15.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
15.2. La voz del Padre celestial, por la que fueron creadas todas las cosas, puede todavía oírse en las cosas creadas. Esta es la virtualidad del silencio: que te acerca a esa voz. Por eso está bien dicho en español: “guardar” silencio, como se guardan los tesoros, como se guarda la pureza, como se guarda el rebaño en tiempo de tormenta.
15.3. Toda la vida espiritual la puedes mirar como un encuentro con esa voz primordial, con esa intención primera, en la que está toda la fuerza que te hace ser y todo el amor que te sostiene en el ser. Esa es la voz que se deja oír en tu conciencia, la que resuena cuando estás atento a la Sagrada Escritura, la que te exhorta cuando tus Superiores te corrigen, la que, a través de ti también, se hace predicación y luz para tus hermanos.