Obediencia y unidad

Una persona que “no sabe obedecer”, no aprenderá nunca a mandar.

Tú has de obedecer -o has de mandar- poniendo siempre mucho amor.

Persuádete, hijo, de que desunirse, en la Iglesia, es morir.

Pide a Dios que en la Iglesia Santa, nuestra Madre, los corazones de todos, como en la primitiva cristiandad, sean un mismo corazón, para que hasta el final de los siglos se cumplan de verdad las palabras de la Escritura: «multitudinis autem credentium erat cor unum et anima una» -la multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. -Te hablo muy seriamente: que por ti no se lesione esta unidad santa. ¡Llévalo a tu oración!

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