Sobre la verdad de la Historia

Este comentario nace de un e-mail muy documentado e inspirador de mi buen amigo William Plata, historiador de vocación y de profesión. Pienso que no le moleste que este tema apasionante salga un poco al aire.

El tema es la objetividad, y en concreto la objetividad de la historia cuando quiere narrar, contextualizar o explicar la vida de los creyentes.

William comenta que hay tres corrientes al respecto:

1. Materialismo-positivismo: se intenta explicar todo lo sobrenatural como subproducto de circunstancias culturales, atavismos, o desajustes o compensaciones psicológicas.

2. Subjetivismo de la verdad: lo que el sujeto cree, es verdad para él. Las creencias, pues, sirven como marco de explicación de las acciones de los sujetos, a modo de condicionantes. Es una postura de agnosticismo práctico.

3. Uso de la teología en la interpretación. El investigador asume que tiene una postura, por ejemplo como creyente, no la niega ni ante sí mismo ni en la presentación de su trabajo, pero es crítico consigo mismo, buscando ante todo la honestidad, vale decir, no ocultar lo que contradice la propia postura.

La pregunta es cómo sostener esa tercera postura, única que admite explícitamente la fe, delante de los auditorios críticos, académicos y racionales o racionalistas en que hoy debe desenvolverse el historiador, y en realidad, el cristiano adulto.

Propongo como respuesta una crítica a la crítica. El racionalista afirma que puede carecer de presupuestos y situarse en un terreno seguro y libre de prejuicios. Su mirada, según dice, es neutra y en ella sólo pesan los hechos. Tentador, si se quiere, pero ¿es real?

Un caso interesante es el de las apariciones de la Virgen, como en el caso de Guadalupe. William cita a Serge Gruzinski, que no ve en ello más que una mixtura cultural. Podemos preguntarle a Gruzinski por qué está tan seguro del inventario del universo y si esa seguridad es racionalmente sostenible o no. En el universo de Gruzinski no puede haber una Virgen María asunta al cielo que se manifiesta en la tierra. ¿Con qué base racional se excluye algo del dominio del ser? ¿Qué pensaríamos de un científico que dijera: “NO puede haber otra forma de ser inteligente que no sea la forma humana”? Pensaríamos que su afirmación es gratuita y miope. Precisamente la ciencia está preguntándose hoy de cuántos otros modos podría existir la vida, y también la vida inteligente. Se considera un abuso decir que sólo puede existir lo que ya conocemos. Siendo esto así, ¿por qué se excluye lo llamado sobrenatural? ¿Es racional eso?

Lo mismo con el agnosticismo de la segunda postura. Se dice: “lo que el sujeto cree es verdad para él.” Pregunta: ¿y es que el investigador no es sujeto? Si el investigador dice que no hay verdades objetivas, esa es una verdad subjetiva, entonces, y no tenemos ninguna razón para aceptarla.

Pienso que un ejercicio de crítica de la crítica, hecho a conciencia y con su grano de sal, como diría san Pablo, puede brindar nuevo impulso a quienes tienen la noble labor de buscar y anunciar la verdad en el ámbito de lo social, lo psicológico y lo religioso.