia de que se había hecho en otras regiones.

Así llegó en visita el padre Villalta, y le recibieron adornando los caminos y organizando danzas muy festivas. El misionero les predicó, bautizó algunos niños, y les pidió que abandonaran sus crueles hábitos guerreros y supersticiosos, porque Dios abominaba de aquellas costumbres. Pronto los caciques organizaron la recogida de calaveras de enemigos vencidos, amuletos, idolillos y otros instrumentos de hechicerías y supersticiones, y se los llevaron al padre en 48 chiquihuites o cestos, para que se quemara todo, como así se hizo.

El padre Castani, sucesor de Villalta, continuó la obra misionera. Uno de los primeros y principales frutos de la misión fue que se pusieron en paz los chínipas con sus vecinos guazaparis y temoris, abriéndose incluso caminos entre estos grupos antes enemigos.

Martirio del padre Julio Pascual (1587-1632)

El jesuita Julio Matías Pascual nació en 1587 de una rica familia veneciana. Educado en Parma y Mantua, ya jesuita, pasó a México en 1616, y llegó a la misión de Chínipas en 1626. En aquella soledad alejada de toda ayuda humana, aprendió la lengua de los chínipas, y acabó bautizando a toda la nación. Consiguió reunir a 1.400 familias de guazaparis, temoris, varohios e hios en dos poblaciones. En los seis años que vivió en Chínipas, llegó el padre Pascual a conocer cuatro idiomas indios.

En la paz primera, que logró establecerse entre las naciones indias enemigas al inicio de la misión, tuvo buena parte el cacique guazapari Cabomei, «indio de grande cuerpo y robusto, aunque bien proporcionado, de fiero rostro y horrendo en el mirar y de edad de 50 años». Vestido con su manta azul que le envolvía hasta los pies, y adornado con zarcillos de conchas de nácar, medió en la causa de la paz con interminables y solemnes sermones, al modo indio. Pero más tarde Cabomei comenzó a sentir aborrecimiento por «el camino estrecho» del evangelio, y preparó una conspiración ayudado de sus guazaparis.

El padre Pascual llegó un día a Santa María de Varohios, acompañado del padre Manuel Martínez, jesuita portugués recién llegado a la misión. Pronto se dieron cuenta de que se les tendía una trampa, y llamaron en ayuda a los amigos chínipas, que viendo unidos a guazaparis y varohios no se atrevieron a intervernir. Cabomei y sus aliados prendieron fuego a la iglesia y a la casita en que estaban los dos padres. Estos se confesaron mutuamente, y prepararon también a la muerte a los oficiales y cantores que habían venido con ellos, nueve carpinteros y ocho indiecitos. Para huir del incendio hubieron de salir al patio, donde el padre Pascual, hablando en la lengua indígena, trató de apaciguar a los indios alzados. Un flechazo le hirió en el vientre, y al padre Martínez le cosieron de otro flechazo el brazo con el cuerpo. Más flechas, golpes y cuchilladas terminaron con sus vidas. De sus diecisiete acompañantes sólo se salvaron dos, por los que se conocieron los hechos al detalle. Era el 1 de febrero de 1632.

El capitán don Pedro Perea, sucesor de Hurdaide, salió con un destacamente de soldados y muchos indios en persecución de los guazaparis alzados y sus aliados. Éstos se refugiaron en lo más abrupto de la sierra, donde no podían entrar los caballos, pero los indios amigos les dieron alcance y mataron más de 800. El pueblo de los Chínipas hubo de trasladarse a región más segura, entre los sinaloas. Sólo en 1670 pudo el padre Alvaro Flores de la Sierra renovar la misión, que luego recibió un fuerte impulso del padre Salvatierra, a quien conoceremos en seguida como gran apóstol de California.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Las tres miradas: Una reflexión sobre la perspectiva nueva que el Espíritu trae a tu vida

Inevitablemente el mundo mira a la fe cristiana con desconfianza porque presiente que los cristianos terminarán luchando contra los ídolos, que son la única vida y motor que el mundo conoce.

Otra mirada que hay que conocer es la de aquel que es católico pero solamente por costumbre. A aquel que piensa de esta manera le marca continuamente el miedo: a ser ridículo, a quedarse solo, a no lograr lo que otros esperan de él, a ser perseguido.

Pero existe también la mirada que da el Espíritu Santo, una mirada sellada por la Pascua: una mirada que es realista frente al sufrimiento pero que sabe que la fidelidad termina siempre en victoria.

ROSARIO de las Semanas 20170524

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]