Entre las potencias del alma se cuentan la inteligencia, la voluntad y la memoria. Pero hay un factor que se olvida: aquello que se adueña de nuestra atención es lo que luego se adueña de nuestro afecto y ocupa nuestra inteligencia. La atención es cautivada por aquello que admira y por ese un oportuno conocimiento de la admiración es indispensable para saber hacia dónde se dirigen nuestros pasos.