LECTIO 20160617

LECTURA ESPIRITUAL. #LectioFrayNelson para el Viernes XI del Tiempo Ordinario

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LA GRACIA del Sábado 18 de Junio de 2016

Si escoges y sirves al dios incorrecto vas a vivir en el agobio, ¡descubre y escoge al Dios verdadero! y en Él encontrarás que cada día tiene su afán pero cada día es victoria suya.

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Oración humilde al acercarse a comulgar

¡Oh mi piadoso Señor Jesucristo! Yo pecador, sin presumir de mis méritos, sino confiando en tu bondad y misericordia, temo y vacilo al acercarme a la mesa de tu dulcísimo convite, pues tengo el cuerpo y el alma manchados por muchos pecados, y no he guardado con prudencia mis pensamientos y mi lengua.

Por eso, oh Dios bondadoso, oh tremenda Majestad, yo, que soy un miserable lleno de angustias, acudo a ti, fuente de misericordia; a ti voy para que me sanes, bajo tu protección me pongo, y confío tener como salvador a quien no me atrevería a mirar como juez.

A ti, Señor, muestro mis heridas y presento mis flaquezas. Sé que mis pecados son muchos y grandes, y me causan temor, mas espero en tu infinita misericordia. Oh Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre, clavado en la cruz por los hombres: mírame con tus ojos misericordiosos, oye a quien en ti espera; Tú que eres fuente inagotable de perdón, ten piedad de mis miserias y pecados.

Salve, víctima de salvación inmolada por mí y por todos los hombres en el patíbulo de la cruz. Salve, noble y preciosa sangre, que sales de las llagas de mi Señor Jesucristo crucificado y lavas los pecados de todo el mundo.

Acuérdate, Señor, de esta criatura tuya, redimida por tu sangre. Me arrepiento de haber pecado y deseo enmendar mis errores. Aleja de mí, Padre clementísimo, todas mis iniquidades y pecados, para que, limpio de alma y cuerpo, sea digno de saborear al Santo de los santos.

Concédeme que esta santa comunión de tu cuerpo y de tu sangre, que indigno me atrevo a recibir, sea el perdón de mis pecados, la perfecta purificación de mis delitos, aleje mis malos pensamientos y regenere mis buenos afectos; conceda eficacia salvadora a las obras que a ti te agradan; y, finalmente, sea la firmísima defensa de mi cuerpo y de mi alma contra las asechanzas de mis enemigos.

Amén.