VIII-C. El consuelo de Dios

297. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre compasivo y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación, para que nosotros, en virtud del consuelo que recibimos de Dios, podamos consolar a los que pasan cualquier tribulación. (2 Cor 1,3-4)

298. El da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; aun los muchachos se cansan, se fatigan; los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse. (Is 40,29-31)

299. Todo lo puedo con el que me da fuerzas. (Flp 4, 13)

300. Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad. (2 Cor 12,9)

301. La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios se infunde en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo. (Rm 5,5)