Palabras del Papa Francisco a obispos y sacerdotes

El Papa Francisco ha celebrado en la Catedral de San Sebastián de Río de Janeiro una Eucaristía con los obispos, sacerdotes y seminaristas. En la homilía, el Santo Padre se ha centrado en tres aspectos de la vocación de los sacerdotes: «Llamados por Dios», «Llamados a anunciar el Evangelio» y «Llamados a promover una cultura del encuentro».

Papa a los obispos y sacerdotes

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La Vocación, 05 de 16, La obra del Espíritu

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 5 de 16: La obra del Espíritu

* Iniciamos aquí la segunda sección de nuestro retiro. Vistos los aspectos más personales, conviene dirigir la atención a la dimensión comunitaria.

* La Iglesia misma nace de la Palabra, que adviene a nosotros desde fuera, por el testimonio apostólico, y nace también del Espíritu, que en cierto modo brota como desde dentro de uno mismo y que se experimenta como testimonio interior, que persuade y mueve.

* La Iglesia es la gran vocacionada, y toda vocación ha de leerse según el modelo de la Iglesia. No ha sido llamada por intereses o conveniencias, sino que es la voz de Dios la que la levanta y alimenta. En esto se diferencia de toda otra forma de asociación humana.

* La grandeza de la obra del Espíritu es que nos revela el bien de Dios como bien propio nuestro, y cambia además nuestro gusto y paladar para que, como dice la oración, “gustemos siempre el bien y gocemos de su consuelo.”

* Por eso sólo el Espíritu nos da inteligencia profunda de los mandamientos divinos, así como de las leyes y costumbres de la Iglesia. Sólo Él nos permite ser fieles en libertad y libres en fidelidad.

La Vocación, 04 de 16, Unidad y plenitud

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 4 de 16: Unidad y plenitud

* La secuencia de experiencias, luchas, victorias, a veces caídas, que suceden en el camino vocacional, no puede ser una colección de recuerdos yuxtapuestos. Hay una historia que vamos construyendo; un relato que abarca todos los pequeños relatos. Es necesario aspirar a la unidad interior, única garantía posible de paz interior estable.

* La unidad se afianza en el alma con la firmeza de un trípode: sabiduría, amor y fruto perdurable.

(1) Es sabio sacar la enseñanza de cada experiencia, y sobre todo, recoger de cada una las señales de la presencia de Dios. Este ejercicio nos va ayudando a conocernos, aceptarnos, admitir errores y crecer en la confianza de la providencia divina.

(2) La bondad ha de convertirse en el lenguaje que hace serena la vida, como decía el Beato Juan XXIII. y esa serenidad en buena parte surge de no tener que acomodar el lenguaje a circunstancias de modo, intereses de momento, o rencillas antiguas. El amor expresa lo mejor de uno mismo y a la vez congrega los bienes parciales que uno ha encontrado en el camino.

(3) Fruto perdurable (véase Juan 15) es aquel que tiene su raíz y cimiento en Cristo. Él es “el que vive;” el que ha vencido a la muerte; el que era, es y ha de venir. La vocación alcanza unidad en la medida en que centra todo esfuerzo en unirse y unir a todos en Cristo.

La Vocación, 03 de 16, Obstáculos y frenos

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 3 de 16: Obstáculos y frenos a la vocación

* El camino de respuesta a Dios encuentra siempre dificultades y hay que superar muchas pruebas para entrar al Reino de Dios (véase Hechos 14,22). Estas dificultades pueden ser extrínsecas (a la vocación) o intrínsecas.

* Las dificultades extrínsecas pueden ser externas o internas.

(1) Son obstáculos externos: la mentalidad del mundo, que llena de ruido el alma con todo tipo de promesas vacías; los malos consejos de personas cercanas, que nos invitan a ponernos en primer lugar a nosotros mismos o que nos desaniman en los buenos propósitos.

(2) Son obstáculos internos, pero extrínsecos a la vocación: el atractivo del pasado, sea por los recuerdos o por la curiosidad de lo que uno no ha vivido; los temores hacia el futuro y la falsa necesidad de controlarlo todo.

* Las dificultades intrínsecas son las que atentan con las raíces mismas de la vocación, en la tensión dialéctica entre temor y amor, según se explicó.

(1) La falta de temor de Dios proviene de una incapacidad de admirar, o de una tendencia a considerar verdadero sólo lo verificable por los sentidos o lo racionalmente comprensible.

(2) La falta de acoger el amor suele provenir del peso de una culpa muy grande, o a veces de una muy baja autoestima.

* Por supuesto, la victoria sobre estas tentaciones y obstáculos radica en volver a la fuente de santo temor y amor. Por eso hay que “volver a ser como niños” para entrar al Reino de los Cielos (véase Mateo 18,3).

La Vocación, 02 de 16, Inadecuado pero enamorado

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 2 de 16: Crecer es saberse inadecuado y enamorado

* La sensación de temor reverencial que marca el inicio de un llamado vocacional no debe quedar como un hecho aislado o una anécdota. Ha de convertirse en conciencia plena y creciente de la desproporción entre el don recibido y la falta de méritos propios.

* He aquí la esencia de la fidelidad y la del voto pobreza: aquel que no se siente nunca dueño, permanece pobre y disponible; aquel que habita en el don recibido cultiva la gratitud, la alegría y es fiel.

* Así como el temor madura en la dirección de la pobreza y la disponibilidad, así también el entusiasmo inicial ha de madurar hacia una relación de verdadero amor, que reserva espacio y cuida los detalles con el Amado.

La Vocación, 01 de 16, El comienzo y las señales

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 1 de 16: El comienzo y las señales de la vocación

* Cuando hablamos de vocación hablamos de llamado, y por consiguiente, de una voz y de uno que llama. El que llama es Dios, y su voz no es un accidente ni cosa de un instante sino guía que acompaña el camino.

* En ese sentido, la vocación sólo existe como proceso de propuesta y respuesta: de diálogo continuo entre Dios y el hombre.

* La plenitud de la vocación sucede en el llamado último, que es aquel que nos conducirá a la gloria del cielo: “Venid, benditos de mi Padre…” (Mateo 25).

* En su origen, la vocación combina hermosamente el santo temor y el santo amor. Temor, que expresa la sensación de ser “desbordado” o “abrumado” por una belleza, santidad, verdad, que supera lo conocido y aun lo imaginado. Amor, que invita a la cercanía y la confianza.

¿Sacramentos virtuales?

Estamos en la era de la comunicación. Nuestra generación esta cada dia mas dependiente de ella. Nuestras necesidades (muchas) tienen respuesta usando los medios que la ciencia a logrado para servicio de la humanidad contemporanea. Usted y su ministerio son un ejemplo de ello. ¿Podría entonces la Iglesia considerar ofrecer el Sacramento de la CONFESION on line? Gracias y bendiciones. JC

* * *

Hay razones prácticas que hacen ver, de entrada, lo extraño de la propuesta de “sacramentos virtuales.” Entre los tesoros de nuestra Iglesia está el sigilo sacramental que en ningún caso se puede garantizar a través de comunicaciones que no sean directas. Entendamos que toda comunicación mediada por escritos, chat, email, teléfono o videoconferencia es susceptible de ser interceptada y espiada. Las noticias de los últimos días con PRISM lo confirman. Pero hay razones más profundas, aun suponiendo, que no se puede suponer, que se llegara a al comunicación encriptada “perfecta.”

Los sacramentos no son actos mágicos (que funcionarían con el sólo hecho de que se sigan unos pasos y se digan unas palabras) ni tampoco burocráticos (que requieren únicamente que se siga lo prescrito en un protocolo o manual de procedimientos). Los sacramentos de la fe son expresiones de esa misma fe, la cual no hemos recibido por libro o por pantalla, sino al contacto con personas reales. En efecto, la fe no es una idea o una simple convicción interior: es un modo de vida que abarca todas las dimensiones de la persona humana en todo su ser: sus sentidos, su imaginación, sus recuerdos, sus proyectos.

Nada que sea parte de mi vida puede quedar por fuera de la vida de fe. Esto se nota particularmente en los sacramentos de la fe que se dirigen no únicamente a la mente o la inteligencia sino a todo el ser. El agua del bautismo recorre la cabeza y el cuerpo del bautizado; la unción brilla en la frente del confirmado, que además recibe la cálida mano del obispo; la eucaristía la comemos y se deja sentir en la boca. Lo que acompaña los sacramentos es sensible también, o sea, llega a través de los sentidos: los ambientes, el perfume del incienso, el hecho mismo de hacer parte de una asamblea y sentir el calor de la presencia de los hermanos.

Es verdad que estos elementos, que son parte de una rica antropología, a veces se descuidan en las celebraciones litúrgicas pero nuestra actitud no debe ser dejar perder sino más bien recuperar en su plenitud y hermosura cada sacramento. Cada uno de ellos es acontece dentro de la comunidad creyente y se alimenta de todo lo que sucede en un encuentro real entre personas reales. Esto vale también, y en altísimo grado, para la confesión. El tono de la voz del penitente es también lenguaje que habla de contrición o de cinismo. Uno puede decir: “He colaborado como en unos quince o veinte abortos” de muchas maneras, y ese tono, que se percibe al encuentro real con la persona real es parte del sacramento.

Pareciera que eso se puede reemplazar con una video-conferencia pero lo que el corazón humano pide y necesita es mucho más que eso. Lo que sucede en una confesión no es una pura declaración de paz y salvo de un documento: ¡es el reencuentro vivo con Dios nuestro Padre! Jesús dijo que hay fiesta en el Cielo cuando un pecador se convierte; ese lenguaje está indicando que en la absolución sacramental se trata de algo que sólo se compara a una nueva creación: es un reencuentro precioso que pide que todo nuestro ser se haga presente.

En síntesis: la legislación de la Iglesia es clara: no hay sacramentos virtuales. Y la razón es clara: el lenguaje de Dios en los sacramentos es total; abarca todo nuestro ser y supone un reencuentro pleno, en lenguaje total de alma y cuerpo con la comunidad creyente, y en particular con el ministro del sacramento.