Contradicción-Persecución [La Comunidad en los Hechos, 15 de 20]

“Mientras hablaban ellos al pueblo se les presentaron los sacerdotes, …” (Hechos 4,1ss)

* (¿Mosto?)

– El tema del mosto, que apareció el día de Pentecostés, ahora desde el capítulo 4 ya no se ve como una simple confusión sino la contraposición entre la alegría del mundo y la alegría de Dios. La “Resurrección” es una pésima noticia para los saduceos mientras que para la Comunidad Cristiana es una muy buena noticia. Veamos por qué.

* La Resurrección de Jesús.

– Las saduceos no creían en la Resurrección.

+ La persecución idolátrica del imperio helenístico que sufrió el pueblo judío la vemos en el Segundo libro de los Macabeos. Algunos estaban dispuestos a morir antes que transgredir la ley de sus padres porque creían en la resurrección de los muertos. Una resurrección que no llegaron a presenciar o testificar. En el caso de Pedro y Juan y los demás apóstoles dicen que Jesús SÍ ha resucitado y ellos son testigos.

+ Los saduceos vivía en la cuerda floja, porque el Templo era su fuente de riqueza y prestigio, pero al mismo tiempo el Templo era un escenario típico para rebelarse contra los romanos. Los saduceos tenían que manejarse con astucia y el mayor experto era Anás.

+ Si en los tiempos de la persecución helenística, los judíos solo por la esperanza de la resurrección eran capaces de dar su vida, qué no pasaría ahora si ya no es solo la esperanza, sino que se dice que la Resurrección es un hecho realizado, comprobado y testificado.

+ Para ellos el tema de la resurrección era el esencial, porque la persona que cree en la resurrección adquiere una fuerza descomunal. Por eso, si se descubre que la resurrección es verdad, su modo de vida se les acaba. El Templo se ha convertido en un polvorín y los apóstoles son una mecha encendida.

– Los cristianos sí creían en la Resurrección.

+ Si los Apóstoles vieron lo que dicen haber visto, entonces vale la pena apostar todo por Cristo, no hay poder en la Tierra que pueda detener a los cristianos y frenar la Evangelización.

+ La razón por la que los Sumos Sacerdotes detestan la resurrección es la mismo por la que los cristianos amamos la resurrección, es decir: la fe en la resurrección es la fuerza más poderosa que hay sobre esta tierra, porque permite sobreponerse a todos los imperios de este mundo.

+ Si admitimos y creemos en la resurrección nada nos puede detener, lo podemos perder todo por Cristo. Los relatos de los mártires que se dieron por miles en aquellos tiempos vinieron a refrendar de un modo dramático que el que cree en la Resurrección puede soportar tortura, cárcel y muerte.

La fuerza de la evangelización [La Comunidad en los Hechos, 14 de 20]

“Entonces Pedro le dijo: —No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: …” (Hechos 3, 6ss)

* La Evangelización levanta la dignidad persona humana.-

El tullido esperaba una limosna. Dos lecciones se desprenden:

(1) San Pablo en la carta a los Corintios nos dice que “Cristo nos enriqueció con su pobreza”. Si los apóstoles hubiesen tenido dinero les habrían dado algo de dinero y el milagro se hubiese quedado sin hacer. La pobreza nos enfrenta con límites. A Dios le gusta que dependamos de Él. Dios no nos quiere miserables, pero tampoco nos quiere abundantes. La abundancia nos hace autosuficientes, vanos, orgullosos, inseguros, violentos frente al prójimo. La castidad se relaciona con la virtud de la pobreza y queda explicitada esa relación en la frase: La castidad es la humildad del cuerpo, así como la humildad es la castidad del alma.

(2) Dicen que no tienen, pero porque no tienen “sí tienen”. Porque no tienen lo que el mundo ofrece e idolatra, sí tienen de lo que Dios da y concede paz. El ideal de la vida religiosa es cuando somos pobres y damos lo que ningún rico puede dar: a Cristo.

* La Evangelización revela la dignidad de hijo de Dios.

– Pedro le concedió salud y con ella le concedió entrar al Templo. El tullido ha sido sanado no solo para que camine, sino para que entre en el Templo. Toda Evangelización es para que la gente entre en la Iglesia y se sienta parte de Ella.

– … Entró saltando, andando y alabando a Dios. Lo que el milagro ha conseguido es subir las expectativas. Ahora ha recibido algo inmenso: su plena dignidad de persona. Esperaba poco y recibió mucho. Los dos grandes regalos de la Evangelización son: 1) levanta la dignidad de ser humano y 2) devuelve la dignidad de hijo de Dios.

* La Evangelización crea Comunión.

– Pedro hace la exégesis del milagro. En la Constitución Apostólica Dei Verbum dice que “Dios se revela en obras y palabras donde las obras confirman a las palabras y las palabras esclarecen a las obras.

– El ex tullido no se aparta de Pedro y Juan porque su necesidad no era solo de limosna o de caminar sino de compañía. La Evangelización no puede quedarse en dar algo, sino más bien en darnos a nosotros mismos. Evangelizar es hacer hermanos de desconocidos.

– Pedro luchando contra la “parálisis del alma”. Pedro que luchó contra la parálisis del cuerpo junto a la puerta del Templo, ahora pelea contra la parálisis del alma junto a la puerta de Salomón.

– Pedro quiere que tomen conciencia que están paralíticos (v.15). Aparece la grandeza del pecado y de la Misericordia de Dios. Denuncia y anuncio que abre una puerta de esperanza. (v.16) La parálisis puede ser vencida por la fe.

– En los v.17 y siguientes se ve que evangelizar pasa por el arrepentimiento, conversión, confesión, consuelo, restauración y los Sacramentos. En ese momento es cuando Pedro es interrumpido y mandado a prisión junto con Juan.

El poder de una mirada [La Comunidad en los Hechos, 13 de 20]

“Pedro—junto con Juan— fijó en él la mirada y le dijo: —Míranos…” (Hechos 3, 4-5)

* Mirada.- La Evangelización no empieza con una actividad sino con una mirada. Una misma realidad dependiendo de los intereses personales puede ser vista de distinta manera por varias personas. En la Evangelización vemos lo mismo que la gente, pero lo vemos desde la óptica del Reinado de Dios. Hay que pedirle a Dios que nos dé Su mirada.

* Debemos empezar siempre con la renovación de la mirada, que exige a su vez una renovación del corazón. Cuando el pecado llega a nosotros y la mirada se corrompe nos hace ver al prójimo como rival (enemigo), como herramienta (lacayo), como juguete o como estorbo. Cuando llega el amor de Dios y su misericordia a nosotros se nota porque “nos dejamos interrumpir” para mirar a los que sufren y están en necesidad.

* En el versículo 5 notamos que el cojo no esperaba a alguien, sino que esperaba algo. Sus expectativas habían bajado. También el pecado hace que bajen nuestras expectativas y arruina nuestras esperanzas, acabándose en una pastoral de la derrota y del conformismo, bajo título de ser realista. El demonio necesita que nuestras expectativas sean cortas y bajas para satisfacerlas.

* La mirada de Pedro en el v.4 era diferente a la del tullido. ¿Qué había en la mirada de Pedro? Había Confrontación, Compasión, Comunicación y Comunión. Y eso es lo que tiene que haber en la evangelización cristiana.

– Confrontación:
Toda evangelización es disputa entre las fuerzas de Dios y las de la tierra. En la carta a los Colosenses se dice que Dios nos ha sacado del dominio de las tinieblas. Toda evangelización es un “exorcismo”.

– Compasión:
Se trata de padecer junto con el que está sufriendo.

– Comunicación:
Se refiere a la capacidad de transmitir una esperanza, un amor, una fuerza al que estoy viendo para darle ánimo. Pedro se lo comunica a través de su mirada. Los ojos tienen una gran fuerza. Hay que pedirle a Dios que nos dé sus ojos para mirar de la misma manera.

– Comunión:
Una vez que dejó de ser cojo ya no quería apartarse de Jesús y quería vivir en comunión con la Iglesia.

* ¿Cómo debe ser la mirada de uno? Hemos, pues, que Confrontar el poder del mal, Compadecernos del que sufre, Comunicar fe y esperanza e invitar a la Comunión en un mismo amor: esta es la mirada de los santos.

LA GRACIA del Sábado 4 de Marzo de 2017

¿Para quién es lo mejor de tus esfuerzos y talentos? ¡Piénsalo! quizás convendría que después de examinar tu vida le digas a Dios: “Sé Tú el Señor de mi vida”.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Ayúdanos a divulgar este archivo de audio en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios.]

Comunión y Misión [La Comunidad en los Hechos, 12 de 20]

* La Comunidad Cristiana no está cerrada sobre sí misma y si existe es para ser instrumento y sacramento de salvación. La Comunión y la Misión se exigen mutuamente. Nuevos desafíos van surgiendo y la Palabra viva muestra su riqueza y fecundidad.

“Había un hombre, cojo de nacimiento, …” (Hechos 3, 1-10)

* San Lucas destaca este milagro entre los muchos más prodigios para dar el cumplimiento de aquellas palabras de Cristo a los apóstoles cuando les dijo que serían sus testigos en Jerusalén. Pero también podemos ver en este milagro un “paradigma, es decir, un caso típico que contiene todos los elementos, el “ejemplo perfecto”.

* Podemos decir que el capítulo 3 de los Hechos es el modelo de lo que la Iglesia debe “hacer”, mientras que el capítulo 2 es el modelo de lo que la Iglesia debe “ser.

* Veamos los elementos de los que se compone el milagro:

+ Van a la Oración: … subían al Templo para la oración…

– De una manera general, vemos el gusto y la necesidad por la oración

– De un modo más limitado, vemos que no se sentían como un grupo separado de un judaísmo que no era una realidad unificada. Eran un grupo más que empiezan a usar la palabra Camino, más que otra religión diferente al judaísmo.

– Mientras van a orar son interrumpidos por el hombre tullido de nacimiento. Es importante ese detalle. “De nacimiento” significa lo que nadie puede cambiar.

+ Enfrentan “lo que nadie puede cambiar”:

– Los apóstoles se enfrentan con lo que nadie puede cambiar. Vemos el enfrentamiento del Dios que todo lo puede cambiar con el hombre que nadie puede cambiar. La Vida contra la muerte.

– Vemos el enfrentamiento entre los que celebran al Dios vivo y este pobre hombre postrado, triste sin poder tener a Dios. Vive en la cárcel del que no posee a Dios. La evangelización es un enfrentamiento entre las fuerzas del mal que nos quieren anclados y estáticos y la Palabra que no impele a salir.

+ Hay dos amargas ironías en este pasaje:

– la puerta Hermosa y la vida horrible de este hombre juntas. Eso es el pecado: nos hace capaces de grandes obras por fuera, pero por dentro estamos deshechos.

– lo dejaban a la puerta del Templo, pero nunca entraba. Estaba cerca, pero no entraba.

+ El cojo de nacimiento solo esperaba limosnas, había perdido toda la esperanza de entrar en el Templo. ¡Qué tristeza! Sin embargo, este hombre con su desesperación aún le quedaba en su corazón una reserva de alegría que fue despertada por el milagro.

Comunidad de Bienes [La Comunidad en los Hechos, 11 de 20]

– “Todos los creyentes estaban unidos y tenían todas las cosas en común…” (Hech. 2, 44-47)

* Estos versículos describen una bella imagen de lo que debería ser el Cristianismo. Como pasa con las palabras, también las imágenes pueden ser malentendidas, corromperse o devaluarse. Para entender correctamente esta bella imagen de la Iglesia empezaremos por quitar malos entendidos (Voluntarismo, Romanticismo y Politización) y luego veremos cómo tuvo que ser la experiencia fundante de la Primera Iglesia.

* El compartir de los cristianos no es algo natural y espontáneo, pues se corren riesgos y por lo tanto se hace necesaria una enseñanza previa.
Interpretaciones incorrectas: Voluntarismo, Romanticismo y Politización.

– Voluntarismo: Es la sobreestima de la facultad de la voluntad humana, pensando que basta con proponérselo. No obstante, vemos que la sola voluntad, dejada por lo suyo, no es capaz de hacerlo. Y además tampoco corresponde al dato bíblico que el compartir sea el fruto de un consenso mutuo.

– Romanticismo: Esta interpretación considera que se trata de la visión de la Iglesia en todo momento y en todo lugar. Esta interpretación confunde señal con norma. Las señales son oportunas y tienen su lugar y su momento, pero no tienen por qué convertirse en normas de actuar.

– Politización: Esta interpretación es la que intenta buscar paralelos entre los primeros cristianos y las propuestas de autores comunistas. Funciona diciendo que el comunismo perfecto ya se da en el libro de los Hechos.

Interpretación correcta:

* Vivir unidos significa que Jesucristo es el que une. Nuestra vida comunitaria no depende si nos llevamos bien o si compartimos, sino más bien el fruto de gente que se ha encontrado con Cristo.

* El amor fraterno es decir y sentir la siguiente frase: amo la historia que Dios está haciendo en ti y contigo. Amar al prójimo es hacer todo lo necesario para que la plenitud que Dios quiere para él, sea posible. Amar a mi hermano es amarlo santo. La unidad es querer que Cristo crezca en ti y por ello, con mi oración y mi sacrificio, hago todo lo posible para que sea una realidad. Hay que evitar amar carnalmente, que es cuando amamos solo a los que nos caen bien. La verdadera fraternidad viene de Jesús en medio, como decía Chiara Lubich.

* El hecho de que vendían sus posesiones es una señal del reverdecer de la generosidad. Allí donde Dios llega, el pueblo ve y se duele de la necesidad del prójimo. En Hech. 2 tenemos una foto del momento donde la necesidad se convierte en criterio.

Sed de infinito

Hay en el ser humano una insatisfacción profunda que sólo puede ser llenada por Dios; pero hay el riesgo de hacer el pésimo negocio de poner otras cosas antes que Él.

ROSARIO de las Semanas 20170302

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

No es tan fácil lo de los noviazgos de diferente religión

UNA HISTORIA… COMO PUEDE HABER OTRAS CON OTROS DESENLACES

El hermano mayor de Natalia, Roberto, había estudiado medicina y, en consonancia con un curriculum brillante, partió al extranjero para especializarse en un prestigioso hospital. La estancia prevista era de dos años. Por fortuna para la familia, no se olvidaba de ellos, y escribía con frecuencia. Cuando se refirió a que salía con una chica no sorprendió a nadie. Más tarde dijo que se habían hecho novios, y sus padres empezaron a inquietarse: ¿cómo sería la chica? Hicieron todo tipo de preguntas, y parecían más calmados con las respuestas tranquilizadoras de Roberto. Por fin Roberto les dijo lo que hasta ese momento no parecía querer que se supiese: que su novia era protestante.

A sus padres no les gustó, y empezaron a intentar hacerle ver que eso podía ser fuente de problemas, a lo que Roberto contestaba que cada uno era muy respetuoso con las creencias del otro, por lo que no había ningún problema. Las cartas se fueron alargando a fuerza de razonamientos. Los padres le decían que si no se daba cuenta que eran dos maneras de entender la vida. Roberto contestaba que “en el fondo apenas había diferencias” porque los dos creían “en lo fundamental”, y que “había más diferencia entre un buen católico y una mala católica, que entre un buen católico y una buena protestante”. Con esto, parecía dar a entender que su novia era una convencida y practicante protestante. Preguntaron por su familia, y resultó que su padre era pastor protestante. Esto alarmó más a la familia de Natalia.

— “¿Pero es para tanto?”, preguntaba Natalia a su madre, al verla muy agitada.

— “Que sí, hija, que sí. Si es que en estas cosas es ella siempre la que se impone. Y si se casan, ¿los hijos qué? Pues que siguen siempre a la madre. Si por lo menos fuese al revés…”

— “Ya”, dijo Natalia, con gesto de desagrado al imaginarse ella en una situación así: no era ése el tipo de novio con el que soñaba.

Y precisamente el argumento de los hijos fue el que apareció a continuación en las cartas. Ésta fue la réplica:

— “Creo que, quizás por las circunstancias, tenéis un concepto un tanto estrecho del cristianismo. Nos vendría mucho mejor a todos, católicos o no, si dejáramos de ver a las iglesias como rivales y las viéramos como complementarias. Es como los hospitales: todos vamos a lo mismo, a curar, y entre todos podemos proporcionar una oferta más completa. No siempre aplicamos las mismas técnicas, pero eso no significa que descalifiquemos a quien no trabaja como nosotros, y además aprendemos unos de otros”.

Siguieron varias cartas en el mismo tono. Más tarde, Roberto empezó a sondear a sus padres sobre la posibilidad de que fuera a pasar una semana con ellos, acompañado de su novia; debía pensar que eso acabaría por convencer a sus padres. A éstos, ya cansados del asunto, no les pareció mala idea. Así, se concertó la fecha. Cuando se aproximaba, los padres de Natalia se dieron cuenta de un problema, y llamaron a su hija:

— “Tú tendrás que enterarte bien de qué piensa y cómo es…”

— “¿Yooo…?”

— “Aquí eres tú la que sabes inglés, ¿no? Porque lo que es tu padre y yo…”

Natalia empezó a repasar su inglés, y acabó esperando con expectación la llegada de su hermano y su novia. Llegaron en la fecha prevista. La novia de Roberto, Rebeca, se alojó en la misma habitación de Natalia, y pronto comenzaron a conversar. La religión salió a escena, y Natalia no tardó en darse cuenta de que, al menos en este aspecto, la chica era bastante distinta a como la veía su hermano. Pertenecía a un sector protestante bastante hostil a la Iglesia Católica. Calificaba a ésta con términos despectivos: decía que eran arrogantes orgullosos que miran a los demás como destinados a la condenación, que habían puesto a un hombre –al Papa– en el lugar de Jesucristo, y que pretendían imponer una moral agobiante a base de amenazas. A Natalia eso le parecía insultante, y reaccionaba con genio. Le decía que ahí está la Iglesia desde el principio –desde Cristo– manteniendo la misma fe, a lo que Rebeca contestaba que los católicos la habían pervertido, y pretendían descalificar al “verdadero seguimiento de Cristo”. Natalia, ya enfadada, replicó que ella no vivía agobiada, y que estaba muy contenta de encontrar en la Iglesia todo lo que necesitaba para su espíritu; que no entendía esa animadversión hacia la Iglesia católica, salvo que no tuviera la conciencia tan tranquila al respecto y en el fondo tuviera envidia. Esta última afirmación rompió el diálogo entre ambas.

Durante los siguientes días Natalia trató de hacer ver a su hermano lo que pensaba su novia de verdad, pero fue infructuoso.

— “Que ya te conozco. Seguro que te has puesto a discutir, ¿a que sí?” Tuvo que reconocer que sí; intentó convencerle de que una cosa era su culpa –que admitía–, y otra las ideas de Rebeca, pero fue inútil.

Faltaba un día para que se marcharan, y Natalia estaba apesadumbrada, pensando que “lo había vuelto a fastidiar todo” por culpa de su carácter. Buscaba una solución para hacer entrar en razón a su hermano, pero concluía que no había nada que hacer. “¡Un momento! –exclamó de repente–, ¿y si…?”

La víspera por la noche, esperaba a Rebeca en su habitación. Natalia, que no cesaba de dar vueltas al asunto, se dirigió a ella y le preguntó:

— “Y cuando os caséis, ¿vas a seguir acompañando a Roberto a Misa?”

— “¿Y a ti qué te importa?”, fue la fría respuesta.

— “No, como me dijo que os acompañáis uno al otro los domingos…, me quedaría más tranquila si me dijeras que seguiréis…”

— “Pues no te lo voy a decir”.

— “Hija, con lo ecuménica que dice Roberto que eres…”.

— “Roberto ha vivido engañado toda su vida”.

— “Ya, y ¿no lo estarás engañando un poco dándole esperanzas falsas?”

— “¡Déjame en paz!”.

— “Sí, pero el pobre…”.

— “El pobre, afortunadamente, se está quitando de encima esos horrorosos prejuicios católicos”, contestó, ya traspasado el umbral del enfado.

— “¿Prejuiciooos?”

— “¡Sí, prejuicios! Y espero no volver a soportar esto más”.

— “¿Que nunca volverás a vernos?”

— “No, nunca más”.

— “¡Ay, qué pena!”.

— “¡Mira…!”, dijo Rebeca, ya visiblemente irritada. Natalia la interrumpió, repentinamente:

— “¿Y si se hace católico un hijo vuestro? ¿Y si opta por ser católico? ¿Cómo te va a sentar eso?”

— “Nunca, ¿me oyes?, nunca será católico un hijo mío”, contestó con una ira contenida, y salió.

A la mañana siguiente, despidiéndose en el aeropuerto, Natalia pudo estar un momento a solas con su hermano, mientras sus padres y Rebeca se entretenían en la consigna. Le contó la conversación pormenorizadamente. Roberto, más callado que de costumbre, se despidió de sus padres y, al poco, partió el avión.

Pasaron varias semanas sin noticias de Roberto, lo que puso nerviosos a sus padres, que tampoco habían conseguido mucha información de Natalia. Un día llegó por fin la carta esperada. Sin dar muchas explicaciones, dijo que había roto con su novia. Tras la firma final añadía unas palabras: “PD. Para Natalia: gracias”. Ella, que dudaba si había hecho bien o no, pareció tranquilizarse. Los padres estaban intrigados por la postdata, intuyendo que tenía que ver con el otro asunto. Se dirigieron a ella:

— “Oye, ¿tú qué has hecho?”

— “¿Quién? ¿Yo? Nada…”

[Primero publicado en fluvium.org]