Una traducción del VENI CREATOR SPIRITUS

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos.

Amén.

¿Sabes por qué aquellas misiones de los jesuitas se llamaban “reducciones”?

La reducción de indios a pueblos

Los españoles comprendieron desde el principio en América que si los indios seguían dispersos en bosques, sabanas y montañas, no había modo de civilizarlos ni de evangelizarlos, y que la tarea de reducirlos a vida social comunitaria en poblados, doctrinas o reducciones, era la más urgente y primera. La Corona dictó numerosas ordenanzas a lo largo de todo el siglo XVI (+ Borges, Misión y civilización en América, 80-88), y puede decirse que «el proceso reduccionístico fue general en América, tanto desde el punto de vista geográfico como cronológico» (105). Aunque no faltaron quienes al principio tuvieron ciertos escrúpulos a la hora de reducir a los indios, alegando posibles dificultades eventuales, como podía ser el desarraigarlos de sus tierras antiguas, apenas hubo controversia en este tema, pues casi siempre se consideró que las ventajas eran mucho mayores que los inconvenientes (107-111).

Ya hicimos crónica de los pueblos-hospitales que Vasco de Quiroga comenzó a organizar en 1532 (201-211). Y en 1537 decía Francisco Marroquín, obispo de Guatemala, que los indios, «pues son hombres, justo es que vivan juntos y en compañía». Ese mismo año los dominicos, bajo la dirección del padre Las Casas, desarrollaron en la difícil provincia guatemalteca de Tuzulutlán un notable esfuerzo de reducción de indios en pueblos (+Mendiguren, Un ejemplo de penetración pacífica, La Verapaz).

A lo largo del siglo XVI y comienzos del XVII se aprecia un doble esfuerzo simultáneo: restringir más y más el sistema de encomiendas, hasta lograr su extinción, como ya vimos (48-51), y fomentar cada vez con mayor apremio el sistema de las reducciones de los indios en poblados especiales. Por ejemplo, «respecto de México, la reducción fue ordenada a las autoridades civiles por reales cédulas de 1538, 1549, 1550, 1560, 1595 y 1589, y a los obispos y misioneros por la Junta Eclesiástica de México de 1546 y por los tres Concilios provinciales de esa misma ciudad de 1555, 1565 y 1585».

En el Perú hallamos numerosas cédulas reales por esos mismos años, y los Concilios de Lima II y III (1567-1568, 1582-1583) ordenan igualmente la reducción (Borges 115-117). Como teóricos más notables del proceso reduccional podemos señalar al jesuita José de Acosta, de fines del XVI, o al jurista Juan de Solórzano Pereira, de mediados del XVII. Y ya en 1681 la Recopilación de leyes de los reinos de Indias, reiterando muchas ordenanzas anteriores, disponía escuetamente: «para que los indios aprovechen más en cristiandad y policía se debe ordenar que vivan juntos y concertadamente».

Entradas misioneras con escolta o sin ella

Casi siempre hubieron de ser los misioneros quienes hicieran entradas, a veces sumamente arriesgadas, para congregar a los indios todavía no sujetos al dominio de la Corona española. Como ya hemos visto a lo largo de nuestra crónica, a veces se pudo prescindir de la escolta armada; así Vasco de Quiroga entre los tarascos (204-205), los dominicos en La Verapaz, o franciscanos y jesuitas entre los guaraníes del Paraguay.

Otras veces los hechos obligaban a estimar necesaria la escolta, aunque fuera mínima, y así hubieron de entrar los jesuitas, después de no pocos mártires, en las regiones del este y norte de México (249ss) o los franciscanos en zonas de Talamanca, Texas o California (290ss). Ya decía en 1701 el gobernador de Cumaná, en Venezuela, que «un mosquetero entre los indios, sin disparar su arma (sino tal vez al aire) suele vencer mil dificultades y hacer más fruto que muchos misioneros» (+Borges 118-119).

Como es lógico, siempre que era posible, los misioneros procuraron evitar el acompañamiento de la escolta o reducir ésta al mínimo. «En numerosas ocasiones se prescindió de ella, y cuando estuvo presente solo perseguía el objetivo de defender al misionero ante posibles ataques de los nativos, y el misionero era el primer interesado en que los indios se avinieran voluntariamente a reducirse, porque de lo contrario resultaría imposible mantenerlos concentrados» (Borges 134).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

El feminismo es esencialmente antinatalista

Muchas feministas, pero no todas, han declarado lo materno como enemigo de la liberación femenina que ellas quisieras. Pero hay también mujeres que no renuncian a la feminidad, la maternidad y el matrimonio; les corresponde a éstas confrontar el modelo feminista imperante y preguntar sobre qué es lo específicamente femenino, que se supone que están “defendiendo.”

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ROSARIO de las Semanas 20200523

#RosarioFrayNelson para el Sábado:
Contemplamos los Misterios del Silencio de Dios

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio del silencio contemplamos que del costado de Cristo en la Cruz brotaron sangre y agua.
  2. En el segundo misterio del silencio contemplamos el valor de aquellos que no eran apóstoles y sí permanecieron junto a la Cruz y cuidaron del cuerpo de Cristo muerto.
  3. En el tercer misterio del silencio contemplamos a Jesucristo, puesto en un sepulcro nuevo.
  4. En el cuarto misterio del silencio contemplamos a Jesús, que baja hasta el fondo del reino de la muerte, para que los justos que de antiguo esperaron en él encuentren a su Redentor.
  5. En el quinto misterio del silencio contemplamos el anonadamiento de Cristo, que siendo Hijo aprendió sufriendo a obedecer.
  6. En el sexto misterio del silencio contemplamos la soledad llena de fe de la Santísima Virgen María.
  7. En el séptimo misterio del silencio contemplamos la inmensa compasión de Dios Padre, que tanto amó al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que cree en él no perezca.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

LA GRACIA 2020/05/24 El corazón elevado a Cristo quien ha recibido todo poder

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, CICLO A

Nuestro corazón al ascender con Cristo se centra en lo esencial y recordemos que Él no ha renunciado a su señorío, que no ha dejado de reinar y que ha recibido todo poder en favor de nosotros.

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LA BIBLIA – Día 143 de 365

Fr. Nelson Medina, O.P. lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura – Día 143 de 365

2 Samuel 7–9
Salmo 135
Marcos 13,1-13

Lo que se ha publicado de esta serie de lectura de la Biblia.

Formación católica todos los días: amigos@fraynelson.com

Predicación y más oración: https://fraynelson.com/blog

Seguimos el texto publicado en la página web del Vaticano.