Curso de Liderazgo Católico para el siglo XXI, 1 de 8: Miradas

[Curso de Formación con un grupo de Superioras de las Hermanas Canonesas de la Cruz. Lima, enero de 2015.]

Sesión 1 de 8: Miradas

Todo empieza con una palabra y una mirada
* Génesis 3: la palabra de la serpiente; y luego Eva “vio que la fruta era deleitable.”
* La mirada abre el corazón: lo hace vulnerable: a lo bueno y a lo malo. Importancia de “saber mirar”
* Lucas 19: Zaqueo quiere ver a Jesús.

Tres miradas ante la Cruz
* María Magdalena, Juan Evangelista, María Virgen: redimidos, discípulos, unidos a Él.
* Podemos describir esas miradas como alegorías de la vía purgativa, vía iluminativa y vía unitiva
* O también: la fe, la esperanza y el amor.
* Otra serie: Se puede vencer al infierno; Se puede ser peregrino; Se puede anhelar el Cielo.
* Pasado, presente y futuro

Las miradas inútiles
* Son las que se concentran en uno mismo, en los problemas, en los enemigos, o en las nostalgias.
* Pablo quiere que venzamos esa inutilidad: “Acuérdate de Jesucristo!”

Preguntas de profundización
* ¿Qué puedo aprender yo de las tres miradas ante la Cruz?
* ¿A qué mirada nos llama el Señor en este momento de nuestra historia?
* ¿Qué otras miradas compiten hoy con este “ver a Cristo”?

Gimnasio Mental 039

En distintos lugares se nombran los dos lados de una moneda de forma diversa. En Colombia, por ejemplo, es común hablar de “cara” y “sello.” Un gran matemático fue conducido con sus ojos vendados a una habitación con una mesa en la que había 50 monedas iguales, de modo que 20 muestran “cara” y 30 muestran “sello”. Con los ojos completamente vendados, este hombre logró producir dos conjuntos de monedas con exactamente el mismo número de “caras.” ¿Cómo lo hizo?

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De la conversión a la santidad

La santidad, el verdadero afán por alcanzarla, no se toma pausas ni vacaciones.

Chapoteas en las tentaciones, te pones en peligro, juegas con la vista y con la imaginación, charlas de… estupideces. -Y luego te asustas de que te asalten dudas, escrúpulos, confusiones, tristeza y desaliento. -Has de concederme que eres poco consecuente.

Hemos de fomentar en nuestras almas un verdadero horror al pecado. ¡Señor -repítelo con corazón contrito-, que no te ofenda más! Pero no te asustes al notar el lastre del pobre cuerpo y de las humanas pasiones: sería tonto e ingenuamente pueril que te enterases ahora de que “eso” existe. Tu miseria no es obstáculo, sino acicate para que te unas más a Dios, para que le busques con constancia, porque El nos purifica.

Más pensamientos de San Josemaría.