Unidos a Cristo en oracion

6. Debemos, pues, orar unidos a Cristo, al Espíritu Santo, con María Santísima en el seno de la santa Iglesia para que nuestra oración tenga fuerza.

Sin duda que para lograr esto debemos suplicar al Padre Bueno nos conceda su Espíritu de gracia y oración (cf. Za 12, 10), a fin de ir avanzando en la ciencia y el arte de la oración.

Pero aquí no acaba la B del ABC de la oración, puesto que en el “quién ora” no sólo debemos pedir a Dios como compañía: a Cristo, su Espíritu y a María en el seno de la Iglesia -uniéndonos a su Liturgia sacramental y orante-; sino que además debe considerar (el que ora) su estado de imperfección, fragilidad e incapacidad, para saber situarse ante Dios cuando se invoca a Dios.

Es necesario tomar el lugar que nos corresponde de criaturas pecadoras. Hay que “humillarse ante Dios”; es decir, tomar conciencia de la miseria, e insignificancia que uno es ante Dios, su Reina y su Reino, para ser dignos de permanecer ante Él. Pues Dios “rechaza a los soberbios” (cf. CEC 30).

La oración es más efectiva cuando el que ora es consciente de su condición de criatura imperfecta y, por el pecado, miserable. Entonces se dirige a Dios con amor, sinceridad y humildad, con corazón contrito y espíritu humillado.

Y Dios nunca desprecia a quien se acerca a Él de tal manera; pues a Él le atraen los de corazón quebrantado y humilde. Pues son aquellos que verdaderamente muestran necesidad apremiante de su compasión y su gracia: son los “pobres de espíritu” los que gustan a Dios (una oración sin humildad puede convertirse en blasfemia).

Quien ora así, despojado de su orgullo y unido al Espíritu, siempre pide aquello que está en la voluntad de Dios; y por ello todo se le concede.

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Renovar la escuela catolica, en orden a la Nueva Evangelizacion

“En esta educación fundada sobre el “humanismo cristiano”, lo sustantivo es la centralidad del hombre y lo adjetivo y secundario, su condición de “cristiana”, que deviene en algo accesorio, marginal y poco o nada significativo en la vida de cualquiera de estos colegios. El carácter cristiano de nuestros colegios se ha convertido en un ligero barniz que queda bien ante un público burgués liberal, siempre y cuando no se note demasiado ni exija mayores compromisos…”

Renovar la escuela católica

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