Sanacion y santificacion de la memoria

Presentación en Prezi aquí.

1. Introducción

Santos como Agustín de Hipona y Catalina de Siena hablan de tres “potencias” en el ser humano: la memoria, la inteligencia y la voluntad. En siglos posteriores en filosofía y teología se usará más la expresión “facultades.”

Nuestras potencias son nuestros canales de crecimiento, de interacción con el mundo y de relación interpersonal. Son las bases que nos permiten definir una identidad propia.

Nuestros talentos siempre se relacionan con estas potencias y nuestras decisiones siempre afectan la manera como decidimos usarlas.

El pecado implica siempre un uso incorrecto de nuestras potencias. No sólo eso: el pecado deja daños y averías en nuestra manera de recordar, de entender y de querer.

Es evidente que para avanzar es necesario primero rectificar el rumbo; por eso todo cambio real, profundo y duradero debe empezar con sanación y santificación de nuestras potencias.

2. Santificación de la memoria

Durante siglos la memoria tuvo un papel central en la vida de la fe. El ejemplo que viene de otros siglos nos muestra que saber recordar es paso indispensable para poblar la imaginación, la fantasía, la creatividad de aquello que es sano y sanador.

Parece probado que Santo Tomás de Aquino aprendió a leer con los salmos. Ellos eran su cartilla.

De niña, Catalina de Siena grabó en su mente las imágenes literarias de la obra Leyenda Áurea de Jacobo de Vorágine, que contaba con vivo realismo los prodigios de los santos, incluyendo detalles de cómo murieron los mártires.

Hace unos años se criticaba mucho la educación puramente memorística pero nos fuimos al otro extremo: la gente cree que no es necesario recordar nada porque Internet, o Siri, lo sabe todo.

Para hacer un cambio es preciso empezar a ejercitar la propia memoria, llenándola y sanándola con la virtud de la Palabra de Dios.

Bienvenido seas, 2013!

2013

Te bendigo sin saber qué traen tus manos,
y sin saber si completo yo he de verte;
te bendigo, año del Señor dos mil trece,
y pronuncio sobre ti su Nombre Santo.

Hoy bendigo cada noche y cada día
de los trescientos sesenta y cinco tuyos,
y al bendecirte con amor yo escucho
que es el Señor quien sana y da la vida.

Me mueve la fe al empezar el año nuevo
y la esperanza me da fuerza y alegría;
la caridad sea la luz de cada día
mientras avanzo, paso a paso, hacia el Eterno.

– Fr. Belson Medina, O.P.

Pensamientos de gratitud

“Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?”

gratitud

Click!

Gracias, Dios, por el 2012

Algunas metas alcanzadas y superadas en el año 2012:

Logramos que no se acabara el mundo 😉

Más de medio millón de reproducciones en Youtube.

Más de 4000 seguidores en Twitter.

Más de 4700 suscriptores en Facebook, y más de 5000 amigos.

Más de 1000 videos publicados en Youtube

Más de 1100 suscriptores en Youtube.

Más de 21.000 suscriptores al boletín Alimento del Alma

Casi 5000 Amigos en la Fe en www.fraynelson.net

El boletín Alimento del Alma se ha publicado sin una sola falla durante cada uno de los días del año 2012. Los videos de LA GRACIA, con una reflexión de cinco minutos o menos para el Evangelio del día, se han ofeecido también sin falta.

Este año 2012 se publicó un total de más de 920 homilías nuevas. En el mismo periodo, más de 200 conferencias nuevas.

Alabado sea Jesucristo: nunca hemos tenido un déficit ni se ha dejado de cubrir una cuenta, y eso incluye números en el orden de los cientos de dólares, dadas las nuevas necesidades de protección contra ataques, que tabién han sido mayores en este año que nunca antes. Todo ha sido sostenido y hecho posible por el generoso aporte de benefactores. Especialmente a ellos: ¡GRACIAS!

Dialogo a escala global

El diálogo entre todos los hombres

92. La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero.

Lo cual requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la mutua estima, respeto y concordia, reconociendo todas las legítimas diversidades, para abrir, con fecundidad siempre creciente, el diálogo entre todos los que integran el único Pueblo de Dios, tanto los pastores como los demás fieles. Los lazos de unión de los fieles son mucho más fuertes que los motivos de división entre ellos. Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo.

Nuestro espíritu abraza al mismo tiempo a los hermanos que todavía no viven unidos a nosotros en la plenitud de comunión y abraza también a sus comunidades. Con todos ellos nos sentimos unidos por la confesión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y por el vínculo de la caridad, conscientes de que la unidad de los cristianos es objeto de esperanzas y de deseos hoy incluso por muchos que no creen en Cristo. Los avances que esta unidad realice en la verdad y en la caridad bajo la poderosa virtud y la paz para el universo mundo. Por ello, con unión de energías y en formas cada vez más adecuadas para lograr hoy con eficacia este importante propósito, procuremos que, ajustándonos cada vez más al Evangelio, cooperemos fraternalmente para servir a la familia humana, que está llamada en Cristo Jesús a ser la familia de los hijos de Dios.

Nos dirigimos también por la misma razón a todos los que creen en Dios y conservan en el legado de sus tradiciones preciados elementos religiosos y humanos, deseando que el coloquio abierto nos mueva a todos a recibir fielmente los impulsos del Espíritu y a ejecutarlos con ánimo alacre.

El deseo de este coloquio, que se siente movido hacia la verdad por impulso exclusivo de la caridad, salvando siempre la necesaria prudencia, no excluye a nadie por parte nuestra, ni siquiera a los que cultivan los bienes esclarecidos del espíritu humano, pero no reconocen todavía al Autor de todos ellos. Ni tampoco excluye a aquellos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de varias maneras. Dios Padre es el principio y el fin de todos. Por ello, todos estamos llamados a ser hermanos. En consecuencia, con esta común vocación humana y divina, podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin engaños, en verdadera paz, a la edificación del mundo.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 92]