Ver a Dios en la criatura…

Navidad

[display_podcast]

Letra de la Liturgia de las Horas:

Ver a Dios en la criatura,
ver a Dios hecho mortal
y ver en humano portal
la celestial hermosura.
¡Gran merced y gran ventura
a quien verlo mereció!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza
y ver que Dios lo quería.
¡Gran merced fue en aquel día
la que el hombre recibió!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra.
¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió!
¡Quién lo hiciera y fuera yo. Amén.

Te diré mi amor, Rey mío

Kissing God

[display_podcast]

Letra de la Liturgia de las Horas:

Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.

Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.

Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizás con gotas de sangre.

Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.

Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.

Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro Valle! Amén.

95. Los Caminos del Fuego Divino

Corazón de Fuego95.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

95.2. Tu oración es pequeña; eso es verdad. Pero unida a la oración de la Iglesia es muy grande. Y para que descubras el valor de esta oración de la Iglesia, hoy quiero hablarte.

95.3. Lo primero que debes saber a este respecto es que, si el mundo no ha muerto de frío, se debe a que hay hogueras de amor encendido. Pues bien, todo el fuego que arde o que llegue a arder en la faz de la tierra tuvo y tiene su comienzo en aquella llamarada de la que dijo Cristo: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra…» (Lc 12,49), promesa que cumplió a cabalidad cuando «Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos» (Hch 2,3).

Continuar leyendo “95. Los Caminos del Fuego Divino”

El Amor nos pone en Movimiento

Homilía en memoria de Patricia Villamarín,
para el día de Navidad de 2007

De acuerdo con mi aerolínea, he viajado algo más de 9000 kilómetros para dar un abrazo.

O digo mejor, varios abrazos: en especial a nuestra querida Mariana, a Saulo, y a Alicia, las personas que Patricia tuvo más cerca en esta tierra.

Esos 9000 kilómetros me han dado tiempo y sobre todo ocasión para pensar, y el resumen de lo que ha llegado a mi mente y corazón está en esta frase: el amor nos pone en movimiento. Estamos aquí, hemos venido a este lugar, en esta noche de Navidad, porque nos amamos y porque el amor nos ha puesto en movimiento.

Continuar leyendo “El Amor nos pone en Movimiento”

Este es un hombre que yo admiro

Este es aquel que ha descubierto cuánto cuesta encontrar la verdad. Este es un hombre de convicciones profundas, logradas a precio muy alto. He aquí alguien suficientemente fuerte como para llorar por lo que vale la pena; este es un hombre que sabe qué significa abrazar y que tiene un amplio diccionario de sonrisas y de sueños.

No lo llames un triunfador, no por ahora. Espera un poco, guarda tus palabras, que ya lo verás levantarse, como lo ha hecho tantas veces, y entonces podrás saludar a uno de esos pocos líderes que no necesitan aplastar a otros para sentirse grandes.

La humildad ha sido su maestra, y él ha sabido sentarse, con noble obstinación, en los bancos de la escuela de la vida, allí donde todos deberíamos aprender que todos, absolutamente todos nos equivocamos; y todos, absolutamente todos, merecemos segundas y terceras oportunidades.

La soledad ha arropado muchas veces su alma; el frío del fracaso y la burla de los que al final resultan más astutos son capaces de pulverizar el ánimo de cualquiera. Este hombre sabe de todo eso. Sabe de las calles heladas donde sólo llueven desengaños, y sabe de los mercados falaces donde la honestidad tiene poco precio. Él sabe de todo eso, pero no se ha quedado ahí. Es un peregrino con una reserva increíble de esperanza. Su alforja tiene muchas lágrimas, pero no le faltan las oraciones de la mamá, el afecto de los pocos buenos amigos, y el calor bendito de papá y hermanos.

Sobre todo hay algo que no le falta: la mirada luminosa de su niña. Aquella hija, aquella bendita hija, es una fuente de alegría; es un beso del futuro, una promesa que se cumple en cada encuentro, una música siempre nueva en sus oídos, un perfume que puebla de amor el lugar donde ella esté. Aquella bendita princesa podría resucitar a este hombre, si hasta allá hubiera que llegar.

Dardos de fuego han golpeado a este hombre que yo admiro. Otros serían ya solo un recuerdo. Este hombre está hecho de otra cosa. No es el acero escandaloso e insensible lo que lleva en su alma; no es la pretensión de uno de esos que creen saberlas todas. Por sus venas corre sangre humana, y eso, que debería ser la norma, es hoy la excepción, porque este mundo casi ha olvidado los ritmos de un corazón cuando palpita.

Saber palpitar es saber indignarse ante el aborto; saber palpitar es entender lo que se juega en los años decisivos de la juventud; saber palpitar es saber perdonar y saber perdonarse; es pedir excusas, si hay que hacerlo, sacudir el polvo, levantarse otra vez y mirar de frente al sol que nace.

Disculpen todos lo que voy a decir: pocas personas realmente admiro. Una de ellas es este hombre, que Dios me regaló como hermano.

Ahora, cuando un abismo de incertidumbre y de dolor se abre tan cerca de su alma, yo sólo sé una cosa: que el Bien que hay en ti, hermano, es más fuerte. Toma esa mano pequeña, la de tu princesa, eleva otra vez tu corazón al Redentor, no dejes de alcanzar con tu voz a los que necesitan de un consejo tuyo, y de tu manera maravillosa de ser HUMANO.

Este es un hombre que yo admiro: Saulo Medina.

Vino Cristo por nosotros

María y el Niño JesúsPara algunos de nosotros esta Navidad tendrá un sabor distinto. Estoy pensando en las familias de mis hermanos en el Perú, afectados por el terremoto; estoy pensando en tantos amigos y conocidos en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que enfrentan un panorama incierto y duro, para sí mismos y para su país; estoy recordando con amor a tantos en Venezuela que sufren al ver a su país polarizado y tan cerca de un punto de no retorno.

Vienen a mi mente también las condiciones de dura opresión de los cristianos en Irak y en la mayoría de los países de mayoría musulmana. Graves interrogantes se ciernen además sobre Birmania, que ha visto desfilar a cientos de miles de monjes budistas, algunos de ellos asesinados impunemente. El panorama de Rusia es estable pero bajo la hegemonía disfrazada del férreo poder de Putin. China obliga a los fieles al Papa a esconderse. Argelia arde, lo mismo que Paquistán; la paz es esquiva en Sudán, y Zimbawe se acerca a lo que parece un abismo. El presidente norteamericano George W. Bush ha rechazado diálogo directo con el presidente sirio, a la vez que la tensión en Irán no cede. Y los países que parecieran gozar de relativa estabilidad democrática encuentran morboso solaz en exterminar vidas inocentes a través del aborto. Sí: estoy pensando en los 100.000 asesinados este año en España, y los centenares de miles de Inglaterra, Canadá y Estados Unidos, comienzo de una lista que es muy larga…

Continuar leyendo “Vino Cristo por nosotros”

Christmas Time

María de la PazA casual stroll through the streets of Dublin at this time of the year may only spell abundance. People carrying big boxes and multi-colored packages; people readying themselves for the numerous gatherings and feasting occasions of the season are the common sight for these days. It is not easy to recognize that, buried beneath all those gifts and boxes, there are human beings whose deepest desires so often are not being fulfilled. I think the big challenge nowadays is to spot our needs, our most profound needs, those that cannot be sorted out with a fat wallet or with irresistible bargains.

There are many kinds of poverty and some of them can be concealed with relative ease. In terms of affection and need of care many people could be starving right now but their desperate condition is not apparent. They walk by, get jobs, pay their bills, do their shopping, eat and drink and may become friendly or even amusing–yet their hearts can well be very sad and their lives strangely empty and meaningless. We only come to know that something was ever wrong deep down in them when they do unusual things. Regretfully, it could be too late when the alarm goes on. Many have committed serious harm to others or themselves by that time.

If concealing that many of us are people in want can be so dangerous, I guess the opposite can bring healing refreshment to our souls. Our emotional and spiritual hunger should no be hidden or disguised but honestly acknowledged in order to act accordingly. This is the one gift Christmas brings in a very discrete yet so powerful manner. Christ was born in direst conditions and stripped from even the most common cares. As a true destitute, he exposed not only his needs but ours. At the same time, no greater gift has come to this Earth than Christ himself. Thus, the contemplation of his condition is not only bringing to light where our true needs lie, but where our true wealth is coming from.

The Blessed Virgin stands as the privileged witness to this reality. She is at the same time the poorest and the richest of all mothers. So forsaken and so tenderly looked after by God’s providence; no one held a treasure of greater value; no one was so dismissed when bringing it to the world. Mary knows very well the poor disposition of the human heart, whose selfishness appeared plainly on Christmas’ eve; she knows perfectly too the terrible need of that same heart, which out of its own misery is so slow in learning the lessons of mercy.

Let us approach the manger. Let us see our reality along with the astonishing reality of God’s love for us. Let us ask for Mary’s eyes to behold the Son of God in such a way that He may bestow on us his true and lasting gifts.

94. Verdaderos Pastores

Buen Pastor94.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

94.2. La Escritura ha dejado constancia de cómo una parte de los israelitas comprendieron el peligro que entrañaba la monarquía. Especialmente es la boca de Samuel, el profeta, la que se ha levantado para advertir de las tentaciones que acecharían al rey del pueblo de Dios (cf. 1 Sam 8,11-18).

94.3. Si bien lo miras, todas las posibles fallas del rey se resumen en una: suplantar a Dios, es decir, tomar para sí los honores debidos Dios y usurpar los atributos divinos para hacer que sus intereses sean favorecidos por el pueblo destinado a cuidar de los intereses de Dios.

Continuar leyendo “94. Verdaderos Pastores”

Enchanted – Encantada

EnchantedAyer fui a ver Enchanted, y aquí están mis impresiones y reflexiones. Advertencia: lo que aquí escribo puede arruinar el desenlace de la película a quien no la haya visto.

Debo decir que la trama no es obvia, y de hecho yo no diría que es una película “para niños.” No es que sea inconveniente para los chiquitos sino que tal vez los mensajes más interesantes están más allá de su percepción promedio. En buena parte este filme se disfruta por la sutileza de las reacciones de los seres humanos ante las graves cuestiones del afecto, la soledad, el conflicto, la separación y el egoísmo, y ello no aparece en grandes efectos especiales sino más bien en alusiones en los diálogos o en el rostro de los actores. De ellos, por cierto, quiero destacar a Patrick Dempsey (el Robert de Nueva York) : es impresionante la expresividad de su rostro en múltiples situaciones. La Encantada, Giselle, actuada por Amy Adams es realmente buena también, sobre todo en eso tan difícil que es transmitir un torrente casi continuo de alegría, donaire y ternura para con todos. Los actores, en general, están a la altura.
Continuar leyendo “Enchanted – Encantada”

Ejercicios sobre el perdón, 13

Listo para matar.El Odio
(1 Juan 3,15)

Continuemos nuestra reflexión sobre algunos sentimientos nocivos, pues cuando alguno de ellos está vivo en nosotros, somos incapaces de perdonar. Les propongo que reflexionemos sobre unos de esos sentimientos. Necesitamos descubrirlos en nosotros y aprender a eliminarlos de nuestra vida. Pero, necesitamos ser honestos con ellos, es decir, reconocerlos, declarar sobre ellos la verdad, sin disculparnos, sin defendernos, sin fingir. Esto nos exige manifestarlos, lanzarlos fuera de nosotros. El gran problema es que esos sentimientos y emociones, muchas veces, los mantenemos ocultos, no dejamos que se curan, perjudicando así nuestro equilibrio y nuestra capacidad de ser felices, de tener relaciones satisfactorias. Iniciaremos nuestra reflexión sobre el sentimiento más nocivo, el rey de los malos sentimientos, el odio, que si se enquista en nosotros, destruye y nos destruye, pues “quien odia a su hermanos es un asesino” (1 Jn 3,15). Anestesiar el odio, por ejemplo, el dolor o la rabia que él produce con drogas, alcohol, trabajo, etc, en vez de descargarnos y aligerarnos de él nos va destruyendo poco a poco.

Continuar leyendo “Ejercicios sobre el perdón, 13”