La prudencia y el “justo medio” en las virtudes morales

Conformarse con la recta razón es el fin propio de cualquier virtud moral. Y así, la templanza va encaminada a que el hombre no se desvíe de la razón por la concupiscencia; igualmente, la fortaleza procura que no se aparte del juicio recto de la razón por el temor o por audacia. Ese fin se lo señaló al hombre la razón natural, que dicta a cada uno obrar conforme a la razón. Ahora bien, incumbe a la prudencia determinar de qué manera y con qué medios debe el hombre alcanzar con sus actos el medio racional. En efecto, aunque el fin de la virtud moral es alcanzar el justo medio, éste solamente se logra mediante la recta disposición de los medios. (S. Th., II-II, q.47, a.7, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

La virtud de la prudencia guía a las demás virtudes humanas

El fin de las virtudes morales es el bien humano, y el del alma humana consiste en estar regulada por la razón, como demuestra Dionisio en el c.4 De div. nom. Es, por lo tanto, necesario que se dé previamente en la razón el fin de las virtudes morales. Y así como en la razón especulativa hay cosas conocidas naturalmente de las que se ocupa el entendimiento, y cosas conocidas a través de ellas, o sea, las conclusiones que pertenecen a la ciencia, así en la razón práctica preexisten ciertas cosas como principios naturales, y son los fines de las virtudes morales, porque, como ya hemos expuesto (q.23 a.7 ad 2; 1-2 q.57 a.1), el fin en el orden de la acción es como el principio en el plano del conocimiento. Hay, a su vez, en la razón práctica algunas cosas como conclusiones, que son los medios, a los cuales llegamos por los mismos fines. De éstos se ocupa la prudencia que aplica los principios universales a las conclusiones particulares del orden de la acción. Por eso no incumbe a la prudencia imponer el fin a las virtudes morales, sino sólo disponer de los medios. (S. Th., II-II, q.47, a.6, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Educar ¿En qué?

“Esta palabra “virtud”, como que no nos suena mucho, o si creemos que la hemos escuchado, tal vez fue al sacerdote, a la religiosa, en algún retiro, en la Santa Misa; pero a ciencia cierta no sabemos ni qué es una virtud…”

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Manual sobre disciplina positiva

“La adaptación y traducción del Manual: Disciplina Positiva – pautas de crianza para madres, padres y profesionales de la educación, elaborado por Save the Children, forma parte del Proyecto: Una campaña por una crianza sin violencia, que ACHNU viene desarrollando en Chile desde hace un par de años. La propuesta busca generar procesos de cambio en las formas de crianza de niños y niñas que eliminen el castigo físico y humillante en cualquiera de sus formas…”

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¿Por qué se dice que la caridad es la que da forma a todas las virtudes?

En materia moral, la forma de la acción se toma principalmente del fin. La razón de ello está en el hecho de que el principio de los actos morales es la voluntad, cuyo objeto y cuasi forma es el fin. Ahora bien, la forma del acto sigue siempre a la del agente, y por eso es necesario que en materia moral lo que imprime a la acción el orden al fin le dé también la forma. Es evidente, según hemos dicho (a.7), que la caridad ordena los actos de las demás virtudes al fin último, y por eso también da a las demás virtudes la forma. Por lo tanto, se dice que es forma de las virtudes, ya que incluso las mismas virtudes son tales por el ordenamiento a los actos formados. (S. Th., II-II, q.23, a.8, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

¿Puede haber verdadera virtud sin caridad?

Como ya hemos expuesto (1-2 q.55 a.4), la virtud va ordenada al bien. Pues bien, el bien principal es el fin, ya que los medios son considerados como buenos en orden al fin. Mas dado que hay un doble fin, último y próximo, hay asimismo un doble bien: uno último, y otro próximo y particular. El fin último y principal del hombre es, ciertamente, gozar de Dios, a tenor de las palabras de la Escritura: Para mí es bueno unirme a Dios (Sal 72,28), y a ello está ordenado el hombre por la caridad. El bien secundario, y en cierta manera particular, puede ser doble: uno que es en realidad verdadero bien, por ser de suyo ordenable al bien principal, el último fin; y otro no verdadero, sino aparente, porque aparta del bien final.

Resulta, pues, evidente que es absolutamente virtud verdadera la que ordena al fin principal del hombre, como afirma el Filósofo diciendo en VII Physic. que es virtud la disposición de lo perfecto hacia lo mejor. No puede, por lo tanto, haber virtud sin caridad. Pero si se toma la virtud por decir orden a un bien particular, puede haber virtud verdadera sin caridad, en cuanto que se ordena a un bien particular. Pero si ese bien particular no es verdadero, sino aparente, la virtud relacionada con él no será verdadera, sino apariencia de virtud, como dice San Agustín en IV lib. Contra lulian.: No es verdadera virtud la prudencia del avaro, con la que se procura diferentes géneros de lucro; ni su justicia, por la que desprecia los bienes ajenos por el temor de grandes dispendios; ni su templanza, que refrena el apetito lujurioso por ser derrochador; ni su fortaleza, de la que dice Horacio que rehuye la pobreza arriesgándose por mar, montes y fuego. Mas si el bien particular es verdadero, por ejemplo, la conservación de la ciudad o cosas semejantes, habrá verdadera, aunque imperfecta virtud, a no ser que vaya referida al bien final y perfecto. En conclusión, pues, de suyo no puede haber virtud verdadera sin caridad. (S. Th., II-II, q.23, a.7, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

La fraternidad brota de las verdaderas virtudes

La dificultad para la convivencia humana suele estar en que todos estamos más dispuestos a recibir que a dar. Cambiar esta actitud y estar dispuestos a aportar lo nuestro es siempre asumir el camino de la virtud. Necesitamos virtudes humanas, virtudes domésticas y virtudes teologales. No se excluyen ni se oponen sino que se complementan estos tipos de virtudes. En cuanto a las virtudes humanas, es importante dar su lugar a las llamadas “cardinales” porque precisamente son los ejes en torno de los cuales giran las demás. La PRUDENCIA como virtud cardinal nos exhorta a pensar, hablar y obrar del modo mejor. La necedad cansa, causa conflictos y estropea resultados. Pero la prudencia no significa pasividad, negociación por conveniencia, cobardía o deseo de complacer a toda costa. La prudencia, en cambio, nos hace capaces de observar mejor lo que viven otros alrededor nuestro, y también reconocer cuál es el impacto positivo o negativo de nuestras acciones o silencios. La prudencia nos pone en la ruta de cuál es el bien mayor, más allá de nuestros bienes inmediatos y egoístas. La prudencia, en fin, nos hace discípulos perpetuos de la verdad que siempre conserva capacidad de sorprendernos. La JUSTICIA hay que entenderla desde dos puntos fundamentales: que ante todo hay que ser justos con Dios, dándole su lugar, y que ser justos con el prójimo implica lo que leemos en Hechos de los Apóstoles: dar a cada uno según su necesidad. Surge así de todos una unidad y una armonía que son el cimiento sólido de la fraternidad verdadera.

Lugar de la fortaleza y la templanza en el camino de construcción de la fraternidad

La virtud de la FORTALEZA nos llama a emprender el camino, muchas veces arduo, de construir comunidad. En efecto, no es este un camino que se dé espontáneamente y como por sí mismo, ni tampoco le faltan los obstáculos. Necesitaremos de esta virtud para mantener el saludable equilibrio emocional, así como para resistir a las presiones del miedo o de la manipulación, incluso por parte de la propia familia. La TEMPLANZA regula nuestros apetitos y deseos tanto en los alimentos como en la afectividad y la sexualidad. La práctica de esta virtud nos lleva por un camino de discreta penitencia y abnegación que no da paso fácilmente al orgullo y que nos educa para llegar a virtudes más altas. Además, la templanza tiene que ver con salir de nuestra comodidad y carnalidad, es decir, aquella zona de confort en la que estamos a gustó pero no avanzamos.

Santidad en familia: ¿es posible?

Cuatro rasgos destacan en las virtudes domésticas, las propias de la “domus,” la casa: la verdad propia de lo auténtico; la constancia propia de lo cotidiano; la sencillez propia de lo humilde; y la amplitud propia de lo que a todos concierne y a todos beneficia y bendice.

Doce características de una persona sabia

Doce caracetrísticas de una persona sabia:

* Es coherente entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace.

* Busca lo bueno dentro de sus circunstancias, ya sean favorables o adversas.

* Sabe integrar su mundo interior con su entorno social.

* Reconoce cuando se equivoca y lo admite sin dificultad.

* Es lo suficientemente humilde como para preguntar y aprender.

* No teme cuestionarse pero tampoco se encierra en su mundo interior de pensamientos.

* Sabe escuchar con atención y respeto a los demás.

* Valora su presente y no pierde la ruta de sus convicciones y mejres ideales.

* Agradece sus dones y no pierde tiempo en quejas incesantes.

* Sabe dar espacio a sus emociones pero no se deja llevar simplemente por ellas.

* Disfruta el silencio y encuentra lo positivo de los tiempos de soledad.

* Habla más bien poco pero cuando lo hace es escuchado.

¿Pesada la carga?

¿Que la carga es pesada? -¡No, y mil veces no! Esas obligaciones, que aceptaste libremente, son alas que te levantan sobre el cieno vil de las pasiones. ¿Acaso sienten los pájaros el peso de sus alas? Córtalas, ponlas en el platillo de una balanza: ¡pesan! ¿Puede, sin embargo, volar el ave si se las arrancan? Necesita esas alas así; y no advierte su pesantez porque la elevan sobre el nivel de las otras criaturas. ¡También tus “alas” pesan! Pero, si te faltaran, caerías en las más sucias ciénagas.

Más pensamientos de San Josemaría.

Palabras fáciles y palabras difíciles

Palabras fáciles y difíciles

* La comunicación es una realidad que nos cobija a todos. Una buena comunicación es algo que todos necesitamos: entre padres e hijos, esposos, familia, en el trabajo, con los amigos e incluso con las personas que piensan distinto que nosotros.

* Multitud de problemas surgen por una mala comunicación. Cuando hay una mala comunicación no se quién eres entonces empiezo a imaginarte.

* Las personas que tienen un cargo de dirección han de ser expertos en comunicación.

* Padre o madre: la comunicación que usted tenga con sus hijos es completamente vital para que el mensaje que tu quieres transmitir a tu hijo llegue y él no lo entienda de manera diferente.

Las palabras fáciles

Las palabras fáciles son las que le salen a uno sin ningún esfuerzo; son palabras que uno no las piensa y que por ello dice de una manera imprudente.

1. Las palabras fáciles que decimos para quitarnos una responsabilidad, por ejemplo, cuando las parejas se echan la culpa: “…es que ella, es que el…”.

2. Palabras fáciles que decimos porque queremos desahogarnos; por ejemplo, un papá que le dice a su hijo “usted no sirve para nada”. Estas palabras se dicen en dos segundos pero no se pueden recoger en dos años ni veinte años.

3. Palabras fáciles, también, cuando nosotros nos hacemos cómplices de una murmuración, y es algo que no nos consta. Son terriblemente irresponsables ya que pueden dañar a una persona o a un hogar. Además, crean prejuicios.

4. Las palabras fáciles que decimos porque queremos obtener un beneficio o provecho de alguien, por ejemplo, los que están en proceso de conquista o de seducción. La persona que esta tratando de conquistar a otra persona sabe muy bien que necesita tener detalles, palabras cariñosas, dulces pero muchas veces en esas palabras hay mentira y eso duele, por ejemplo, la mujer que es seducida por un hombre casado o el hombre que solo busca sexo con una mujer, que al final se siente no sólo usada sino engañada. Dice Jesús en Mateo 5,37: “Que el lenguaje de ustedes sea si cuando es si y no cuando es no, lo que pase de ahí viene del demonio”. Enseñándonos que no caigamos en la tentación de estas palabras fáciles.

Las palabras difíciles

* Son aquellas palabras que no decimos con mucha frecuencia pero que tienen una gran capacidad para construir el bien en nosotros y en los demás.

1. Me equivoque.

* Reconocer que uno se ha equivocado es muy difícil porque resulta que cuando uno reconoce su error tiene que humillar su ego y todos los seres humanos tenemos nuestro orgullo.

* ¿Por qué en una relación de pareja es tan difícil para un hombre decirle a su pareja “la verdad es que me equivoque en lo que yo pensé que teníamos que hacer”? Porque a veces siente el hombre que si reconoce su error se lo van a sacar en cara toda la vida.

* Lo mismo para la mujer en una pareja es muy difícil reconocer que se equivoco porque una carta secreta de muchas mujeres es que no se equivocan en nada.

* Para una mujer reconocer frente a su pareja que se equivoco necesita mucha humildad, porque ella sabe que si se equivoca, de ahí en adelante cada vez que diga algo le van decir “¿no será que te estas equivocando otra vez?”

* Pero la palabra “me equivoqué” es profundamente sanadora porque nos abre a la verdad. Jesús dijo: “La verdad os hará libres”.

2. Perdóname.

* Pocas cosas son tan fuertes para reconstruir una relación como pedir perdón, porque hay un sentido de justicia que todos los seres humano tenemos.

3. Te perdono.

* Decir esta palabra es muy duro pero produce un gran descanso.

4. Necesito ayuda.

* Lo más difícil para una persona que tiene un vicio es reconocer que lo tiene, es decir, reconocer que necesita ayuda. Entre más se demore una persona en reconocer que necesita ayuda es peor.

5. Te agradezco mucho.

* Son palabras poderosas que ayudan a construir el bien.

6. Dar gracia a Dios.

* Dios nuestro Padre, no es que necesite nuestras oraciones, pero también Dios quiere escuchar palabras de agradecimiento.

* Haz la prueba de decir esas palabras que al principio parecen difíciles y descubrirás que tu vida se irá llenando de color y de alegría.

Hábitos, virtudes y vicios

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La voluntad humana

* Los actos voluntarios se escriben dentro de una historia personal, esto nos obliga hablar de los hábitos.

* ¿Qué es un habito? Es un comportamiento que determina una multitud de actos y que de tal manera esta incorporando en nuestra vida cotidiana que llega a construir como una segunda naturaleza.

* Cuando hablamos de naturaleza decimos que es lo propio del ser, ejemplo, la capacidad de volar de una gaviota.

* El hábito se convierte como una segunda naturaleza, en el sentido en que vuelve naturales en nosotros cosas que no teníamos por nacimiento o especie o raza, sino que proviene de la historia en la que nosotros venimos (crianza y las cosas que nos han sucedido).

* Hay hábitos buenos llamados virtudes y hábitos malos llamados vicios.

Las características de un hábito

* Hay hábitos que tienen que ver con la inteligencia, la voluntad, o el cuerpo.

* Normalmente los hábitos tienen dimensiones interiores (en la medida en que son vividos por personas), y exteriores (en el sentido que tienen una sanción o una aprobación social).

* Una vez que se adquiere el hábito se convierte en algo sencillo, fácil y un mecanismo trasparente.

* El hábito tiene una dimensión placentera, sentirse a gusto, sentirse en casa, por ejemplo, la forma de vestir. Si hablamos de un vicio, lo fácil se convierte en una trampa y es difícil quitarlo, ejemplo, el resentimiento.

* Los hábitos nos hacen eficientes. La eficiencia de un hábito es finalmente un acto de elegancia: saber sacar el máximo provecho, la máxima eficiencia de los recursos que se tiene, por ejemplo, un ciclista saca lo mejor de su organismo para su rendimiento.

Nociones de acto y actitud

* Un acto es aquel momento de decisión, elección y acción que cambia algo en mi historia personal. La gran mayoría de los actos tiene una repercusión interior y exterior. Todos los cambios que nosotros hacemos y las decisiones que tomamos tiene un impacto en primer lugar en nosotros mismos. Un acto es como un golpe de cincel de un escultor.

* El razonamiento que tienen autores, como Marciano Vidal, cuando proponen lo que ellos llaman una moral de actitudes es el siguiente: La obsesión de los actos es paralizante, obsesiva y fácilmente lleva a los escrúpulos. Entonces lo primero que debo buscar en mi vida es cual es mi opción fundamental: ¿Qué es lo principal de mi vida?, y a partir de esa opción fundamental ir construyendo cuales son las grandes actitudes (directrices). Otro autor, Antonio Hortelano, también plantea una moral que no se obsesione con los actos sino que más bien, mire cuales son las directrices de comportamiento. Las grandes directrices del ser humano deben ser por ejemplo la solidaridad.

Crítica de la Moral de Actitudes

* ¿Qué tiene de bueno la moral de actitudes? Tiene de bueno que evita la atomización; evita los comportamientos obsesivos y propone superar uno de los obstáculos morales más comunes: el temperamento escrupuloso.

* ¿Cuál es el problema? El problema es que las solas “políticas generales” llevan a evaluar comportamientos de un modo estadístico, y las estadísticas están llenas de mentiras. Debajo de la cobija de las estadísticas pueden haber actos terriblemente desordenados, actos seriamente graves que tendrían que ser rechazados–y tal rechazo no sucede en una moral de actitudes.

* Otra dificultad que tiene la moral de actitudes es que al poner un énfasis en valores se pierde dos cosas que son muy propias de una moral propiamente cristiana. Se pierde el impulso real hacia la santidad y la falta de la acción del Espíritu Santo. Es lo que tradicionalmente se ha reconocido como “virtudes heroicas.”

* La moral de actitudes va llevando de un modo lento y imperceptible a una moral de mediocridad por la palabra-caucho y va llevando por una iglesia del buenismo. La moral de actitudes se convierte en una moral totalmente horizontal en la cual no tiene un lugar real ni la redención, ni la efusión del Espíritu Santo.

¿Cuál es la propuesta?

Entendamos cuál es el papel de una moral de actitudes, pero démonos cuenta que las limitaciones severas de esta propuesta realmente nos invitan a pasar a otro esquema, que siempre ha tenido la aprobación de la iglesia: el esquema de la jerarquía entre las virtudes.

Influencias externas en el querer

* La influencia de los ángeles, tanto buenos como malos, a través de la permanencia de la imaginación (tema estudiado por Santo Tomas de Aquino).

* La ley, el hecho de que yo tenga claridad de lo que es bueno o es malo me ayuda a reformar los hábitos.

* La acción de la gracia, la gracia aunque viene de afuera es una influencia interna. ¿De que manera obra la gracia? La gracia es la acción más profunda de Dios después del hecho de crearnos. Es un cambio en el querer. Hace que el bien “sepa bueno.”