Maestros en la Fe, 1 de 6, Introduccion

[Curso a las Monjas Dominicas del Monasterio de Santa Ana, en Murcia, España.]

Tema 1 de 6: Introducción

* En nuestra época tiende a verse la fe como pura convicción subjetiva. En un enfoque así no se ve cómo alguien puede ser “maestro” de la fe de otro.

* Todo cambia cuando uno ve que precisamente la gran diferencia entre la fe cristiana y las religiones paganas es que en el caso del cristianismo hay uno que puede decir: “De esto nosotros somos testigos,” como dice Pedro en Hechos 2. por hermosas o inspiradoras que sean las narraciones de otras religiones, uno ve que al final son sólo proyecciones de deseos humanos, extrapolaciones de cualidades humanas, o imaginación que quiere suplir carencias humanas. El paganismo no saca al hombre de la prisión de sí mismo y de sus anhelos.

* La fe cristiana, por el contrario, brota del testimonio, y los testigos primeros son los apóstoles, que por eso son llamados “cimiento” (Efesios 2). Esto tiene repercusiones en la fe propia, en el quehacer de la teología y en la dimensión misionera.

* El creyente se descubre alcanzado por un hecho real, un hecho de vida. Puede esperar con derecho a que la fe haga algo en su vida porque ha afectado las vidas de otros. Su fe no es fantasía ni se apoya en esfuerzo mental subjetivo.

* La teología nace “normada.” Ser teólogo no es pensar cosas religiosas sino hacer eco al mensaje que llega por los apóstoles y sus sucesores. Lo interesante no es lo pensable ni lo real acontecido.

* La misión es derecho y deber: lo recibido es entregado, de manera que cada cristiano se sabe en deuda con los cristianos del futuro pues también ellos tienen derecho a recibir íntegro el tesoro de la fe.

ESCUCHA, Fe y Tiempo

* El Nuevo Testamento caracteriza el tiempo en que viven los cristianos con expresiones más bien sombrías: son “tiempos malos” (Efesios 5,15-16: Tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.) Se nos amonesta: “Sed salvos de esta perversa generación” (Hechoas 2,40), en continuidad con el lamento de Jesús: “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?” (Mateo 17,17). San Pablo advierte: “Debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles” (2 Timoteo 3,1; véase 4,3)

* Por otra parte, el tiempo es breve: 1 Corintios 7,29. Estos son los últimos tiempos (Hebreos 1,1), y lo sabemos porque Cristo se ha manifestado (1 Pedro 1,20). A todos se nos advierte: “no sabéis cómo será vuestra vida mañana. Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4,14). Por eso hay que saber sufrir durante un breve tiempo (1 Pedro 5,6.10).

* Enseña san Pedro: “Puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios. Porque el tiempo ya pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías.” (1 Pedro 4,1-3)

* Es Pedro también quien saca la conclusión: “El fin de todas las cosas se acerca; sed pues prudentes y de espíritu sobrio para la oración. Ante todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados. Sed hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones. Según cada uno ha recibido un don especial , úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 4,7-11).