LA GRACIA del Jueves 23 de Junio de 2016

Conocer la Biblia nos ayuda a reconocer nuestra propia vida, a descubrir el verdadero dolor por el pecado y a tener verdadera confianza en el Dios que tanto nos ha amado.

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X-H. La vocación del predicador

361. Cuando recibía palabras tuyas, las devoraba; tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima; yo llevaba tu nombre, Señor, Dios de los ejércitos. (Jer 15,16)

362. La palabra del Señor se me volvió escarnió y burla constantes, y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. Pero la sentía dentro como un fuego ardiente, encerrado en los huesos: hacía esfuerzos para contenerla y no podía. (Jer 20,8-9)

363. El Señor me dirigió la palabra: Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de los paganos. Yo repuse: ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho. El Señor me contestó: No digas que eres un muchacho: que a donde yo te envíe, irás; lo que yo te mande, lo dirás. (Jer 1,4-7)

364. Tú me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir; me has violentado y me has podido. (Jer 20,7)

365. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena. (2 Tm 3,16-17)

366. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. (2 Tm 4,7)

X-G. Por que predicamos

356. Cristo Jesús me tuvo compasión, para empezar conmigo a mostrar toda su paciencia, dando un ejemplo a los que habían de creer y conseguir la vida eterna. (1 Tm 1,16)

357. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros ejecutasteis colgándolo de un madero. Al mismo, Dios lo ha exaltado a su derecha, nombrándolo, jefe y salvador, para ofrecer a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados. De estos hechos somos nosotros testigos con el Espíritu Santo que Dios concede a los que creen en él. (Hch 5,29-32)

358. Si yo digo al malvado que es reo de muerte y tú no le das la alarma -es decir, no hablas poniendo en guardia al malvado para que cambie su mala conducta y conserve la vida -, entonces el malvado morirá por su culpa y a ti te pediré cuenta de su sangre. (Ez 3,18)

359. Al que me confiese ante los hombres, lo confesaré yo ante mi Padre del cielo. Al que reniegue de mi ante los hombres, renegaré yo de el ante mi Padre del cielo. (Mt 10,32-33)

360. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte. (Mt 5, 14)

X-F. Unidos a Cristo en el Espíritu

353. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo. (Hch 1,8)

354. El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad. (Is 61,1-3)

355. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. (Jn 15,4)

X-E. Sin palabras, ante la grandeza de Dios

349. La vida se manifestó: la vimos, damos testimonio y os anunciamos la Vida que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Lo que vimos y oímos os lo anunciamos también a vosotros para que compartáis nuestra vida, como nosotros la compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que se colme vuestra alegría. (1 Jn 1,2-4)

350. El pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa, los que habitaban en país de sombras se inundaron de luz. Porque un niño nos ha nacido, nos han traído un hijo: lleva el cetro del principado y se llama Milagro de Consejero, Guerrero divino, Jefe perpetuo, Príncipe de la paz. (Is 9,1.5)

351. Dios nuestro salvador quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad. (1 Tm 2,3-4)

352. Dios estaba, por medio de Cristo, reconciliando el mundo consigo, no apuntándole los delitos, y nos confió el mensaje de la reconciliación. (2 Cor 5,19)

X-D. Hay que exponer el mensaje

345. Delante de Dios y de Jesucristo, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su manifestación como rey: proclama la palabra, insiste a tiempo y destiempo, arguye, reprende, exhorta con toda paciencia y pedagogía. (2 Tm 4,1-2)

346. No aprecio en nada la vida, con tal de completar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús: anunciar la buena noticia de la gracia de Dios. (Hch 20,24)

347. ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies de heraldo que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: Ya reina tu Dios! (Is 52,7)

348. Yo no me avergüenzo de la nueva noticia, que es una fuerza divina de salvación para todo el que cree -primero el judío, después el griego -. (Rm 1,16)

X-C. Un acto de amor

342. Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que buscan sabiduría. (Sir 24,24)

343. Ahora me alegro de padecer por vosotros, de completar, a favor de su cuerpo que es la Iglesia, lo que falta a los sufrimientos de Cristo. (Col 1,24)

344. Hermanos míos, si uno de vosotros se aparta de la verdad y otro lo endereza, el que convierte al pecador del mal camino salvará su vida de la muerte y cubrirá una multitud de pecados. (St 5,19-20)

X-B. Persistir aunque no aparezca de inmediato el fruto

334. ¡Ay de vosotros cuando todos hablen bien de vosotros! Lo mismo trataron vuestros padres a los falsos profetas. (Lc 6,26)

335. Maestro, hemos bregado toda la noche sin cobrar nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes. (Lc 5,5)

336. Si el mundo os odia, sabe que primero me odió a mí. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero, como no sois del mundo, sino que yo os elegí sacándoos del mundo, por eso os odia el mundo. (Jn 15,18-19)

337. Llegará un tiempo en que no soporten la sana doctrina, sino que, siguiendo sus pasiones, se rodearán de maestros que les halaguen los oídos. No dando oídos a la verdad, se volverán a las fábulas. Tú vigila continuamente, aguanta las penalidades, ejecuta la tarea de anunciar la buena noticia, cumple tu ministerio. (2 Tm 4,3-5)

338. Si os insultan por ser cristianos, dichosos vosotros, porque el Espíritu de Dios y su gloria, reposa en vosotros. Que ninguno de vosotros tenga que padecer por ladrón o asesino o criminal o por meterse en asuntos ajenos. Pero si padece por ser cristiano, no se avergüence, antes dé gloria a Dios por tal título. (1 P 4,14-16)

339. Dichosos vosotros cuando os injurien y os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad contentos y alegres, porque vuestro premio en el cielo es abundante. Lo mismo persiguieron a los profetas que os precedieron. (Mt 5, 11-12)

340. En una visión nocturna el Señor dijo a Pablo: No temas, sigue hablando y no calles, yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño, porque en esta ciudad tengo yo un pueblo numeroso. (Hch 18,9-10)

341. Y todos los que quieran vivir religiosamente como cristianos, sufrirán persecuciones. (2 Tm 3,12)

X-A. Celo por la causa de Dios

332. Únicamente, olvidando lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús. (Flp 3,13-14)

333. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, digan los ministros del Señor: Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu heredad al oprobio, no la sometan los gentiles, no se diga entre los pueblos ¿Donde esta su Dios? (Jl 2, 17)

IX-D. Palabras de aliento y exhortacion

328. Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo pasado no haya recuerdo ni venga pensamiento; más bien, gozad y alegraos siempre de lo que voy a crear; mirad, voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su población en gozo. (Is 65,17-18)

329. No abandones tu corazón a la tristeza; recházala, piensa en el futuro. (Sir 38,20)

330. El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia la vida en este mundo la conserva para una vida eterna. (Jn 12,25)

331. El mundo pasa con sus codicias; pero quien cumple la voluntad de Dios, permanece por siempre. (1 Jn 2,17)

IX-C. Razones para la esperanza

322. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en vosotros, el que resucitó a Jesucristo de la muerte dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en vosotros. (Rm 8,11)

323. Ved qué grande amor nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios y lo somos. Por eso el mundo no nos reconoce, porque no lo reconoce a él. Queridos, ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Nos consta que, cuando aparezca, seremos semejantes a él y lo veremos como él es. (1 Jn 3,1-2)

324. El hombre tiene los días contados, mas los días de Israel no tienen número. (Sir 37,25)

325. El amor nunca acabará. Las profecías serán eliminadas, las lenguas cesarán, el conocimiento será eliminado. (1 Cor 13,8)

326. No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive; estuve muerto y ahora ves que estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y el abismo. (Ap 1,17-18)

327. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. (Hb 13,8)

IX-B. La fuerza de la esperanza

318. De acuerdo con su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habitará la justicia. (2 P 3,13)

319. El Espíritu y la Novia dicen: Ven. El que escucha diga: Ven. (Ap 22,17)

320. Será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor; tu sol ya no se pondrá ni menguará tu luna, porque el Señor será tu luz perpetua y se habrán cumplido los días de tu luto. (Is 60,19-20)

321. Este Jesús, que os ha sido arrebatado al cielo, vendrá como lo habéis visto marchar al cielo. (Hch 1,11)

IX-A. Visiones del Cielo

312. Cuando resuciten de la muerte, no se casarán los hombres y las mujeres, sino que serán en el cielo como ángeles. (Mc 12,25)

313. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, bajando del cielo, de Dios, preparada como una novia que se arregla para el novio. Oí una voz potente que salía del trono: Mira la morada de Dios entre los hombres: morará con ellos; ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos. Les enjugará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte, ni pena, ni llanto, ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado. (Ap 21,2-4)

314. No vi en ella templo alguno, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. (Ap 21,22)

315. El que estaba sentado en el trono dijo: Mira, renuevo el universo. Y añadió: escribe, que estas palabras mías son verdaderas y fidedignas. Y me dijo: Se acabó. Yo soy el alga y la omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber del balde del manantial de la vida. El vencedor heredará todo esto. Yo seré su Dios y el será mi hijo. (Ap 21,5-7)

316. Allí no habrá noche. No les hará falta luz de lámpara ni luz de sol, porque los ilumina el Señor Dios, y reinarán por los siglos de los siglos. (Ap 22,5)

317. Ha llegado la victoria, el poder y el reinado de nuestro Dios y la autoridad de su Mesías; porque ha sido expulsado el que acusaba a nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios. Ellos lo derrotaron con la sangre del Cordero y con su testimonio. (Ap 12,10-11)

VIII-E. Ante la enfermedad fisica

311. Hijo, en tu enfermedad no pierdas la paciencia, reza al Señor y él te curará. Abandona tus malos pasos, conserva limpias tus manos, y de todo pecado purifica tu corazón. Ofrece a Dios sacrificios agradables y ofrendas generosas según tus recursos. Después acude al médico, porque también a él lo creó el Señor. (Sir 38,9-12)

VIII-D. La fidelidad se muestra en la prueba

302. Este dicho merece fe: Si morimos con él, viviremos con él: si aguantamos, reinaremos con él; si renegamos de él, renegará de nosotros; si le somos infieles, él se mantiene fiel, pues no puede negarse a sí mismo. (2 Tm 2,11-13)

303. ¡Ay del corazón caído, que no tiene confianza! Por eso no será protegido. (Sir 2,13)

304. El Señor no se retrasa en cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que tiene paciencia con vosotros, pues no quiere que se pierda nadie, sino que todos se arrepientan. (2 P 3,9)

305. Hijo mío, cuando te acerques a servir al Señor, prepárate para la prueba, mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes cuando te sobrevenga una desgracia. (Sir 2,1-2)

306. Esforzaos por afianzar vuestra vocación y elección. Si obráis así, no tropezaréis; antes bien, os darán generosamente entrada en el reino perpetuo del Señor nuestro y salvador Jesucristo. (2 P 1,10-11)

307. Todavía no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado. (Hb 12,4)

308. Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. (St 4,7-8)

309. Quien no ha pasado pruebas, poco sabe. (Sir 34,10)

310. Uno que hecha mano al arado y mira atrás, no es apto para el Reino de Dios. (Lc 9,62)