En un movimiento que se quiso pretender como “tolerante” la ministra de igualdad de la Unión Europea Recomendó que no se dijera “Feliz Navidad” sino algo más neutro como “Felices Fiestas.” No es la primera vez que escuchamos una propuesta semejante: Barack Obama siguió ese misma estilo en las comunicaciones oficiales de la Casa Blanca. El argumento siempre es el mismo, que se resume en: No queremos incomodar a quienes no celebran el nacimiento de Cristo.
Lo primero que uno podría preguntar es: ¿Importa incomodar a quienes sí celebramos el nacimiento del Hijo de Dios? Supongamos que llega una celebración civil, como es el 1° de Mayo en muchos países. ¿Es imaginable un mensaje oficial del 1° de Mayo que no diga nada sobre el trabajo, los trabajadores y lo que esto implica para la justicia social en un país? ¿Qué tal un presidente que el 1° de Mayo dijera en su discurso que es maravilloso hacer una pausa, tomar aire puro y ver un poco de naturaleza, sin mencionar nada del motivo y origen de la festividad?
No traten entonces de confundirnos. Esto no es tolerancia. Es fastidio. Y es parte de una agenda muy clara que quiere hacer desaparecer lo cristiano de la esfera pública. Muchos haremos todo lo que esté en nuestro poder para que eso no suceda.
Y Feliz Navidad.