ROSARIO de las Semanas 2021/12/11

#RosarioFrayNelson para el Sábado:
Contemplamos los Misterios del Silencio de Dios

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio del silencio contemplamos que del costado de Cristo en la Cruz brotaron sangre y agua.
  2. En el segundo misterio del silencio contemplamos el valor de aquellos que no eran apóstoles y sí permanecieron junto a la Cruz y cuidaron del cuerpo de Cristo muerto.
  3. En el tercer misterio del silencio contemplamos a Jesucristo, puesto en un sepulcro nuevo.
  4. En el cuarto misterio del silencio contemplamos a Jesús, que baja hasta el fondo del reino de la muerte, para que los justos que de antiguo esperaron en él encuentren a su Redentor.
  5. En el quinto misterio del silencio contemplamos el anonadamiento de Cristo, que siendo Hijo aprendió sufriendo a obedecer.
  6. En el sexto misterio del silencio contemplamos la soledad llena de fe de la Santísima Virgen María.
  7. En el séptimo misterio del silencio contemplamos la inmensa compasión de Dios Padre, que tanto amó al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que cree en él no perezca.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Relación entre religión y santidad

Que la palabra santidad, según parece, se toma por dos cosas. Una, pureza, y según esto, significa lo que la palabra griega agios, que es como decir sin tierra. Otra, firmeza. De ahí el que los antiguos llamasen santo a lo firmemente establecido por las leyes, de suerte que se lo debiera considerar inviolable; y el que se llame sancionado (o santo) a lo prescrito de manera inmutable por la Ley. Ésta palabra santo, según los latinos, puede referirse asimismo a la pureza, si se toma sanctus (santo) como derivado de sanguine tinctus (tinto o teñido en sangre), porque antiguamente quienes querían purificarse se mojaban con la sangre de la víctima, como dice San Isidoro en sus Etymol.

Uno y otro sentido convienen en atribuir santidad a lo que está destinado al culto divino, de tal modo que no sólo los hombres, sino también los templos, cálices y otras cosas parecidas se dice que están santificados por el mismo hecho de destinarlos al culto divino. La pureza, pues, es necesaria para que nuestra mente se una a Dios. Porque la mente humana se mancha al alearse con las cosas inferiores, como se ensucia cualquier materia al mezclarse con otra más vil; por ejemplo, la plata con el plomo. Es preciso, según esto, que nuestra mente se separe de las cosas inferiores para que pueda unirse al ser supremo. De ahí el que sin pureza no haya unión posible de nuestra mente con Dios. Por eso se nos dice en la carta a los Heb 12,14: Procurad tener paz con todos y santidad de vida, sin la cual nadie podrá ver a Dios. También se exige firmeza para la unión de nuestra mente con Dios. Se une a El, en efecto, como a su último fin y a su primer principio, extremos que necesariamente están dotados de la máxima inmovilidad. Por eso dice el Apóstol en Rom 8,38-39: Estoy persuadido de que ni la muerte ni la vida me separarán del amor de Dios. Así, pues, se llama santidad a la aplicación que el hombre hace de su mente y de sus actos a Dios. No difiere, por tanto, de la religión en lo esencial, sino tan sólo con distinción de razón. Se le da, en efecto, el nombre de religión por servir a Dios como debe en lo que se refiere especialmente al culto divino, como en los sacrificios, oblaciones o cosas similares; y el de santidad, porque el hombre refiere a Dios, además de eso, las obras de las demás virtudes, o en cuanto que, mediante obras buenas, se dispone para el culto divino. (S. Th., II-II, q.81, a.8 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]