Ponte a orar

Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo…, aunque los amigos a veces traicionan. -No me parece mal. Pero… ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona?

“María escogió la mejor parte”, se lee en el Santo Evangelio. -Allí está ella, bebiendo las palabras del Maestro. En aparente inactividad, ora y ama. -Después, acompaña a Jesús en sus predicaciones por ciudades y aldeas. Sin oración, ¡qué difícil es acompañarle!

¿Que no sabes orar? -Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: “Señor, ¡que no sé hacer oración!…”, está seguro de que has empezado a hacerla.

Me has escrito: “orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?” -¿De qué? De El, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias…, ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: “¡tratarse!”

IX-D. Palabras de aliento y exhortacion

328. Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo pasado no haya recuerdo ni venga pensamiento; más bien, gozad y alegraos siempre de lo que voy a crear; mirad, voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su población en gozo. (Is 65,17-18)

329. No abandones tu corazón a la tristeza; recházala, piensa en el futuro. (Sir 38,20)

330. El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia la vida en este mundo la conserva para una vida eterna. (Jn 12,25)

331. El mundo pasa con sus codicias; pero quien cumple la voluntad de Dios, permanece por siempre. (1 Jn 2,17)

El elefante y su estaca

Elefante y su estaca
“Este animal gigantesco y poderosísimo no intenta arrancar la estaca porque cree que no puede, porque desde pequeño aceptó su incapacidad y tiene el registro de su impotencia bien guardado en la memoria (memoria de elefante, precisamente)…” Click!

Necesidad de la alegria en todos los hombres

No se podría exaltar de manera conveniente la alegría cristiana permaneciendo insensible al testimonio exterior e interior que Dios Creador da de sí mismo en el seno de la creación: «Y Dios vio que era bueno» (Gén 1,10.12.18.21.25.31). Poniendo al hombre en medio del universo, que es obra de su poder, de su sabiduría, de su amor, Dios dispone la inteligencia y el corazón de su criatura —aun antes de manifestarse personalmente mediante la revelación— al encuentro de la alegría y a la vez de la verdad. Hay que estar, pues, atento a la llamada que brota del corazón humano, desde la infancia hasta la ancianidad, como un presentimiento del misterio divino.

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Ejercicios sobre el perdón, 33

Jesús sana hoy
(Lc 4,16-19; Mc 7,14-23)

AmorLes invito a reflexionar sobre un tema fundamental para quien ha sido herido en su interior. Jesús vino a curar al hombre de sus pecados, de sus heridas y a darle vida en abundancia: “¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ellas llegasen a olvidar, Yo nunca te olvido. Míralo, te tengo tatuado en la palma de mis manos” (Is 49,15-16). Dios-amor se preocupa de nosotros, de nuestra salud corporal o física y espiritual o interior. Cuida de nosotros mejor que una madre cuida de su hijo pequeño. El tema de la sanación interior es un tema central en el ministerio de Jesús, poco manejado hoy por nuestra pastoral. Jesús ha venido a sanar los corazones destrozados por el desamor y nos ofrece un corazón nuevo. Necesitamos ponernos en contacto con el poder sanador de Jesús, que nos quiere completamente sanos.

Testimonios: Un sacerdote sufrió durante varios años de dolores de cabeza persistentes, gripas y sinusitis. Lo agravaba el clima tropical donde vivía y el trabajo que tenía que realizar. En un momento de diálogo con el Señor, el le dijo: “Tu vida está llena de tensiones innecesarias, que destruyen tu salud. La fuente de esas tensiones no es ni el clima, ni el trabajo, sino tu espíritu desconfiado y negativo. Cuando trabajas, lo haces como si yo no estuviese contigo. ¿Porqué no confías en mí? Ahí está ese sacerdote al que no acabas de aceptar. ¿Porqué no lo perdonas y aceptas, como yo te perdono y acepto a ti?”. Y Jesús, médico divino, no solo hace el diagnóstico a fondo, receta el tratamiento, sino también nos sana. Por eso, con su ayuda comencé a mirar a mi hermano sacerdote, con amor y comprensión, perdonándolo. Me fue fácil perdonarlo más de siete veces. Comencé a visualizar el trabajo, no como mi trabajo, sino como algo del Señor, que yo realizo bajo su dirección y con su fuerza. El Espíritu de alabanza vino a reemplazar mi espíritu de queja. A los pocos días sufrí un ataque fuerte de gripa y sinusitis. Pero, seguí confiando en el Médico divino y alabándole. Desde entonces, -hace ya doce años- no he vuelto a tener gripa fuerte, ni sinusitis, ni dolores de cabeza.

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Ejercicios sobre el perdón: Práctica No. 7

Cierra los ojos. Respira despacio, profundamente. Inspira. Expira (varias veces).Toma conciencia de tu estado interior.

Visualiza a Jesús junto a ti. Oye su voz suave y amiga que te dice: “Estoy contigo. He venido para ayudarte y compartir todo contigo. Quiero darte mi visión de la vida, mi paz, mi libertad. Entrégame tus preocupaciones. Deja que pase tu estado de ánimo, tu irritación; yo te ayudaré a perdonar, y a empezar de nuevo. Confía en mí. Nada se ha perdido, pues yo lo cambio todo en gracia”.

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Ejercicios sobre el perdón, 29

Poder Sanador del Espíritu Santo:

PalomaLes invito a reflexionar sobre el poder maravilloso de Jesús y de su Espíritu para curar una cantidad de males que impiden que amemos con verdadera elegancia y desenvoltura. El poder del Espíritu Santo y la Palabra de Jesús sanan el corazón, la mente, nuestras relaciones y las enfermedades de nuestro cuerpo. Diremos primero unas palabras sobre el Poder sanador del Espíritu Santo para luego reflexionar sobre Jesús.

Oigamos al respecto el testimonio del tercer evangelista: “Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano, había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salí de Él una fuerza que sanaba a todos” (Lc 6,17-19).

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Ejercicios sobre el perdón, 27

Higiene Mental

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En el tema anterior hablábamos de dos maneras de sanar: a través de la naturaleza y a través de la gracia. Naturaleza significa la ciencia, el progreso, la medicina, la técnica y todos los recursos que el hombre ha recibido de Dios para dominar la tierra y su propia existencia, siempre en la obediencia. Gracia significa la fe y la oración mediante las cuales obtenemos a veces sanaciones y milagros de parte de Dios. Hay un tercer camino y es la búsqueda de poderes ocultos, obtenidos por medios oscuros, a espaldas de Dios. Entra aquí en escena el que un día dijo que le pertenece todo poder en la tierra y que lo entrega a quien le adore. Cuando seguimos ese camino, la ruina es inevitable y hemos caído en las redes de la araña y no saldremos de allí fácilmente.

Les invito a reflexionar sobre un tema que pertenece a la primera manera de sanar, a través de la naturaleza. Es un tema muy importante para nuestra salud espiritual y corporal, para tener sanos la mente y el corazón y ser así siempre dadores de perdón. Es un tema muy poco utilizado en nuestra pastoral: la higiene mental. El estilo de hoy de caminar tan aprisa nos obliga a aplicar los frenos para no chocar con otros hermanos que caminan también con prisa. Y grandes prisas generan grandes tensiones. No sacamos tiempo para detenernos, para reflexionar, para relajarnos, para descansar. Sin darnos cuenta de ello, la prisa, la velocidad nos mantiene frecuentemente tensos, irritables, agresivos, cansados y hasta atemorizados. También nuestro cuerpo acumula tensiones, dolores, cansancio. Mantenemos la frente arrugada, los hombros encogidos o tensos, agarrotados, rígidos los brazos, crispadas las manos, inquietas las piernas, todo lo cual refleja la tensión que vivimos. Esos estados de tensión consumen grandes energías, limitan nuestra capacidad de vivir contentos con nosotros mismos y en paz con los demás, además que nos disponen para una cantidad de enfermedades, cardiovasculares, depresiones, cáncer, etc. Espacios de relajación y descanso, no son un lujo, sino una necesidad. Cuando el Creador finalizó su obra creadora, “descansó y bendijo el descanso” (Gen 2,3). Otro tanto hizo Jesús con sus discípulos: “Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para que descansen un poco” (Mc 6,30-32).

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