93.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
93.2. Haces bien en reservar tiempos de soledad para ti. Aunque pase alguna vez que esos tiempos estén marcados por la tentación y la prueba, es preferible que te sepas probado a que no te sepas caído.
93.3. La soledad, en efecto, hace como visible a tus enemigos, y ello es bueno para ti y malo para ellos; pues cuanto más claro quede quién sirve y quién no sirve a Dios, tanta mayor libertad tiene tu conciencia para resolverse por Dios y afianzarse solamente en Él.