Verdadero espíritu de hijos

El trabajo rinde tu cuerpo, y no puedes hacer oración. Estás siempre en la presencia de tu Padre. -Si no le hablas, mírale de cuando en cuando como un niño chiquitín… y El te sonreirá.

Nuestra voluntad, con la gracia, es omnipotente delante de Dios. -Así, a la vista de tantas ofensas para el Señor, si decimos a Jesús con voluntad eficaz, al ir en el tranvía por ejemplo: “Dios mío, querría hacer tantos actos de amor y de desagravio como vueltas da cada rueda de este coche”, en aquel mismo instante delante de Jesús realmente le hemos amado y desagraviado según era nuestro deseo.

Si tienes “vida de infancia”, por ser niño, has de ser espiritualmente goloso. -Acuérdate, como los de tu edad, de las cosas buenas que guarda tu Madre. Y esto muchas veces al día. -Es cuestión de segundos… María… Jesús… el Sagrario… la Comunión… el Amor… el sufrimiento… las ánimas benditas del purgatorio… los que pelean: el Papa, los sacerdotes… los fieles… tu alma… las almas de los tuyos… los Angeles Custodios… los pecadores…

Más pensamientos de San Josemaría.

Familias firmes en la fe, 2 de 2

[Predicaciones a un grupo de parejas y otros laicos, en San Salvador. Junio de 2014.]

Tema 2 de 2: Pequeño catecismo sobre la familia

* ¿Por qué es indispensable la defensa de la familia, de cara al futuro de la sociedad?

* ¿Hay límites en la intervención del Estado cuando se trata de legislar sobre la familia?

* ¿Qué bases biológicas y en general corporales hay para afirmar la diferencia, complementariedad e igual dignidad entre el hombre y la mujer?

* ¿Qué bienes particulares vienen a los hijos del hecho de tener como referencias de educación y autoridad al hombre y a la mujer, y no por ejemplo dos hombres o dos mujeres?

* ¿Por qué se afirma que nuestra época se encuentra particularmente escasa de verdaderos papás, y qué repercusiones tiene ello en cuanto los hijos?

* ¿Si es verdad la complementariedad de los sexos, por qué se promueven vocaciones de celibato en la Iglesia?

Familias firmes en la fe, 1 de 2

[Predicaciones a un grupo de parejas y otros laicos, en San Salvador. Junio de 2014.]

Tema 1 de 2: Josué, un hombre firme en la fe

* Josué, hijo de Nun, el ayudante de Moisés, recibió el encargo de hacer entrar al pueblo elegido en la tierra prometida. Mas esta tierra no estaba aguardándoles sino que estaba ocupada por pueblos idolátricos que daban culto a los baales.

* Josué se da cuenta de que las atractivas promesas (falsas) de los ídolos pueden tener peso en el corazón de los hebreos. Pero el error fundamental no está en lo que prometen sino en que la religión de Baal mira la relación con la divinidad como un negocio en el cual uno saca tanto como invierte. Ello por supuesto es una iniciativa de lo que hace grande la salvación de Dios, a saber, que es el amo lo que le mueve.

* También nuestro tiempo tiene sus idolatrías que siguen persiguiendo la seguridad, prosperidad y fecundidad de aquellos baales. Y por eso también en nuestra época hace falta que, con una actitud resuelta, los cristianos digan: De eso, en mi casa, jamás.

¿Qué fue lo mejor que te sucedió en este Pentecostés?

Este año compartí la preparación y celebración de Pentecostés con mis amigos de la Renovcación Carismática en San Salvador.

MUCHAS COSAS muy buenas me sucedieron: la fraternidad y cariño del pueblo salvadoreño; la oportunidad de celebrar y predicar con amor y con gusto en diferentes asambleas verdaderamente ávidas de la Palabra de Dios; el poder saborear las riquezas de nuestra liturgia y nuestra fe; el gozo de sentir que se te acelera el pulso en la presencia del Santo entre los Santos…

¿Cómo fue tu Pentecostés?

Conoce el Fuego del Espíritu Santo, 2 de 2

[Predicación a una asamblea de la Renovación Carismática Católica en San Salvador. Junio de 2014]

Parte 2: Cuarta razón por la que requerimos del Fuego de Dios

(4) Sólo el Espíritu hace posible la transmisión fiel y eficaz del Evangelio. Esto conviene verlo en Cristo y luego en los discípulos de Cristo.

(4.1) Cristo significa “Mesías,” “Ungido.” Para comprender qué es un mesías, conviene hacer el contraste entre los únicos tres reyes (los únicos tres ungidos) que tuvo el pueblo de Dios mientras estuvo unificado. Son ellos: Saúl, David y Salomón. En términos de comportamiento moral todos tuvieron graves falencias pero hay algo que hace sobresalir a David. Mientras que Saúl llegó a creerse gran cosa por su capacidad militar, y salomón se apoyó demasiado en su sola inteligencia humana, a David nunca se le olvidó ser oveja por el hecho de ser pastor del pueblo de Dios. Eso es lo propio de un mesías: acoger el don de Dios, ponerlo a su servicio, y tener siempre presente que el don es de Dios y no propio.

(4.2) Nosotros necesitamos fuego para evangelizar. (4.2.1) Lo mismo que Jeremías, necesitamos esa experiencia de la Palabra viva que no podemos retener, aunque ella nos acarree burlas, ataques o indiferencia. (4.2.2) Para rehacer nuestras fuerzas, necesitamos calor de hogar de fe, y eso es lo que nos concede la comunidad creyente. (4.2.3) Vivimos en un mundo de muertos-vivos, de zombies, y nuestra motivación no puede depender del reconocimiento o los aplausos de los demás. Hay que llevar adentro el motor.

Conoce el Fuego del Espíritu Santo, 1 de 2

[Predicación a una asamblea de la Renovación Carismática Católica en San Salvador. Junio de 2014]

Parte 1: Tres de las cuatro razones por las que requerimos del Fuego de Dios

* El pasaje de los Discípulos de Emaús (en Lucas 24) nos recuerda que el fuego de amor hacia Cristo puede resfriarse y pasar por crisis. También demuestra que Cristo mismo, desde la fuerza de su resurrección, puede infundir un nuevo ardor en nuestro caminar de fe. Lo cual conduce a la pregunta: ¿por qué necesitamos del Fuego Nuevo que trae el Resucitado? Hay cuatro poderosas razones, de las cuales en esta enseñanza examinamos tres:

(1) El fuego purifica: (1.1) El germen de tentación que lleva al pecado no soporta la alta temperatura de amor de la Cruz de Cristo. (1.2) El Espíritu es un amor mejor que hace palidecer y facilita descartar los falsos amores que llevan a idolatría.

(2) El fuego nos hace dóciles: como el hierro que transformado por el calor puede ser forjado. Y nótese algo: Ningún argumento convencerá al hierro frío de que puede tomar la forma sublime que sólo le dará la forja. Por eso el fuego no discute: obra.

(3) El fuego nos hace hermanos: sólo molidos por el poder de la Palabra, que tritura nuestros ídolos, y remojados y horneados por el Espíritu llegamos a ser Pan vivo que da vida al mundo.

Una gran lección de San Agustín de Hipona

“Desde Hipona, al otro lado del Mediterráneo San Agustín miraba a Roma como la madre de la civilización, sustentadora de la Pax Romana, de las leyes, de las artes y de esa nueva fuerza que había surgido en Palestina tres siglos antes: el cristianismo que ahora llenaba el imperio con nuevos ímpetus ya no de conquistar naciones y hollarlas bajo las cáligas romanas sino de evangelizarlas para traerlas al rebaño de Cristo. Esa visión de Agustín quedó destrozada cuando las noticias del saqueo de Roma le llegaron en 410 a.D. …”

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¡Ven, Espíritu Santo!

Ninguna lección más importante que aprender qué es y quién es el amor.

Descubrir qué es el amor es aprender a distinguirlo de sus numerosas falsificaciones; descubrir quién es el Amor es entrar en una relación personal de donación con Aquel que se llama “don” y que sólo puede ser comprendido en el acto mismo de darse.

El Espíritu Santo es la agilidad misma del amor en acto de amar. Sencillamente no puede concebirse algo más activo que Aquel que da el ser y hace ser. Por eso es metafísicamente imposible para un ser creado situarse por fuera de sus propias posibilidades de ser para ver cómo el Espíritu hace posible ser.

A esto alude Cristo cuando dice que no sabemos de dónde viene ni a dónde va el viento aunque percibimos su actuar. Todo conocimiento del Espíritu es reflejo: podemos regresar sobre sus maravillas, y elevar el pensamiento hacia la magnitud de su poder y la inmensidad de su hermosura pero va siempre delante de nosotros, y a la vez nos antecede como la realidad antecede a la palabra que intenta atraparla.

Sin embargo, el Espíritu no se sitúa en el ámbito de la pura ignorancia sino en el espacio inconmensurable de una luz que hace inteligible áreas que ignorábamos de nosotros mismos. Por eso el Pneuma, el Espíritu, no puede ser invocado si no es en relación con el Lógos, el Verbo, que se ha encarnado y que con la santidad de su vida ha expulsado las tinieblas. Cualquier expectativa del Pneuma sin el Lógos nos arroja en el terreno de la ignorancia crasa y nos convierte así en juguetes de los espíritus malignos, y no en instrumentos vivos del Espíritu Santo de Dios.

La oración del cristiano es entonces una prolongación y eco de la oración de Cristo, que ha rogado al Padre, con eficacia invencible, que nos conceda el Espíritu. La voz de Jesús, que brota de su amantísimo y compasivo corazón, nos enseña a decir con acento de hijos: ¡VEN, ESPÍRITU SANTO!