Vivir, peregrinar y revivir

Primero el amor del cielo; luego los de la tierra.

* A partir de lo mandado en el libro del Deuteronomio, el pueblo judío consolidó la práctica de acudir a Jerusalén como lugar único para ofrecer los sacrificios. Esta costumbre establecida es la fuente de la principal peregrinación de la que habla el Antiguo Testamento.

* Peregrinar es oportunidad preciosa para aprender mucho sobre la vida humana porque vivir es estar en camino. La peregrinación nos invita a desprendernos de lo innecesario, a no dar demasiada importancia a lo transitorio, y a mantener los ojos en la meta.

* Las peregrinaciones de los antiguos hebreos nos ayudan también a entender mejor pasajes específicos de la vida de Cristo, como las condiciones mismas de su nacimiento, o el hecho de haberse quedado en Jerusalén, a la edad de unos doce años, “sin que lo notasen sus padres” (Lucas 2).

* Como nuestra meta verdadera no es ningún punto de la vida, el amor de Dios tiene a veces que agrietar nuestros castillos y secar nuestros jardines, de modo que no se nos olvide seguir avanzando.

* Evidentemente, quien sufre ese tipo de contradicción se siente agredido por Dios y corre el riesgo de interpretar como falta de presencia o de amor lo que no es sino providencia que busca el mayor bien para nosotros. por eso la madurez cristiana empieza solamente cuando le damos “permiso” a Dios para que cambie nuestros planes y contradiga nuestras expectativas.

* Aunque no todo es desierto, desasimiento y desconcierto: nuestro Dios es Padre amoroso que sabe darnos refrigerios, consuelos y nuevas fuerzas en el camino. Parte de la madurez es también saber recibir esos regalos, tan necesarios como inmerecidos. “Cuando es ayuno, es ayuno; cuando es perdiz, es perdiz,” decía Santa Teresa de Jesús.

* Y que no olvidemos de dónde viene nuestra verdadera “justicia,” según el salmo 122: de Jerusalén. Sólo quien conserva en primer lugar el amor al Dios del Cielo recibe de ese amor orden para todos sus demás afectos, proyectos y tareas.

De que sirve creer, si hay ateos tan buenos

Si hay ateos mejores y más caritativos que los cristianos, ¿de qué nos sirve ser creyentes y cristianos?

Aparentemente de nada. Y de hecho, la fe es un asunto de verdad y no de utilidad. Pero al acercarnos más al concepto de la fe, observamos que desde ella se enfrentan con un profundo sentido preguntas como: «¿por qué la vida? ¿por qué la muerte?» Son preguntas que la mayoría de los ateos confiesa no saber responder. La fe da un sentido a nuestra vida y nos ayuda a darle forma.

Llegados a este punto, conviene hacer algunas consideraciones:

1.– Ser cristiano es una condición no fácil de vivir con coherencia; se espera mucho de nosotros, y eso es un elogio.

2.– Algunos ateos son buenos con sus amigos; pero Jesucristo nos impulsa a llevar esta bondad hasta el heroísmo. La caridad, en el mandato de Jesús, no tiene fronteras –recordemos la parábola del buen Samaritano–. Por eso dice a sus discípulos: «si solo amáis a los que os aman… ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso también los paganos?» (Mt 5,46-47). Católico quiere decir abierto a todos.

3.– Es cierto que hay no creyentes que anteponen el amor a los demás, cualesquiera que sean, por encima de todo, por lo menos en algunos momentos de sus vidas. Ahora bien,

–en ese caso, hay que decir que son creyentes, puesto que creen en algo invisible, el amor, algo que tiene más valor que todo lo que se puede ver y tocar.

–este hecho prueba al creyente que el Espíritu actúa más allá de los límites visibles de la Iglesia. El sentido superior del amor pervive más allá de los límites de la Iglesia y del conocimiento de la misma. El empeño de misioneros y apóstoles, justamente, parte de esta fe en la acción secreta de Dios en el corazón de los hombres. Éstos, por la acción evangelizadora, han de llegar a conocer y a vivir plenamente lo que ya están viviendo en alguna medida.

4.– Pero es una lástima que estos «incrédulos» no sean cristianos.

–porque así tendrían más coraje para luchar, al saber que están construyendo un reino que no pasará; se llevarán una sorpresa cuando un día lleguen a descubrirlo.

–además, cuando sufrieran agotamientos, desánimos, podrían reafirmarse en un amor pleno apoyándose en la fuerza del amor de Cristo por la oración y los sacramentos, a ejemplo de los santos.

«En un principio descubrí que el hombre está hecho para amar; pero me quedaba por saber que el hombre no es el Amor y que ha de sacar el Amor de su fuente» (Jacques Lebreton).

Queda por observar que hay, y en mil versiones, gigantes de la santidad – Francisco de Asís y Vicente de Paul, un Padre de Foucauld o un Maximiliano Kolbe, Teresa de Jesús o Teresa del Niño Jesús–, cuya talla moral es un desafío histórico ante el que ha de inclinarse el ateo.

• «Si conocieras el don de Dios» (Jn 4,10).

Lineamenta para el Sinodo sobre Fe y Nueva Evangelizacion

Al concluir la celebración de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Medio Oriente, el Papa Benedicto XVI ha puesto claramente el tema de la nueva evangelización en el primer puesto en la agenda de nuestra Iglesia. «Se ha evocado muchas veces la urgente necesidad de una nueva evangelización también para Oriente Medio. Se trata de un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización. También la reciente creación del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización responde a esta profunda exigencia. Por eso, después de haber consultado al Episcopado de todo el mundo y después de haber escuchado al Consejo ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los obispos, he decidido dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana».

lineamenta nueva evangelizacion 2012

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Renueva tu fe, 2 de 5, El itinerario del apostol Tomas

Renueva tu Fe. Serie de Enseñanzas sobre el don de creer, para el “Año de la Fe” promulgado por el Papa Benedicto XVI.

Tema 2 de 5: El itinerario de fe del apóstol Tomás.

* El que se aparta de la comunidad se pierde de la presencia de Cristo.

* El don de la fe es como luz muy intensa que lleva a reconocer nuestra verdad, y en ella, la mugre que no hemos querido reconocer.

* Pero Cristo no llega a recriminarnos sino a devolvernos la dulce y transformadora experiencia de su amor que salva. Al mostrarnos sus llagas nos muestra la espantosa realidad del pecado pero también la increíble misericordia divina.

* Cristo invita a Tomás a que “entre” en su costado. La Palabra no dice que le dijera luego que saliera. Señal es de que debemos permanecer en la experiencia de su sangre redentora y del palpitar de su amor.