Un prozac llamado Sexo (2)

Advertencia: el lenguaje explícito, aunque respetuoso, de la presente entrada puede parecer inapropiado o desagradable a algunos lectores. En principio no se recomienda este texto a menores de edad.

La idea de que el sexo es un pasatiempo, un estimulante o un modo de levantarse el ánimo o la autoestima tiene consecuencias que no son obvias y que sólo emergen ante el paradigma del onmipresente “mercado.” Esta vez, sin embargo, no quiero referirme a los efectos económicos a los que aludí antes, sino a ese otro uso metafórico de la palabra que se dice con un guiño en parte cínico, como cuando una persona termina de resolver los asuntos de su divorcio (¿express?) y se dice que está volviendo “al mercado” porque de nuevo queda disponible para ligar con otros u otras.

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Un prozac llamado Sexo (1)

Advertencia: el lenguaje explícito, aunque respetuoso, de la presente entrada puede parecer inapropiado o desagradable a algunos lectores. En principio no se recomienda este texto a menores de edad.

La separación entre las funciones procreativa y unitiva de la sexualidad humana sólo puede tener un desenlace: que el sexo es un entretenimiento. La idea no es nueva en la Humanidad. Era bien popular ya en Corinto, en el siglo I. Lo que sí es nuevo es el estudio de los factores neurológicos y bioquímicos que van ligados al ejercicio de la sexualidad. Las dopaminas y oxitocina que se liberan con cierta abundancia en la actividad sexual han dado soporte a la idea de que la práctica regular de la sexualidad es un derecho humano universal y a la vez, una de las actividades más saludables y con mayor capacidad de levantar el ánimo.

La relación entre actividad genital y tono anímico agrupa al sexo con las bebidas embriagantes, los antidepresivos, e incluso con aquellas sustancias alucinógenas que nuestra sociedad occidental trata insistentemente de despenalizar, empezando por la mariguana. Especialmente la franja de población de los jóvenes, pero también un número creciente de adultos, combinan de modos diversos estas fuentes de “estímulo,” de modo que empiezan a borrarse las fronteras entre una fiesta con licor y una sesión de drogas “duras”: junto al whisky, un poco de cocaína; junto al LSD, una noche de orgía dotada de experimentos sexuales varios.

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Exploración en tierras de lo Incorrecto

Desde que oí por primera vez la deliciosa expresión “políticamente incorrecto” me cautivó. Tiene sabor de secreto, de acuerdo tácito, de sonrisa apenas sugerida, de guiño en la penumbra. Es el adverbio, por supuesto, el que pone todo el sabor. La cosa no es simplemente “incorrecta” (eso sería moralismo retardatario) es políticamente incorrecta.

Apenas oír ese adverbio coqueto, me pregunté qué tenía que ver la política en todo esto. No ha sido fácil llegar a respuestas claras. Al fin y al cabo, este es el reino voluble de la penumbra: si las cosas fueran diáfanas no se necesitarían ni ese ni otros adverbios.

Como tentativa de definición: algo es incorrecto “políticamente” cuando se sale del marco de convenciones de lenguaje que un grupo humano (una polis, en sentido amplio) ha acuñado para preservar cierto entendimiento mutuo y convivencia pacífica. Siendo así que toda polis evoluciona a ritmo de sus miembros, y un poco más, lo políticamente incorrecto nunca está del todo escrito: su naturaleza participa de la maleabilidad de la “opinión pública” — una expresión que curiosamente tiende a desaparecer, tal vez por demasiado unívoca.

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American Religiosity vs. European Secularism?

There are–I think–several reasons why America’s general attitude towards religion is different from Europe’s.

I guess the first one is that America is relatively recent in terms of the history of the world. This doesn’t mean that people from the US have committed less mistakes but more importantly that the consequences of their basic insights, which usually only emerge in the long term, are not necessarily visible now. Among those “basic insights,” religious convictions must be included. If the consequences are not tangible, people are less worried about being upfront in presenting their faith, or lack of.

Secondly, religious conflict has not been the rule in the history of the US. Europe keeps the bitter scars of religious persecution, mainly between Catholics and Protestants, but also between Christians and Muslims, or between Jews and Christians. The open contradiction between the message of love that religion purportedly has, and the reality of so much cruelty has fed and strengthened the seculaist / humanist cause since the times of the Reformation, or even before.
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Cuatro años después…

Fr. Nelson MedinaEl próximo 1° de septiembre cumpliré cuatro años de haber llegado por primera vez a Irlanda con el propósito de hacer un doctorado de teología en Milltown Institute. El camino recorrido ha sido extenso e intenso y creo que, sin bajar la mirada que ya apunta hacia el final de esta etapa, es saludable hacer balance, sobre todo para no dejar perder lo que se ha podido lograr con tanto esfuerzo.

Por lo pronto me llama la atención cómo la experiencia de formación intelectual de nivel superior ha ido cambiando en la historia reciente de nuestra Provincia, especialmente si la comparamos con lo que podía ser esta clase de estudios en años no muy lejanos. Me refiero en particular a tres aspectos: uso de los idiomas, servicio a instituciones internacionales y relación viva con otras culturas y países. Mi impresión es que los cambios que se han producido son ya permanentes y por lo tanto conviene conocerlos, discutirlos y quizás pensar en tomar las previsiones apropiadas para que nuestra Provincia se sitúe del mejor modo en el conjunto de la Orden, de cara al servicio que nos es propio como predicadores.

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La Palabra Impronunciable

Maniquíes¿Cuál es la Palabra Impronunciable de nuestro tiempo? ¿Cuál será? ¿Una grosería de baja estofa? ¿Una blasfemia terrible? ¿Una obscenidad burda? Nada de eso; todo eso es “pronunciable” y todo eso brota por todas partes en nuestra sociedad liberal y secular.

Haz en cambio esta prueba: di en voz alta que la inteligencia del hombre es genética y neurológicamente distinta de la inteligencia de la mujer. O di que en las razas humanas hay diferencias, y que lo que es más fuerte en unas no lo es en otras. O di que no todas las llamadas “culturas” son equivalentes. O di que no da lo mismo creer en Cristo que seguir las enseñanzas de Buda o los escritos de Mahoma. Si pronuncias la palabra “diferencia,” no en el sentido liviano de “variación” sino en el sentido primero y directo de realidades que no son ni van a ser lo mismo, seguro que vas a tener problemas.

Todo ello configura a la palabra, o por lo menos el concepto de “diferencia,” como un tabú, tal vez el primer gran tabú del siglo XXI. Cosa que es paradójica porque se supone que todo en nuestra sociedad habla de “pluralismo” y de “multiculturalidad.” Estamos en un mundo que se regocija en la pluralidad pero que en el fondo quiere que las diferencias no marquen nada sustancial.

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Sarkozy, el que sabe callar

Nicolas SarkozyLas recientes elecciones presidenciales en Francia han despertado enorme interés en toda Europa. No sólo por el papel de liderazgo que Francia tiene en la Unión Europea sino porque lo que se decide en París termina afectando por vía de imitación o por efecto dominó al resto del continente, y más allá. No debemos olvidar que las revueltas de 1968, que sacudieron el mundo Occidental, tuvieron allí su epicentro, así como el proyecto, hoy moribundo, de una Constitución Europea tuvo ahí su estocada decisiva.

Ya se hable de las frivolidades de la moda, la vanguardia en el arte, qué es pertinente en filosofía o hacia dónde camina la política, París conserva una especie de liderazgo natural que tiene algo de misterioso porque no proviene del simple poder de las armas o el dinero; es algo que parece que se bebe sólo en los ríos de Francia, una sustancia que da a los galos la capacidad de intuir primero el “deber-ser,” aquello que pasará a ser la norma, lo que servirá de referencia o inspiración a todos. La lista de “ismos” sería muy larga para este espacio: expresionismo, romanticismo, surrealismo, existencialismo, estructuralismo… ninguno de ellos sería lo que es, y algunos nunca hubieran llegado a ser, sin los aires del Sena.

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Mitos Modernos

Dios me ha permitido vivir lo suficiente como para ver caer algunos de los mitos culturales que hacían furor cuando yo era niño. En aquella época, digamos hace treinta años, la energía nuclear todavía se miraba como la opción maravillosa para satisfacer todas las demandas energéticas del mundo. Poco después, el despertar de la conciencia ecológica puso las cosas en perspectiva. Pronto llegó Chernobyl, la Guerra Fría cedió y declinó dejando tras de sí sólo una cosa clara: la fuerza del átomo no es neutra. Lo que suceda en la política sucederá con los isótopos y las bombas nucleares. El resultado neto de todo ello fue el mito cultural que decía: “Estamos a punto de solucionar los problemas de la energía” cayó por tierra.

Lo que más me llama la atención de esta clase de ideas compartidas es que se vuelven dogmas tácitos. Son “verdades” de tal obviedad que pocos se atreven a cuestionarlas. Uno llega casi a “vivir” dentro de esas afirmaciones, no importa cuán disparatadas aparezcan después, cuando la fiebre colectiva pasa. Supongo yo que es el mismo tipo de “embrujo”que logran conseguir líderes como Hitler: naciones enteras pierden la capacidad de criticar lo que se dice, y las pocas voces aisladas sólo pueden naufragar en un mar de consenso, aplausos abiertos, temores tácitos y ventajas parciales de las que muchos logran sacar provecho.

También en términos de tecnología, hace treinta años se veía de otra manera la exploración del espacio. Mi generación alcanzó a pensar que moriríamos viendo cómo ya florecían grandes colonias de seres humanos en inmensas ciudadelas espaciales. Pero ellas no despegaron del suelo como tampoco lo hicieron los carros voladores que, si existen, deben estar bien parqueados en un garaje de abastecimiento nuclear.

Todo ello, si uno lo piensa juicio, sólo puede llevar a una pregunta: ¿Y cuáles son nuestros actuales engaños? ¿O es que vamos a dejarnos engañar tanto que ya creemos que en nuestra época no hay más mitos culturales? Me he puesto en la tarea de revisar literalmente centenares de fuentes de información, desde agencias de noticias hasta avisos comerciales en la televisión; desde debates con grandes pensadores hasta videos de la recientemente adquirida YouTube. Hice una lista. Lo que siguen los Doce Mitos Contemporáneos. De acuerdo con las peticiones que aparezcan en los comentarios a este post, iré desarrollando uno por uno de ellos.
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De nuevo, el ateísmo

Hay una especie de revivir del ateísmo activo en los medios científicos. Páginas web de extraordinaria penetración como Digg o Reddit publican de manera rutinaria y frecuente artículos en que la fe es tratada como algo ridículo, dañino o inútil.

La verdad es que en ese tipo de sitios web, que cuentan por cientos de miles sus suscriptores diarios, la libertad de pensamiento tiene curiosos requisitos bajo la forma de acuerdos tácitos: por ejemplo, en términos de política, está mandado ser Demócratas, o por lo menos, criticar a Bush en todo.

En esas mismas páginas web uno puede recorrer diez o incluso más de las páginas de búsqueda bajo el título “evolución” sin encontrar un sólo artículo o enlace que cuestione la teoría de la evolución. Cuestionar que las mutaciones al azar y los errores de copia en el ADN son suficientes como explicación de la variedad, adaptabilidad y sorprendente progreso de las especies vivas en este planeta es grave “herejía” y sólo merece castigo. Esto significa que para un número muy grande de personas muy inteligentes y muy preparadas en ciencia nada, sino la sola acción del puro azar, puede decirse sobre el “mecanismo” de la evolución, pues cualquier cosa que se añada, como por ejemplo decir que hay una “dirección” en el proceso evolutivo, sería tachado de “creacionismo” redivivo.

El panorama se complica un poco más por los ingredientes ajenos a la ciencia que entran en juego. La teoría es que la ciencia, como ocupación humana, debería ser un modelo de desinterés, en el sentido de permanecer imparcial frente a los resultados y guiarse sólo por la búsqueda de la verdad. La realidad es muy otra por supuesto. Para mencionar un primer factor de bulto, la investigación científica requiere cuantiosas y continuas inversiones, y por lo mismo requiere un canal suficientemente abierto de comunicación bidireccional con el gobierno, con la empresa privada y con los medios de comunicación. Fallar en esto es quedarse sin recursos y por lo tanto sin ciencia.

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¿Por qué lo hizo?

El Papa Benedicto ha traído más sorpresas de las anunciadas. Al comienzo de su papado se habló solamente de continuismo, y los medios querían vendernos la idea de “más de lo mismo.” Se suponía que Benedicto iba a ser sólo una versión pálida del gran Papa, del Papa por excelencia, Juan Pablo II. El hecho de que el entonces Cardenal Ratzinger fuera la mano derecha de Juan Pablo II en asuntos de doctrina y disciplina sólo podía apuntar en esa dirección.

Pero entonces empezaron las sorpresas: discretas pero claras y a buen paso. Este hombre no habló de un programa de gobierno, no se apresuró a cambiar gente en la Curia, no empezó a repetir como bandera los temas morales que la gente detesta en Europa Occidental (lo consabido: aborto, eutanasia, homosexualismo); su predicación, de alta erudición y suave prosa, se aproxima de tal manera al lenguaje de los Padres de la Iglesia que apenas puedo imaginar el sinsabor de las agencias de noticias cuando buscan en ellos el pasaje escabroso, la declaración revolucionaria, el ataque frentero.

Este es el Papa que pronto se entrevista con el archicrítico de los Papas, Hans Küng. Este es, en fin, el Papa, que cuando anuncia su primer documento, deja a todos en desconcierto: el “Panzer” usa su cátedra para gritar a todos que DIOS ES AMOR.
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Polonia, todavía el País más Católico del Mundo

La descripción de Polonia por parte de un presbiteriano

Vivo con mi familia en las afueras de Varsovia y todas las mañanas del sábado mis hijos y yo -un presbiteriano en este país católico- nunca nos perdemos el programa televisivo ‘Ziarno’ (La Semilla), un espacio para niños sobre la Biblia, de la magnética hermana Mariola. Los polacos adultos disfrutan enterándose de las actividades de su polaco favorito, el papa Juan Pablo II; prácticamente, ninguna emisión de las noticias nocturnas esta completa sin un apunte sobre su ocupada agenda. A pesar de cuatro décadas de régimen comunista, la patria de Juan Pablo II aún puede reclamar la distinción de ser el país más católico del mundo.

La dimensión del Catolicismo entre la gente de a pie

La vitalidad de la Iglesia católica está presente en todos los lugares de la Polonia actual. Se aprecia, por ejemplo, por la gran cantidad de curas y monjas jóvenes que animan las calles. En Sábado Santo se ven familias enteras caminar hacia la iglesia llevando un trozo de pan, un huevo cocido, un trozo de carne y unos granos de sal en una canasta de mimbre para la bendición de sus desayunos de Pascua. También se nota en las multitudes de peregrinos congregándose en el monasterio de “Jasna Gora” (Montaña Luminosa) que alberga a la Virgen Negra, el famoso icono que ha sido mucho tiempo el símbolo de la nación polaca.

Cuando me trasladé a Polonia hace ahora once años, el país se encontraba en los tormentos de una transformación económica y política. Y entonces me pregunté: ¿la occidentalización del país deterioraría la riqueza de la fe histórica polaca? Tengo una experiencia inolvidable acerca de la profunda conexión entre la nación polaca y la Iglesia católica. En la preciosa iglesia San Jaime, en Varsovia, cuando en 1990 acudí a la misa de Viernes Santo, una replica del cuerpo exánime de Cristo yacía sobre la bandera polaca. Eso era, justamente, el símbolo apropiado para representar a la Iglesia y a la nación que habían sufrido juntas.

Pero Polonia ya no es una nación que sufre. Su crecimiento económico está entre los más altos de Europa y los efectos de la globalización son visibles. Polonia pertenece a la OTAN y está a punto de integrarse en la Unión Europea. Cuando esto suceda los polacos habrán cumplido las metas que se marcaron en el momento en que iniciaron su camino hacia la democracia y la economía mercantil.

Pese a que se tiene la sensación que la Polonia heroica de la Solidaridad -el movimiento para librarse de las cadenas soviéticas, que nació con la huelga de 1980 en los astilleros Lenin de Gdansk y que fue bendecido por Juan Pablo II- pasó hace ya mucho tiempo, la Iglesia católica permanece vibrante en este país. Hoy día, un asombroso 58 por ciento de la población va a misa al menos una vez a la semana.

Aunque la ecuación polaco = católico no es exacta está muy cerca de la verdad, tan cerca que el que la rechaza está “protestando” demasiado. Casi 19 de 20 polacos son católicos romanos. Los ortodoxos orientales son el segundo grupo religioso con unos 600.000 fieles, es decir, el 1,5 por ciento de la población. Los testigos de Jehová, más distanciados, ocupan el tercer lugar con unos 120.000 miembros, aproximadamente el 0,3 por ciento de la población. Los luteranos constituyen el grupo más numeroso entre los protestantes; cuentan con unos 85.000 miembros de un total de 150.000. Incredulidad casi no existe, a pesar de décadas de régimen comunista los ateos representan únicamente un 0,6 por ciento de la sociedad polaca.

Estos datos, aunque impresionantes, no revelan la extensión del Catolicismo en Polonia. En este sentido, me vienen a la memoria una diversidad de imágenes y asociaciones que hablan de lo profundamente que la fe esta incrustada en la vida cotidiana. Por ejemplo, los polacos celebran más el día de su santo que el de su cumpleaños. Las festividades casi siempre incluyen un fuerte brindis “¡Sto Lat!”(¡Qué vivas cien anos!). En Noche Buena, cuando se han reunido con sus familiares, participan en una ceremonia preciosa que se llama “compartir la oblea”. Cada familiar, con una oblea de blanca y delgada de pan ácimo en la mano, se acerca los presentes, uno por uno, y se van intercambiando un trocito de oblea al tiempo que se desean salud y felicidad. Esta ceremonia puede parecer mecánica y, en este aspecto, superficial, pero justamente esto indica la profundidad de la tradición polaca. Además, pequeños aportes de creatividad personal que se dan en el seno de cada familia eliminan cualquier impresión de que dicho acto pueda ser forzado.

Hasta aquí, lo referente a la religiosidad polaca popular, que debe mucho de su fuerza al indómito Cardenal Stefan Wyszynski (1901-1981). Wyszynski, que pasó varios años en arresto domiciliario por orden del gobierno comunista, fue nombrado primado de Polonia en 1948. Su estrategia para preservar la fe católica en un régimen ateo fue la de promocionar las costumbres populares encaminadas a la devoción. Wyszynski comprendió la gran importancia de estas prácticas en la vida del polaco medio. Incluso en vida de Stalin, millones de polacos osaron peregrinar hasta su querida “Jasna Gora”. Por ejemplo, en el año siguiente a la II Guerra Mundial, en 1946, más de 4 millones de polacos, una sexta parte de la población, visitó el monasterio. Los frutos de la sabiduría de Wyszynski se pueden observar en todas las partes de la vida cotidiana polaca.

La situación de la Iglesia Católica entre los políticos e intelectuales

Pero esto no es toda la historia. El resto, la situación de la Iglesia católica intelectual, es algo más ambiguo. La gran cuestión para los intelectuales polacos en la era post comunista radica en las relaciones entre Iglesia y Estado. ¿Qué altura y qué permeabilidad debe tener el muro que separa Iglesia y Estado? Durante el año pasado este debate ha llegado a un “crescendo” retórico. Dos sectores, encabezados por laicos católicos de las tertulias polacas, se disputan el dominio en este terreno.

Un grupo lo encabeza el escritor prolífico e intelectual llamado Jaroslaw Gowin, que se preocupa por el secularismo creciente en Polonia. Gowin, director de la influyente revista ZNAK, una publicación mensual que nació en los años 40, argumenta que los valores en los que se basa una exitosa sociedad democrática no surgen de la misma democracia. Más bien, estos valores vienen de fuentes tradicionales, y en Polonia estas son fuentes cristianas. Si en Polonia se confía solo en la “democracia de procedimiento” y en su acompañante el “liberalismo cultural” -el nombre polaco para lo que se conoce en EE.UU. como “humanismo secular”- Gowin y su grupo avisan que esto causará un vacío moral. Muchos de los pensamientos de Gowin se pueden comparar a los del católico neoconservador americano, el padre John Richard Neuhaus, que se preocupa por el destierro de la religión en la plaza pública de Estados Unidos.

Al otro lado está Roman Graczyk, escritor de temas religiosos del diario GAZETA WYBORSKA, el de más difusión de Polonia. Él y su grupo confían en un estricto modelo de separación entre Iglesia y Estado parecido al de Francia. Graczyk argumenta que la democracia en Europa está fundada sobre principios morales contenidos en acuerdos nacionales e internacionales que garantizan el respeto de los derechos humanos. Subraya la independencia de los tribunales modernos y el hecho que dentro de Europa ciudadanos de cualquier estado puedan impugnar sentencias al Tribunal Europeo en Estrasburgo, incluso aquellas formuladas por las instituciones judiciales más importantes de su país.

Los contrarios argumentan, con razón, que Francia y Polonia tienen poco en común que justifique ese alto muro entre Iglesia y Estado. Francia posee una población enorme musulmana y un ateísmo dieciocho veces superior al de Polonia. El porcentaje de asistencia a misa es seis veces menor que el de Polonia. Y todavía es más significativo que Francia, con sus siglos de historia de anticlericalismo, es la pura antítesis de la perspectiva polaca sobre la Iglesia como defensora de la identidad nacional y de la independencia.

La lógica de estos francófilos aparentemente se opone al estatuto de 1992 sobre la radiodifusión pública que exige respecto por “el sistema de valores cristianos como la base de principios éticos universales”. Los francófilos son partidarios también de quitar las cruces de lugares públicos y de eliminar las palabras “¡Qué Dios me ayude!”-ahora utilizadas voluntariamente- en los juramentos de los altos cargos. De vez en cuando los francófilos pintan a sus adversarios como defensores de un gobierno “teocrático”. Sin embargo, bajo ningún motivo el grupo alrededor de ZNACK intenta ilegalizar el divorcio, dar permiso únicamente a los católicos para votar o para ocupar un cargo público, prohibir los anticonceptivos, castigar a las mujeres que abortaron, o exigir que los viernes se coma pescado.

La asignatura de religión

La inclusión de la religión en los planes de estudios de los colegios públicos -una cuestión de intenso debate entre los dos movimientos de ideas- tuvo lugar el curso escolar 1990-1991. La posición de la Iglesia fue que, después de décadas de enseñanza ateísta obligatoria bajo el comunismo, la introducción de clases religiosas era una intervención necesaria. Los cursos de religión se ofrecen electivamente siempre y cuando cuenten con el consentimiento de los padres. En 1991 el Tribunal Constitucional, la instancia más alta de Polonia, confirmó la enseñanza de religión en las escuelas. No sólo el 95 por ciento de los padres polacos optaron por las clases religiosas para sus hijos, también los estudiantes clasificaron la religión como la asignatura por la cual “tienen la mínima antipatía”.

La ley del aborto

No debería sorprender que otro asunto fuertemente debatido sea el aborto. Durante el período comunista era fácil abortar. Con el nuevo gobierno democrático esta cuestión estaba condenada a cambiar. Sin embargo, debido a la naturaleza contenciosa del tema, no fue antes de enero de 1993 que el Sejm -el parlamento de Polonia- decretó nuevas regulaciones para el aborto, vigentes todavía. Después de la de Irlanda, la ley aprobada es la más restrictiva de Europa pues limita el aborto a un número pequeño de situaciones.

En 1996, la coalición de partidos que entonces gobernaba decretó una revisión de la ley sobre el aborto, que fue firmada por el presidente Aleksander Kwasniewski en noviembre de ese año. Entre otras cosas, la revisión añadió la situación material de la madre como razón para permitir el aborto. Sin embargo, este nuevo precepto fue recusado rápidamente por el Tribunal Constitucional, basándose dicha recusación en que la nueva constitución de Polonia garantiza el derecho a la vida por concepción.

En mayo de 1997, el Tribunal tomó una decisión para tumbar definitivamente el nuevo precepto introducido en la ley del aborto diciendo que, un “derecho inalienable, o la libertad individual no deben estar sujetos a la voluntad de legisladores”, y que el derecho a la vida no debe ser negado por razones de una estimación sujetiva e inverificable sobre las circunstancias materiales y personales de la madre. Gowin, de ZNACH, aclamó la revocación como “la contribución más excepcional de Polonia a la cultura política de la Europa en construcción”.

Además, anotó que estudios realizados en 1999 han revelado que mientras un 38 por ciento de la sociedad polaca está a favor de permitir el aborto basándose en la situación personal de la madre, un 47 por ciento se opone. Estas cifras demuestran que los valores católicos han hecho incursiones importantes durante los años 90. Cuando se aprobó la ley en 1993, los números eran del 65 por ciento a favor del aborto por estas mismas razones y del 20 por ciento en contra. Quizás lo más importante es que el grupo con más cambios de opinión durante este período ha sido el de los adolescentes.

¿Por cuánto tiempo Polonia podrá seguir siendo el país más católico del mundo?

Todo eso conduce a una pregunta: ¿por cuánto tiempo Polonia podrá continuar siendo el país más católico del mundo? Si uno mira al resto de Europa, existen pocos motivos para la esperanza. Para muchos, el futuro de Polonia dentro de 20 años será como el que hoy vemos en Holanda o Inglaterra donde sólo un uno o dos por ciento de la población mantiene un lazo activo con su iglesia. Gowin recuerda que hace doce años se consideraba al Catolicismo polaco como una momia, sellado durante edades en una tumba, y que se desintegraría en cuanto estuviera expuesto al aire libre.

Pero eso no ha sucedido. No sólo la asistencia a la misa no bajó durante los años 90, sino que el número de personas que ha recibido la Sagrada Comunión es casi el doble. También la cantidad de polacos asociados con movimientos católicos como Oasis y los Focolares. Aproximadamente 1,5 millones de polacos pertenecen a estos movimientos. Elementos principales del clero y grandes segmentos de laicos polacos creen que Polonia está preparada para entrar en Europa como un ejemplo de la viabilidad y vitalidad del Cristianismo en una cultura, por otra parte, post moderna y post cristiana. No hay duda que millones de personas en Polonia tienden a estar de acuerdo con el padre Dariusz Oko, que recientemente señaló que “a pesar de todo, la Iglesia todavía es lo más hermoso, lo más sano y lo más idealista que tenemos”.

Se podría añadir también que es lo más polaco que tienen.

Tres reacciones frente a las caricaturas (3/3)

En Septiembre de 2005 un periódico danés publicó algunas caricaturas que ridiculizaban a Mahoma y a algunos aspectos del islamismo. Estoy citando en particular a personas que expresamente se consideran no-cristianas. En esta ocasión transcribo y edito declaraciones hechas a la televisión por un joven musulmán de origen francés>.

El hecho de que para ustedes lo sagrado ya no exista no quiere decir que tenga que pasar lo mismo con nosotros. Ustedes juegan con todo, y cuando se les acaban sus juguetes quieren jugar también con el Profeta, pero nosotros no vamos a permitirlo. Ustedes juegan con el sexo, con los besos, con las mujeres, con los jefes de ustedes. Nosotros no somos así ni queremos ser así.

No se pregunten solamente qué tan locos están los que atacan las embajadas de los países blasfemos, como Dinamarca. Pregunten también si no están locos ustedes mismos. Si lo que ustedes le hacen al mundo, lo que le hacen a sus mujeres y a sus niños, lo que le hacen a los pobres y a los inocentes, no es la locura más grande.

Tres reacciones frente a las caricaturas (2/3)

En Septiembre de 2005 un periódico danés publicó algunas caricaturas que ridiculizaban a Mahoma y a algunos aspectos del islamismo. Estoy citando en particular a personas que expresamente se consideran no-cristianas. Hoy transcribo y edito un aparte de lo escrito por “Baerdenario” como comentario al blog de Estaban González Pons, y que puede leerse íntegro aquí.

Vaya por delante que, personalmente y a pesar de no ser creyente, estoy en total desacuerdo con el insulto a las creencias del prójimo, sean religiosas, políticas, culturales, o de cualquier otra índole. Respeto que tiene sus elementales raíces, en el más acendrado espíritu democrático.

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Tres reacciones frente a las caricaturas (1/3)

En Septiembre de 2005 un periódico danés publicó algunas caricaturas que ridiculizaban a Mahoma y a algunos aspectos del islamismo. En Enero de 2006 una ola de protestas se levanta, y en cosa de días ha cobrado seis víctimas mortales, así como atentados a embajadas y consulados, sin que se sepa hasta dónde o hasta cuándo se prolonguen los hechos violentos ya sucedidos en países islámicos, y anunciados para países de Occidente también. Varias reflexiones y reacciones vienen al caso. Quiero citar en particular a personas que expresamente se consideran no-cristianas. Hoy transcribo y edito un aparte de lo escrito por “Librepensador” como comentario al blog de Estaban González Pons, y que puede leerse íntegro aquí.

En 1938 en Munich, las democracias occidentales de la época, Francia e Inglaterra, firmaron un acuerdo para apaciguar a Hitler y “ganar” la paz. Se firmó una Alianza entre la cultura democrática y la cultura Nazi. Una gran Alianza de Civilizaciones. El acuerdo consistió en entregar a Checoslovaquia y a su pueblo a los asesinos Nazis. Siempre que se firman Alianzas hay alguien que es vendido.

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