La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 09 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Anawim

Tema 9 de 12: Cómo leer las bienaventuranzas

* Es fácil leer mal las bienaventuranzas. Por ejemplo, tomar la palabra “pobre” de Mateo 5,3 e interpretarla como un dato económico que anuncia un cambio social cercano (Marx). O ver al pobre como un apocado que en su debilidad se siente cobarde para ir por lo suyo (Nietzsche). O verlo como uno que nada debe pretender en esta tierra porque su única recompensa vendrá en el más allá (religión alienante).

* Creemos que la mejor manera de leer la Escritura es acercarnos, en cuanto a es posible, al sentido que los autores sagrados quisieron darle a sus palabras, y para esto la clave es buscar qué podían entender ellos por esos términos. Por ejemplo: “Reino de Dios” tenía que aludir a lo que vivieron en tiempos del rey David, cuando hubo seguridad, prosperidad y fecundidad de la mano de Dios y en amistad con Él.

* En esa misma línea, entendemos que los “pobres” a los que se refiere Cristo en el Evangelio no son distintos de los anawim, es decir, es básicamente el mismo grupo de personas, hombres y mujeres, a los que llamamos el Pequeño Resto. Esta lectura nos permite comprender mejor por qué son llamados “bienaventurados.”

* Son bienaventurados, en efecto, porque son supervivientes; porque han sido elegidos para dar comienzo a algo nuevo y definitivo; porque han aprendido a no creer a los prepotentes de esta tierra; porque se han adherido de corazón a Dios y Dios no les ha de fallar.

* Son los mismos que tienen hambre y sed de justicia, porque primero han llorado al ver que la historia humana, si Dios no se hace presente, se limita a reciclar crueldades y arrogancias sin límite.

* Y son bienaventurados también porque no creen en la fuerza de la violencia, que es el arma preferida para la perpetuación de los ciclos de venganza y codicia. Lo de ellos es la paz, la confianza en Dios, la distancia crítica también de todas las presunciones humanas y mundanas. De ellos es el Reino de los Cielos.