LECTIO 20160608

LECTURA ESPIRITUAL. #LectioFrayNelson para el Miércoles X del Tiempo Ordinario

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Curso de Sacramentos II, parte 03 de 13: Confesión y penitencia en el segundo milenio

Sacramento de la Confesión – Confesión y Penitencia – Segundo Milenio

La idea de Comunión (koinonía) es clave en el Primer Milenio, mientras que es Gracia la que resulta fundamental en el Segundo, sin ser términos excluyentes. Hay tres riesgos que se corren al no entenderse bien el concepto de la Penitencia en el Segundo Milenio:

  • riesgo de suprimir la Gracia,
  • riesgo de cosificar la Gracia,
  • riesgo de subjetivar la Gracia.

Riesgo de suprimir la Gracia.

  • Se trata de creer que yo estoy comprando el amor de Dios, pero el perdón de Dios no se compra según en el NT.
  • Un peligro que conlleva la penitencia es que puede dar la sensación que es uno el que consigue el perdón por el acto penitencial olvidándose que ya Cristo lo consiguió en la Cruz.
  • Hay una perdida de claridad ante el infinito valor del sacrificio de Jesucristo.

Riesgo de cosificar la Gracia.

  • La Gracia se convierte en algo (cosa) que tengo o pierdo. Pero la Gracia no es tanto algo que se tiene, como estar en plena Comunión con Dios.
  • Se cosifica la Gracia en el Matrimonio cuando llevando una vida ajena al Evangelio y sin embargo se exige la ceremonia. Al igual sucede cuando se pretende comulgar por homenajear a un difunto. Se cosifica la Gracia, la Absolución y la Hostia Consagrada.
  • Los Sacramentales (imágenes, agua bendita, escapulario, estampa,…) también llegan a cosificar con la consiguiente burla al poder de Dios.

Riesgo de subjetivar la Gracia.

  • Se cae en error contrario a la objetivización (cosificación) que consiste en la subjetivización: la Gracia solo la puedo juzgar yo. Como Lutero pensaba, solo mi conciencia y la Biblia son suficientes.
  • Al igual que la cosificación lleva a la idolatría y la superstición, mientras que la subjetivización cae en el relativismo.

¿Cómo resuelve la Iglesia estos riesgos?

El análisis sereno de la Teología fue el que ayudó a entender correctamente la teoría del Perdón y la Gracia. La exposición sistemática de estos conceptos fue la que aclaró dudas y disipó los riesgos. Véase Suma Teológica – Parte IIIa – Cuestión 90, donde Santo Tomás trata el Sacramento de la Penitencia.

Aportes de Santo Tomás:

Relación entre la virtud de la Penitencia y el sacramento de la Penitencia. (véase IIIª q. 84 a. 8 y también IIIª q. 84 a. 10 ad 4.). Sto. Tomás recupera la dimensión existencial del arrepentimiento en una época en la que se ya se empezaba el fenómeno de la cosificación. El arrepentimiento es un dolor de amor frente al mal conocido. La inteligencia (ve la incoherencia) y la voluntad (se duele del mal) entran en funcionamiento en el arrepentimiento.
Al hablar de virtud se está refiriendo a un camino que no se hace solo sino en unión con Cristo para la remisión de los pecados (“completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” Col. 1, 24).

Partes del sacramento de la Penitencia.

  • Contrición: dolor de corazón y propósito de enmienda.
  • Confesión: confesión oral de los pecados.
  • Satisfacción: cumplir la penitencia.

Análisis del Concilio de Trento (9 capítulos)

  • Cap. I. De la necesidad e institución del sacramento de la Penitencia.
  • Cap. II. De la diferencia entre el sacramento de la Penitencia y el Bautismo.
  • Cap. III. De las partes y fruto de este Sacramento.
  • Cap. IV. De la Contrición.
  • Cap. V. De la Confesión.
  • Cap. VI. Del ministro de este Sacramento, y de la Absolución.
  • Cap. VII. De los casos reservados.
  • Cap. VIII. De la necesidad y fruto de la Satisfacción.
  • Cap. IX. De las obras satisfactorias.

Como ejemplo, en el capítulo VIII se dice: “…corresponde a la clemencia divina, que no se nos perdonen los pecados, sin que demos alguna satisfacción; no sea que tomando ocasión de esto, y persuadiéndonos que los pecados son más leves, procedamos como injuriosos, e insolentes contra el Espíritu Santo, y caigamos en otros muchos más graves, …” Lo cual significa que las obras satisfactorias son pura misericordia divina que actúa como “medicina” para curar los malos actos y para ayudar a crear nuevos hábitos de conducta. El Concilio de Trento, por tanto, aporta una gran clarificación sobre los problemas de la cosificación y supresión de la Gracia.

Aportes del Concilio Vaticano II.

  • Ubicación teológica del sacramento de la Penitencia.
  • Hay que situarlo en la estructura de la Iglesia teniendo en cuenta la dimensión comunitaria del pecado.
  • Se recupera dimensión eclesiológica y comunitaria del pecado.
  • Recuerda que la forma ordinaria de la Penitencia es la Confesión individual.
  • Solo en caso de peligro de muerte, no convirtamos la excepción en norma.
  • Recuperar la conciencia del don.
  • El Concilio quiere subrayar el papel fundamental de la misericordia divina.

Curso de Sacramentos II, parte 02 de 13: Confesión y penitencia en el primer milenio

Confesión y Penitencia – Primer Milenio

El Sacramento de la Reconciliación ha ido evolucionando en su praxis a lo largo de la historia. Las diversas formas de entender la realidad del pecador han ido cambiando desde los tiempos de los apóstoles hasta el día de hoy. Nos fijaremos en tres etapas:

1a etapa: Persecuciones: la cuestión de los que traicionan su fe. (siglos I-III).

¿Qué hacer ante el pecado de los bautizados?

Problema central: San Pablo, en Rom. 10, 9, nos dice que si proclamas con tus labios y crees con tu corazón serás salvo. Se trata de la oferta de amor de Cristo que te ama hasta el extremo y que te debería impedir ofenderle. Sin embargo, a Dios se le ofende, ¿qué hacer ante la realidad del pecado?

Los pecados que singularmente perturban a las primeras comunidades son tres: Adulterio, Herejía-Apostasía y Homicidio. Estos pecados suponían un dilema entre la excomunión con la consiguiente separación del pecador de la Comunidad o bien la acogida pero, eso sí, condicionada. Y es cuando se ve qué sentido tiene lo que la Biblia enseña sobre penitencias de todo tipo.

Solución propuesta: Hay que hacer un itinerario del pecado al perdón. Ese camino está marcado por la penitencia. ¿Por qué se pide una penitencia? Porque:

  • garantiza que el pecador no vuelva a recaer,
  • exterioriza un arrepentimiento genuino que no se queda en palabras, y
  • es una compensación o justicia (futura satisfacción).

La Comunión eclesial (koinonía) se resiente por los pecados y todos sufren. Todo pecado tiene una repercusión comunitaria, porque la falta de santidad en uno de los miembros de la Comunidad hace que la obra de Dios no pueda ser plena ni en el pecador ni en el otro. Dice San Pedro (1 P 4,10-11) … sirva cada uno a los demás con el don que haya recibido, cuando se peca se deja servir a la Comunidad y se la ofende. Cuanto más público es el pecado, más daño se hace a la Koinonía. Se ve fácilmente la relación entre la Teología Sacramental y la Eclesiología. Al ser el pecado una realidad eclesiológica surge otro problema a resolver: la reconciliación no puede ser solo personal. La pérdida de la resonancia comunitaria del pecado será la antesala de la disociación entre vida privada y vida pública que en el mundo moderno ha autorizado al hombre a obrar como le place: individualismo liberal.

¿Qué lugar tiene el obispo? En el enfoque de Lutero, el ministro (ya no sacerdote) tenía una misión de puro funcionario, que vemos que se ha infiltrado muchas veces en el Catolicismo actual. Pero para los antiguos, en cambio, la figura del ministro, en especial del obispo suponía un orgullo en la certeza gozosa de su origen apostólico. El carácter fundamental que los primeros cristianos descubrían en los apóstoles, fundamentalmente en los Doce, es que eran los testigos de la verdad del sacrificio y la pascua de Jesucristo. Al morir estos primeros testigos, cobra un papel esencial la sucesión apostólica.

– Los obispos no eran funcionarios sino garantes del depósito de la fe, convirtiéndose en fuente del nacimiento de la Comunidad.

– Por ello también los obispos eran los únicos facultados para imponer la penitencia y los únicos que recibían de nuevo a los penitentes después del camino de la reconciliación para perdonar los pecados por una potestad recibida de los obispos anteriores, e incluso en un primer lugar de Jesucristo a sus apóstoles.

2a etapa: Controversias arriana, nestoriana y monofisita. (siglos IV-VII).

Para destacar ene ste tiempo, la abundante provisión de reconciliaciones con la Iglesia en razón de las varias herejías.

3a etapa: Confesión auricular (siglo VII en adelante).

Conscientes de los riesgos (marginación, temor, desconfianza) que conllevaba la confesión pública practicada en la Iglesia durante los primeros siglos, algunos monjes irlandeses trajeron de Oriente una nueva modalidad de confesión llamada Confesión Auricular. Los cambios que se produjeron fueron los siguientes:

  • El obispo no es el único que perdona pecados.
  • El ministro de la Reconciliación pasó a ser el sacerdote, por delegación de la licencia recibida del obispo.
  • La Penitencia pasa del ámbito público al privado, de lo solemne a lo discreto, de lo único a lo repetido.
  • Se facilita la comprensión y acogida para los que se sienten débiles.
  • Se pasa del grupo de penitentes al anonimato, convirtiéndose en un derecho para todo cristiano, según el Derecho Canónico, la confesión anónima y privada.

Riesgos y avances de la Confesión Auricular.

Los riesgos son los que siguen:

  • El primer riesgo es la disminución del sentido comunitario.
  • El segundo problema es que aparecen catálogos de pecados con la sana intención de valorar adecuadamente los pecados, pero con ellos surge una peligrosa concepción tarifaria de la confesión. Se cae en la compra y venta del perdón, indulgencias y en la simonía.
  • El sacerdote tiene la tentación de convertirse en un “pequeño Papa,” que dispone de la salvación de las almas a su capricho llevados de su laxitud o de su excesiva rigurosidad.

Los avances que conllevó la Confesión Auricular son:

  • Atrajo a mucha gente a la confesión por el alivio que proveía y la discreción.
  • Los confesores proporcionaban formación, educación y ayuda más adecuada sobre cómo el penitente debía mejor examinarse su conciencia.
  • Ayuda a integrar la victoria sobre el pecado con la conversión permanente.

Tampoco Pfizer proveerá fármacos para la pena de muerte

“El gigante farmacéutico Pfizer anunció hace pocos días la prohibición del uso de sus medicamentos para la pena capital en Estados Unidos. Esta decisión ha sido recogida por el diario The New York Times donde afirma que la fabricación de sus productos está destinada a mejorar y salvar la vida de los pacientes, y que se opone firmemente a la utilización de los mismos como inyecciones letales. También adelantó que llevarán a cabo estrictos controles para evitar que los distribuidores vendan las drogas a los organismos estatales penales…”

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LA GRACIA del Jueves 9 de Junio de 2016

“Ser mejores que los fariseos” es abrirse al amor que llega a nosotros por Jesús para recibir su gracia y ser renovados desde el centro de nuestro ser.

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Caminar en comunidad

Cinco sugerencias sobre nuestro caminar como creyentes, convocados por el amor de Cristo:

1. Es de verdad necesario que cada uno se conozca a sí mismo: es una gracia que hay que pedir ante todo para corregirnos de lo que no vemos

2. Llegamos a conocernos mejor en comunidad porque los defectos de mi prójimo rozan mis propios defectos.

3. Parte de conocerse es poder abrirse a los dones que no hemos visto, y que Dios ya nos ha dado o quiere darnos según su generosidad y su plan para nosotros.

4. Cada persona es una historia preciosa ante los ojos de Dios.

5. Somos miembros los unos de los otros, y de hecho considerar superiores a los demás, por la rpesencia de Cristo Señor en nuestros hermanos.

Curso de Sacramentos II, parte 01 de 13: El pecado

Sacramento de la Confesión – Por qué es necesario hablar del pecado.

Los Siete Sacramentos fueron declarados por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento, siglo XVI. El Catecismo promulgado por San Juan Pablo II en 1992 divide estos siete sacramentos en tres grupos: iniciación, curación y servicio. La vida cristiana sigue también esta división. Trataremos la Confesión, uno de los Sacramentos de curación.

Para qué sirve la Religión.

Veamos la función que cumple la Religión en nuestra sociedad porque está visto que hoy en día lo que no sirve para nada se anula y se hace desaparecer. Así surgen una serie de necesidades sociales, podemos decir que a la sociedad humana lo que le sirve tiene que ofrecer una o más de estas posibilidades:

  • Resolver problemas.
  • Traer bienestar.
  • Proveer códigos de convivencia.

La Religión, de algún modo, ha intentado facilitar alguno de estos beneficios. Por ejemplo, suministrando educación, la Iglesia ayuda a “solucionar un problema,” es decir, cubrir una necesidad. Aunque luego lo que ha nacido como acto suplementario se integra como un servicio dentro de las expectativas de lo que el Estado debe proveer.

En cuanto al bienestar, la Iglesia invita a la alegría en sus festividades litúrgicas–aunque luego suceda que muchas veces pierden su carácter religioso y son tomadas por la sociedad en servicios laborales de descanso.

Sobre los códigos de convivencia, la Iglesia es útil por los normas éticas y de comportamiento que comparte. Esto agiliza las relaciones entre los ciudadanos. Sin embargo, al final sucede que las normas vistas como patrimonio simplemente “humano” son compendiadas en leyes civiles que el Estado hace suyas.

Importancia de las periferias existenciales.

Hoy en día estamos en una época post-cristiana. Cabría preguntarse si hay algún espacio para la Religión. Parecería que no. Sin embargo, vamos a ver que el Evangelio sí tiene su lugar propio y su modo de entrada: las periferias.

Desde el punto social, en el primer siglo del cristianismo vemos que la evangelización comienza en los márgenes de la sociedad, en la periferia, como bien nos recuerda el Papa Francisco. Por contraste, cuando la Iglesia ha pensado que todo está resuelto y se instala en su bienestar entonces, sucede tanto a las comunidades religiosas como a la Jerarquía, que viene el declive. En este sentido, la Iglesia ha nacido y sigue renaciendo de las periferias sociales, culturales y existenciales de las personas excluidas: “los que no”.

Desde el punto existencial, la evangelización comienza en mi historia personal cuando soy consciente de mi debilidad, mi carencia, suciedad y descuido. Todos tenemos áreas “fachada” donde nos sentimos fuertes y áreas “basura” donde nos vemos débiles. Es por las áreas basura por donde entra Jesús. Las periferias existenciales son las áreas basura, que en Teología se llama PECADO.

Pecado, en esta aproximación inicial, es algo así como “lo que no quisieras que se supiera de ti.” A la conciencia del pecado no se llega por la sola denuncia exterior, porque cuando somos acusados solemos refugiarnos en nuestra área fachada. Más que la denuncia externa es el Espíritu Santo el que revienta las resistencias internas del corazón.

El pecado surge cuando uno es consciente de la incoherencia de su propia vida con sus sueños y propósitos. El pecado rompe con:

  • mis propias razones,
  • mis propios sueños y anhelos profundos,
  • mis propios principios de acción.

Cuando este rompimiento se da, podemos decir que nos vemos obligados a enfrentar el pecado, que es la basura que está en mi periferia existencial. Cuando yo reconozco la incoherencia en mi ruptura interior es cuando descubro el pecado en mi vida.

Volviendo al esquema de la necesidades sociales, vemos que la Evangelización no comienza con los códigos de convivencia, ni con proveer bienestar sino que todo empieza en las periferias, en concreto con el tema de la basura (pecado). Hoy en día, por desgracia, con todo un sistema de juego de palabras y de eufemismos se intenta hacer desaparecer la realidad del pecado.

Hacer desaparecer el sentido del pecado es crear una muralla de ladrillo delante de la puerta de la basura.

Los sacerdotes hemos sido cómplices muchas veces de este grave error cuando:

  • evitamos hablar del pecado con la intención ingenua de acercar a la gente. Se usan eufemismos para maquillar la realidad del pecado. Interesante leer Exhortación Apostólica, Reconciliato et Paenitentia de San Juan Pablo II (§13-§18).
  • damos a entender la desaparición del infierno. La Iglesia enseña que sí existe y que no está vacío (los ángeles caídos están ya en él). En este tema hemos ido de extremo a extremo.
  • no hablamos del arrepentimiento. Ya no se habla e incluso se dice que la persona arrepentida es una persona con conflicto y patológicamente enferma.
  • desaparece entonces el perdón, pues al no haber de qué arrepentirse no tiene objeto pedir perdón.
  • reducimos la palabra misericordia, que se queda en un término que proporciona bienestar, pero que no pasa de eso.

CONSEJOS ENCARECIDOS:

  • Desconfíen de las lecturas espirituales que eviten hablar de estos términos (pecado y afines).
  • Desconfíen de los textos de Teología que no traten los términos aludidos y como consiguiente tampoco hablen del amor de Jesús hasta la sangre.
  • Tomen distancia de los discursos fáciles del tipo “Teología de la Prosperidad” o “Teología del Bienestar,” y por supuesto, la inmensa mayoría de la Literatura de Superación.

¿De dónde viene eso de “viva y deje vivir”?

Una pregunta padre esa frase vive y deja de vivir como nació, ya que es el lema de muchos que tienen la mente contaminada por el relativismo. — V.B.

* * *

Lo de vivir y dejar vivir tiene sus orígenes en el llamado “libre pensamiento,” que a su vez proviene de la fe racionalista de la Revolución Francesa, que a su vez proviene de la ambición de una nueva clase emergente, la burguesía, en el contexto de una sociedad que tenía espacio sólo para la nobleza y el clero.

La motivación original es completamente política, en la medida en que ello significa: buscar una cuota de poder. Pensaron los de la Ilustración que el camino era decapitar (literalmente) a nobles y clérigos. Con la nobleza lo lograron, y es la razón por la que Francia se volvió, después de varios intentos, una “república.” Con la Iglesia no lo lograron. Intentaron presionar a los sacerdotes para que fuera obligatorio jurar fidelidad al régimen pero un número muy grande no se prestó a ese juego.

El combate sigue. El nombre de la lucha, a estas alturas, es: secularismo, también conocido como laicismo, que quiere ahogar toda expresión pública de la fe. Y para ello es clave lo que intentan algunos: presentar como irracional todo lo que no vaya con el sistema laicista.

Por eso el tono de ellos es siempre de desprecio, como tratando de que uno se sienta “tonto,” “atrasado” o “cerrado” si no se pasa a lo que ellos llaman “mente abierta.”