El futuro va en paralelo (2)

2. Series y Paralelos en la Naturaleza y la Historia

Tal vez la pregunta más relevante para el siglo XXI sea determinar qué problemas o cuestiones pueden ser resueltos en serie y cuáles en paralelo. Una respuesta debería incluir si las razones por una u otra opción son salvables o insalvables, exactas o aproximadas, practicables o impracticables.

Hay en particular un asunto que parece imposible en paralelo. A pesar de que el trabajo en equipo ayude a muchas cosas, el momento inspirado en que una solución genial aparece es algo que sucede como el famoso bombillo que se prende. Mil velas ardiendo no producen una lámpara eléctrica. Hay saltos cualitativos, actos de creatividad que no sabemos cómo producir si no suceden en el interior de individuos específicos y en momentos que son también específicos, aunque impredecibles.

La creatividad es, pues, algo que parece funcionar sólo “en serie.” La Naturaleza muestra en cambio multitud de procesos que son geniales y que sólo existen en paralelo. Hay soluciones geniales que brotan de seres con limitados recursos de procesamiento de datos. Los panales de las abejas, la manera como se defienden los bancos de sardinas en el mar, o la búsqueda de alimento de las hormigas son ejemplos bien conocidos. Ninguna súper-hormiga o súper abeja haría las cosas mejor que como las hacen las hormigas o abejas que conocemos.

Es inevitable trasladar estos análisis a la especie humana: el énfasis en la perspectiva “en serie” favorece la genialidad del individuo; el énfasis en la perspectiva “en paralelo” fortalece la continuidad, diversificación y la agilidad misma de muchos procesos comunitarios.

Otro enfoque: los hombres, los varones, tienden a privilegiar el protagonismo del individuo; su cerebro funciona de manera secuencial y aborda un objetivo después de otro, según el modelo “en serie.” Las mujeres, en cambio, tienden a privilegiar los elementos intangibles pero reales de “un buen ambiente,” o una buena y completa comunicación; por ello mismo, miran muchas cosas a la vez y a menudo encuentran relaciones y soluciones que tienen un impacto más profundo y duradero; están más cerca del modelo “en paralelo.”

Otro enfoque o aplicación: en las revoluciones políticas o civiles hay siempre algunos líderes ideológicos que presentan secuencias de argumentos y programas para cuando se logre el deseado cambio. Este es un pensamiento “en serie.” Los cambios, sin embargo, no llegan sino a través de los líderes políticas que convocan simultáneamente a los distintos estamentos de población, obrando así “en paralelo.” La mayor parte de la gente, esto es, lo que se suele llamar “las masas” no deliberan, no siguen razones y argumentos, sino que se agolpan y obran “a una,” en paralelo.

Con la santidad en la Iglesia encontramos un ejemplo interesante también. La imagen tradicional del santo cristiano, que es heredero del profeta y del apóstol venidos respectivamente del Antiguo y del Nuevo Testamento, es la de una persona en solitario que afronta una serie de pruebas o eventos y que también expone la palabra y la voluntad de Dios en oráculos que pueden ser compilados, como ha sucedido con los libros de la Biblia. Por otra parte, el santo llega siempre, como también Cristo llegó, en un clímax de circunstancias. En el caso de Nuestro Señor hablamos de “la plenitud de los tiempos.” Tal “plenitud” es el desenlace de muchas historias y hechos paralelos que preparan y hacen inteligible el ministerio del profeta, del apóstol y del santo. Según esto uno puede preguntarse por qué son tan pocos los que predican aquello que Monseñor Leonardo Gómez llama la “santidad comunitaria.” ¿No será que hay un exceso de trabajo espiritual “en serie” de esfuerzos personales, y que hemos mirado demasiado poco al clima y al efecto que la comunidad tienen en darle santos al cielo?