LA GRACIA 2022/06/06 Quien parece perdedor al final es ganador

Las personas excluidas por el mundo son quienes están más dispuestas a abrirse a la propuesta de Dios y al abrirse al Señor salen ganando haciéndose bienaventurados.

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LA GRACIA del Lunes 10 de Junio de 2019

Las bienaventuranzas describen la vida de Cristo, son la ruta que conduce a la verdadera felicidad, describen la vida de los santos y son el puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

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Nueve meditaciones sobre la Virgen Inmaculada, 4 de 9: María y las bienaventuranzas

María y las bienaventuranzas

* Dos cosas son comunes entre los creyentes, cuando se trata de las bienaventuranzas: todos sabemos que se trata de un texto que es fundamental para nuestra vida cristiana; a la vez, varias de esas bienaventuranzas resultan poco menos que incomprensibles para la mayoría.

* Posiblemente la respuesta a esta dificultad está en que las bienaventuranzas son claves de vida propias de los Pobres de Yahvé.

* En efecto, en la versión de San Mateo, capítulo 5,cada una de las bienaventuranzas se dirige a un grupo de personas: “los pobres en espíritu, los que lloran, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los que procuran la paz, los que han sido perseguidos por ser justos…” Es importante preguntarnos: ¿quiénes son estas personas? ¿Existen en la realidad, en el tiempo de Cristo, o son enunciados abstractos y generales?

* Si tomamos las bienaventuranzas como “condiciones generales para ser discípulo,” su enunciado resulta encriptado, extraño y contradictorio. Por otra parte, tenemos en San Lucas, capítulo 6, una segunda versión que tiene una diferencia: las palabras de Cristo aluden directamente a su auditorio: “Dichosos VOSOTROS los pobres…” Esto hace suponer que Cristo no tiene unos principios abstractos en su cabeza; no está haciendo una teoría sino brindando una luz de gozo a personas concretas.

* ¿Y quiénes son esas personas concretas? La manera como Cristo los describe coincide con lo que sabemos con la espiritualidad y manera de ser de los Pobres de Yahvé: escépticos frente a los poderes de este mundo–y por ello maltratados y despreciados–; conscientes de su fragilidad, pero sin achicar sus anhelos; fiados solo del poder y bondad infinitos de Dios, que es sabio y compasivo.

* Todo esto indica algo muy profundo: los retratos más fidedignos de los corazones de Jesús y de María hay que buscarlos en esos textos preciosos, es decir, en las bienaventuranzas.

* Pero sí es verdad que hay algo como en código en el modo de expresarse Cristo. Lo mismo que en el caso de las parábolas, existe el riesgo de oír sin entender. No es cualquier pobreza, no es cualquier llanto, no es cualquier persecución la que abre a la felicidad que viene de Dios. Hay un llanto que hay que aprender; hay una educación del corazón que precede a las bienaventuranzas y las hace posibles. Esa educación es la propia de los que se mantienen fieles en la prueba.

* De la Virgen Santa hemos de aprender entonces de qué desprendernos, de qué dolernos, cómo y ante quién sabernos pequeños; qué es suciedad en nosotros y cómo hemos de liberarnos de ella; cuáles son nuestros verdaderos enemigos. Todo esto pertenece a una de las letanías de la Virgen, allí donde la llamamos “prudentísima.”

¿A qué bienaventuranza corresponde el don de entendimiento?

La sexta bienaventuranza, lo mismo que las demás, expresa dos cosas: una, como mérito, que es la pureza de corazón; otra, como premio, y es la visión de Dios, como hemos expuesto (1-2 q.69 a.2). Las dos cosas pertenecen, en cierto modo, al don de entendimiento. Hay, en efecto, una doble pureza. Una, en verdad, preliminar y disposición para la visión de Dios, y que consiste en la depuración de la voluntad de todo tipo de afecto desordenado. Esa pureza de corazón se logra por las virtudes y los dones propios de la voluntad. La otra, en cambio, es como un complemento para la visión divina. Se trata de una pureza de la mente depurada de los fantasmas y de los errores, de tal manera que no reciba las cosas de Dios en forma de imágenes corporales ni de perversiones heréticas. Esta pureza es obra del don de entendimiento. Hay, igualmente, una doble visión de Dios. Una, perfecta, en la cual se ve la esencia divina. La otra, imperfecta, en la cual, aunque no veamos qué sea Dios, vemos, sin embargo, qué no es. En esta vida conocemos tanto más perfectamente a Dios cuanto mejor comprendemos que sobrepasa todo lo que comprende el entendimiento. Y una y otra visión corresponden al don de entendimiento: la primera, al don de entendimiento consumado, como se dará en la patria; la segunda, al don de entendimiento incoado, como se da en el estado de vía. (S. Th., II-II, q.8, a.7, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

LA GRACIA del Martes 14 de Junio de 2016

El primer acto de amor hacia nuestros enemigos está en orar por ellos, entregándolos al poder, a la voluntad y a la soberanía de Dios.

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Bienaventurados

He conocido personas que viven en los confines de sí mismas.

Se han vuelto ajenas a sus mejores sueños y se han dejado exiliar de sus más preciados tesoros.

Da la impresión de que el centro de su existencia les resulta desconocido, como un lugar al que se tiene miedo, y entonces huyen de las preguntas fundamentales mientras van dejando pasar el tiempo en el ciclo asfixiante de producir, consumir y entretenerse.

Para no escuchar las voces profundas–el llamado mismo de la eternidad, que se acerca inexorablemente–han poblado de ruidos su día y su noche, de principio a fin. Si alguna cuestión ardua golpea su conciencia, como queriendo despertarla, entonces se vuelven instintivamente a los murmullos de la masa, y pronto encuentran una semejanza de tranquilidad en las cobijas de la opinión del momento.

Por ese camino se llama “verdad” a la noticia que más suene; es “bello” lo que más se vende en el centro comercial de moda; es “bueno” lo que todos hacen; es “feliz” el que sale con mayor frecuencia en los medios; lo “normal” lo define la estadística y ser “agradable” significa estar bien domesticado.

¡Tantos hombres y mujeres, celosamente moldeados por estas definiciones, siempre mudables y desechables, se consideran relevados de pensar, de preguntar, de disentir, de oponerse! ¿Y para qué oponerse, al fin y al cabo, si nada que uno diga o haga podrá importar? Por ello esta gente, vestida de una sonrisa a medias, que igual significa resignación que alegría fugaz, huyen del día hundiéndose en los torbellinos de la noche. La vida, según este esquema, es aguantar, jugar bien las cartas, reírse del absurdo, colgar sobre el vacío, y tener solo admiración por aquellos que un día cortan el hilo y se lanzan a la nada. Continuar leyendo “Bienaventurados”

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 09 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Anawim

Tema 9 de 12: Cómo leer las bienaventuranzas

* Es fácil leer mal las bienaventuranzas. Por ejemplo, tomar la palabra “pobre” de Mateo 5,3 e interpretarla como un dato económico que anuncia un cambio social cercano (Marx). O ver al pobre como un apocado que en su debilidad se siente cobarde para ir por lo suyo (Nietzsche). O verlo como uno que nada debe pretender en esta tierra porque su única recompensa vendrá en el más allá (religión alienante).

* Creemos que la mejor manera de leer la Escritura es acercarnos, en cuanto a es posible, al sentido que los autores sagrados quisieron darle a sus palabras, y para esto la clave es buscar qué podían entender ellos por esos términos. Por ejemplo: “Reino de Dios” tenía que aludir a lo que vivieron en tiempos del rey David, cuando hubo seguridad, prosperidad y fecundidad de la mano de Dios y en amistad con Él.

* En esa misma línea, entendemos que los “pobres” a los que se refiere Cristo en el Evangelio no son distintos de los anawim, es decir, es básicamente el mismo grupo de personas, hombres y mujeres, a los que llamamos el Pequeño Resto. Esta lectura nos permite comprender mejor por qué son llamados “bienaventurados.”

* Son bienaventurados, en efecto, porque son supervivientes; porque han sido elegidos para dar comienzo a algo nuevo y definitivo; porque han aprendido a no creer a los prepotentes de esta tierra; porque se han adherido de corazón a Dios y Dios no les ha de fallar.

* Son los mismos que tienen hambre y sed de justicia, porque primero han llorado al ver que la historia humana, si Dios no se hace presente, se limita a reciclar crueldades y arrogancias sin límite.

* Y son bienaventurados también porque no creen en la fuerza de la violencia, que es el arma preferida para la perpetuación de los ciclos de venganza y codicia. Lo de ellos es la paz, la confianza en Dios, la distancia crítica también de todas las presunciones humanas y mundanas. De ellos es el Reino de los Cielos.

AVE MARIA, Un retiro en el Espiritu, 2 de 6

[Retiro ofrecido a un grupo de laicos de la Renovación Carismática en Lima, Perú, para el Pentecostés 2013.]

* La verdadera sanación de la voluntad herida por el pecado es el remedio que se llama la GRACIA.

* Cuando se tiene la ley pero no se tiene la gracia se queda en una condición de como una estaba, porque es entonces cuando se cae en uno de estos tres abismos: (1) El cinismo; (2) La desesperación; (3) La bipolaridad, entendida de modo informal (no clínico) como el capricho subjetivista.

* En el Pueblo de Dios, fue el destierro la época señalada en el designio de Dios para crear el “Pequeño Resto,” es decir, para conducir a los suyos, a través de la humillación y el despojo, a lo esencial, lo verdadero, lo más importante. Ese destierro vino a ser así un camino pedagógico e incluso liberador, como también ha pasado a aquellas parejas que de sus crisis salen fortalecidas y mucho más unidas.

* El Antiguo Testamento es claramente una obra incompleta, o mejor: una obra que pide ser completada, porque el Pueblo pobre y humillado, que ahora sólo tiene su esperanza en Dios necesita recibir de Él una voz de misericordia, una fuerza que los restaure.

* De hecho, hay una continuidad entre las decepciones por las que pasa el Pequeño Resto y el texto cumbre de las bienaventuranzas.

* La espiritualidad de las bienaventuranzas, que es como el alma del Evangelio entero, es al mismo tiempo desilusión de todo y firmísima confianza en Dios. Es el espíritu que vemos en los personajes de los Evangelios de la Infancia (capítulos 1 y 2 de Mateo y capítulos 1 y 2 de Lucas). Nombres como Simeón, Ana, Zacarías, Isabel, y sobre todo: José y María, representan esa continuidad notable entre el pueblo salido del destierro y la noticia maravillosamente nueva del Evangelio.