Tal vez el mundo es Corinto, 06 de 10, Escándalos

[Retiro espiritual en el Monasterio de Dominicas en Catamarca, Argentina.]

Tema 6 de 10: Escándalos

* El bajo nivel moral de la ciudad de Corinto no podía dejar de sentirse en la comunidad que nació en ese lugar y que recibió a un número de sus hijos. En tres cosas sobre todo se deja ver esto: (1) Las fracturas y tensiones internas llegan hasta el punto de que los cristianos de Corinto buscan el arbitraje de autoridades civiles (paganas); (2) Hay un caso grave de incesto; (3) Se presenta escandalosa desigualdad social dentro de la comunidad, entre los ricos cargados de lujo y pobres en extrema necesidad.

* El episodio del incestuoso nos dice mucho de la sabiduría de Pablo al abordar esos episodios de corrupción y de seria incoherencia con la fe cristiana. Su respuesta cobija tres elementos por lo menos:

(1) Recordar que “corruptio optimi pessima” : cuando se daña lo que es mejor se vuelve mucho peor. La inmoralidad entre cristianos es más degradante, si se quiere, que la que se da entre los mismos paganos. Hemos de entender este hecho desde la realidad del odio del enemigo del género humano.

(2) Enfatizar la relación entre orgullo e impureza. Se explica porque toda soberbia es homenaje y caricia incesante al yo. Y sucede que el placer sexual es uno de los modos más intensos de dar culto al yo.

(3) Una sentencia drástica y ejemplar. En contraste con las muchas formas de falsa compasión que hoy abundan, incluida la “compasión para matar” (eutanasia), Pablo muestra que el amor tiene también la capacidad de ser firme ante el mal, y ello por amor al pecador, que implica odio a su pecado.

Tal vez el mundo es Corinto, 05 de 10, Sabiduría

[Retiro espiritual en el Monasterio de Dominicas en Catamarca, Argentina.]

Tema 5 de 10: Sabiduría

* El impresionante catálogo de cuestiones que Pablo debe abordar en la que conocemos como su Primera Carta a los Corintios muestra bien, en lo concreto, la complejidad de llevar a una comunidad desde el paganismo total hacia la fe cristiana vivida en toda su plenitud.

* A pesar de que, según Hechos 18, Pablo estuvo predicando cerca de dos años en Corinto, y que allí recibió una confirmación especial del Señor sobre su misión, esta comunidad surgió sólo con grandes dificultades y arrastró muchos de los defectos típicos del paganismo en general y de Corinto en particular.

* Por eso Pablo tiene que hablarles con muchos ejemplos sobre el llamado a la unidad, que radica en Cristo. Aunque algo es cierto: antes de ser solidarios en la gracia hemos de descubrirnos solidarios en la realidad del pecado.

* Otro tema importante es la sabiduría. Dada la fuerte tradición intelectual y académica del mundo griego había gran aprecio por la racionalidad y la argumentación. Pero esa retórica es como una máquina que puede ponerse a funcionar casi en cualquier dirección y que por eso no tiene verdadero poder cuando se trata de transmitir el mensaje del señorío de Cristo, que es mucho más que un pasatiempo mental o una discusión de salón.

* Por eso habla Pablo de una “sabiduría divina,” término que alude en primer lugar al camino sorprendente y paradójico que ha hecho posible nuestra salvación a través de la Cruz. Nosotros participamos de esa sabiduría cuando partimos nuestra reflexión no de cosas externas o abstractos sino de la concreción de nuestra indigencia existencial, especialmente por nuestra condición de pecadores. Así, del conocimiento de sí mismo en Dios (según expresión de Santa Catalina de Siena) es posible avanzar en el camino de la vida cristiana.

Los jóvenes y el Papa

A pocos días de iniciar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), somos millones los que aguardamos con gozosa expectativa esos días que se anuncian llenos de sabiduría, fraternidad y alegría. No perdamos de vista que se trata de un evento único: sencillamente no hay otra persona en la tierra que pueda congregar por varios días a tantos jóvenes que no buscan vandalismo ni escapismo, sino una oportunidad de ahondar su fe en un espíritu de encuentro y acogida mutua.

Ahora bien, los encuentros con el Papa, siendo el centro de atención de los participantes y de los medios de comunicación, no son todo. La estructura misma de la JMJ se ha ido enriqueciendo con otra serie de experiencias que en su conjunto dejarán recuerdos imborrables en los jóvenes. La acogida en los diversos lugares, las catequesis, las celebraciones sacramentales masivas (incluyendo la confesión), están llamadas a quedar escritas en la memoria de fe de los participantes.

El país anfitrión, en este caso Brasil, recibe no pocos bienes de un encuentro de fe de estas proporciones. Incluso desde el punto de vista económico, como quedó bien demostrado en la última edición de la JMJ, en Madrid. Se cumplió en aquella ocasión lo de que no hay mal que por bien no venga, pues tanto escepticismo y crítica de los enemigos de la Iglesia, en cuanto al asunto económico, llevó a que las cifras se hicieran públicas muy visiblemente, con lo cual se supo que no es mal “negocio” invitar a alguien como el Sucesor de Pedro. Es desear, sin embargo, que la querida nación brasilera, recientemente sacudida por diversas protestas sociales, pueda encontrar luz y esperanza en la fe, entendida por supuesto como compromiso con la realidad concreta de este mundo y a la vez como mirada cargada de esperanza hacia las realidades últimas, las que sólo nos vienen “por gracia y mediante la fe.”

Nuestra responsabilidad, la de todos, y muy particularmente la de quienes no estaremos de cuerpo presente en Río de Janeiro, es custodiar con nuestra oración cada etapa del encuentro, y muy especialmente los momentos en que la palabra del primer Papa latinoamericano resonarán en los oídos y corazones de millones y millones de jóvenes. Ya sabemos qué esperar del Papa Francisco: toneladas de fe, alegría, franqueza, llamado a la conversión por vía de la fe y la práctica de las virtudes. Su lenguaje llano y a transparencia que une su pensar, hablar y obrar son sus grandes aliados, pero eso no nos exime de orar por él, sabiendo que su corazón no quiere impresionar a nadie sino tocar a todos con la bondad, la luz y la hermosa exigencia del amor de Cristo.