Sobre los escrupulos

Rechaza esos escrúpulos que te quitan la paz. -No es de Dios lo que roba la paz del alma. Cuando Dios te visite sentirás la verdad de aquellos saludos: la paz os doy…, la paz os dejo…, la paz sea con vosotros…, y esto, en medio de la tribulación.

Tristeza, apabullamiento. No me extraña: es la nube de polvo que levantó tu caída. Pero, ¡basta!: ¿acaso el viento de la gracia no llevó lejos esa nube? Después, tu tristeza -si no la rechazas- bien podría ser la envoltura de tu soberbia. -¿Es que te creías perfecto e impecable?

No pienses más en tu caída. -Ese pensamiento, además de losa que te cubre y abruma, será fácilmente ocasión de próximas tentaciones. -Cristo te perdonó: olvídate del hombre viejo.

No te desalientes. -Te he visto luchar…: tu derrota de hoy es entrenamiento para la victoria definitiva.

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El poder de un buen proposito

¡Ahora! Vuelve a tu vida noble ahora. -No te dejes engañar: “ahora” no es demasiado pronto… ni demasiado tarde.

¿Quieres que te diga todo lo que pienso de “tu camino”? -Pues, mira: que si correspondes a la llamada, trabajarás por Cristo como el que más: que si te haces hombre de oración, tendrás la correspondencia de que hablo antes y buscarás, con hambre de sacrificio, los trabajos más duros… Y serás feliz aquí y felicísimo luego, en la Vida.

Esa llaga duele. -Pero está en vías de curación: sé consecuente con tus propósitos. Y pronto el dolor será gozosa paz.

Estás como un saco de arena. -No haces nada de tu parte. Y así no es extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. -Reacciona.

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Propositos

¡Eres tan joven! -Me pareces un barco que emprende la marcha. -Esa ligera desviación de ahora, si no la corriges, hará que al final no llegues a puerto.

Haz pocos propósitos. -Haz propósitos concretos. -Y cúmplelos con la ayuda de Dios.

¡Mañana!: alguna vez es prudencia; muchas veces es el adverbio de los vencidos.

Haz este propósito determinado y firme: acordarte, cuando te den honras y alabanzas, de aquello que te avergüenza y sonroja. Esto es tuyo; la alabanza y la gloria, de Dios.

Pórtate bien “ahora”, sin acordarte de “ayer”, que ya pasó, y sin preocuparte de “mañana”, que no sabes si llegará para ti.

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Actitud correcta al hacer el examen de conciencia

Examen. -Labor diaria. -Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?

A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo.

Una mirada al pasado. Y… ¿lamentarte? No: que es estéril. -Aprender: que es fecundo.

Pide luces. -Insiste: hasta dar con la raíz para aplicarle esa arma de combate que es el examen particular.

“Lo que debo a Dios, por cristiano: mi falta de correspondencia, ante esa deuda, me ha hecho llorar de dolor: de dolor de Amor. ‘Mea culpa!'” -Bueno es que vayas reconociendo tus deudas: pero no olvides cómo se pagan: con lágrimas… y con obras.

En días de retiro tu examen debe tener más hondura y más extensión que el tiempo habitual nocturno. -Si no, pierdes una gran ocasión de rectificar.

Acaba siempre tu examen con un acto de Amor -dolor de Amor-: por ti, por todos los pecados de los hombres… -Y considera el cuidado paternal de Dios, que te quitó los obstáculos para que no tropezases.

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Generosos para con Jesus

Jesús sufre por cumplir la Voluntad del Padre… Y tú, que quieres también cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podrás quejarte si encuentras por compañero de camino al sufrimiento?

¡Qué miedo le tiene la gente a la expiación! Si lo que hacen por bien parecer al mundo lo hicieran rectificando la intención, por Dios… ¡qué santos serían algunos y algunas!

¿Lloras? -No te dé vergüenza. Llora: que sí, que los hombres también lloran, como tú, en la soledad y ante Dios. -Por la noche, dice el Rey David, regaré con mis lágrimas mi lecho. Con esas lágrimas, ardientes y viriles, puedes purificar tu pasado y sobrenaturalizar tu vida actual.

¡Qué hermoso es perder la vida por la Vida!

Si sabes que esos dolores -físicos o morales- son purificación y merecimiento, bendícelos.

Trata a tu cuerpo con caridad, pero no con más caridad que la que se emplea con un enemigo traidor.

¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición, hacimiento de gracias: medio para ir adelante…: por ti, por mí, por los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia… Y mil motivos más.

Un camino de penitencia abierto a todos

Si el grano de trigo no muere queda infecundo. -¿No quieres ser grano de trigo, morir por la mortificación, y dar espigas bien granadas? -¡Que Jesús bendiga tu trigal!

¡Cuántos que se dejarían enclavar en una cruz, ante la mirada atónita de millares de espectadores, no saben sufrir cristianamente los alfilerazos de cada día! -Piensa, entonces, qué es lo más heroico.

El minuto heroico. -Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba! -El minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza.

Todo un programa, para cursar con aprovechamiento la asignatura del dolor, nos da el Apóstol: “spe gaudentes” -por la esperanza, contentos, “in tribulatione patientes” -sufridos, en la tribulación, “orationi instantes” -en la oración, continuos.

Expiación: ésta es la senda que lleva a la Vida.

Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados. -Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas caducas. -Y lo que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad. Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida.

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Pablo VI lo profetizo en Humanae Vitae

“Tras más de cuatro décadas de extensión casi universal de la contracepción, estaríamos ya en condiciones de juzgar si estas consecuencias que profetizaba el Papa eran una realidad o si, como muchos de sus críticos señalan, fue incapaz de abrirse a una mentalidad moderna y pecó de pacato y exagerado…”

Humanae Vitae

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Ciencia de la Cruz, 1 de 4, Lo inevitable

Serie de predicaciones con las Monjas del Monasterio de Carmelitas Descalzas de Santa Fe, en Argentina.

Tema 1 de 4: Lo inevitable

* La vida de Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) aparece marcada por dos palabras: ciencia y cruz. Entendida en su sentido original, muy amplio, “ciencia” es conocimiento cierto. Ya en él hay una renuncia a las opiniones personales, y hay una marcha hacia lo verdadero y sus implicaciones, es decir, ya hay un anticipo de la renuncia propia de la cruz.

* Más explícita se ve esa renuncia en la tradición filosófica que Edith principalmente siguió en su juventud. La fenomenología de Edmund Husserl propone una “epojé,” palabra por la que el filósofo entiende un “poner entre paréntesis” los datos (ciertos, probables o falsos) de las ciencias, para buscar un piso que dé fundamento a todo conocer. Despojo y fundamento son entonces dos expresiones que acompañan la maduración intelectual de Edith Stein y que tendrán luego su expresión en la experiencia de despojo del Monasterio Carmelitano y en el fundamento de cristo como roca única.

* Llegamos al conocimiento por vía inicial de experiencia. Y las experiencias que conducen a percibir la cruz van en cuatro áreas, que de menor a mayor intensidad pueden quizás ordenarse así: lo inevitable, lo contradictorio, lo doloroso y lo adverso.

* Lo inevitable, lo que escapa a nuestro control, lo que impone su ley en nosotros, es siempre un recordatorio de una verdad fundamental: somos creaturas; no somos el Creador. El primer paso hacia la Cruz consiste en algo tan sencillo pero tan profundo como reconocer que no somos dioses. Frente a la arrogancia de pensadores como Nietzsche, Freud o Sartre, es falso que la sola voluntad o la palabra humanas puedan definir lo que somos y tenemos.

* Jesús nos enseña sobre este límite de creaturas cuando recuerda que no podemos alargar nuestra vida o nuestro cuerpo a placer: dependemos de otros, estamos sometidos a leyes naturales, nuestra esencia y naturaleza no están al arbitrio de cualquier deseo que tengamos. Así va uno descubriendo el camino de la Cruz, no para quedarse en el límite sino para ver en la Cruz la revelación del genuino amor y el comienzo de la gloria que perdura.