La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 8 de 8, Propuestas de renovación en la evangelización

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 8 de 8: Propuestas de renovación en la evangelización propiamente dicha

Sugerencias generales

Enfoque holístico: cuerpo y alma; conocimientos tanto como emociones

Pastoral “de conjunto”; no descuidar sectores de la sociedad; sobre todo, alzar la mirada a las “periferias”

Alerta semántica: despetar la conciencia de cómo nos cambian el sentido de las palabras

Balance: apologético-testimonial, histórico-racional

Necesidad de desenmascarar en público estrategias de ingeniería social

Metodología de semillas, células, fermento: grupos de alto entusiasmo

Uso oportuno de la acción masiva: manifestaciones y marchas, por ejemplo

Propuesta abierta y valiente de la santidad, como vocación propiamente humana

Sugerencias específicas

Recordar que kerigma y conversión son para todos: niños, ancianos, enfermos, emigrantes, pobres

Cuidado con hacer de la religión una experiencia puramente “infantil” o puramente “juvenil”

Valorar los signos y símbolos de la evangelización y de la liturgia

Permanecer atentos a la dimensión vocacional

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 7 de 8, Propuesta de renovación comunitaria

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 7 de 8: Propuesta de renovación comunitaria

Especialmente los equipos pastorales de las diócesis y las instancias de discernimiento y gobierno en las comunidades religiosas han de hacerse preguntas específicas y tomar decisiones consecuentes. He aquí algunas indicaciones:

(1) Recuérdese ante todo aquello de la “Ecclesia semper reformanda.” Lejos de todo derrotismo o irenismo, sabemos que hay que evitar escandalizarse; acostumbrarse; negociar con el pecado; pretender solucionarlo todo con un par de acciones drásticas; reformar sólo a los que nos caen mal o son débiles ante nuestra autoridad.

(2) Hay que liderar con el ejemplo: Visibles sin ostentación ni exhibicionismo; accesibles y proactivos; sobrios en todo: funcionales sin lujos ni distancias innecesarias.

(3) Debemos cuidar la comunicación: Sea ella directa, ágil, clara, breve, con pocos adjetivos y adverbios.

(4) A pesar de los nuevos y ágiles medios de comunicación, no puede disminuir la importancia del tiempo compartido en persona. Necesitamos escritos más cortos y conversaciones más largas.

(5) Hacer apropiado énfasis en los logros: pedagogía del estímulo.

(6) Incluir elementos narrativos sobre todo de tipo testimonial.

(7) Sin perder eficiencia, cultivar un mayor sentido de paternidad y maternidad espiritual, lo cual implica incluir en el diálogo: tentaciones, sacramentos, oración, lecturas recomendadas.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 6 de 8, Propuesta de renovación personal

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 6 de 8: Propuesta de renovación personal

No podemos quedarnos impasibles ante las enormes dificultades que experimenta la alegría pascual para abrirse paso, también hoy. Empezando por cada corazón, renaciendo nuevo, como Cristo del sepulcro, somos invitados a tomar decisiones concretas, siempre sobre la base de su gracia y su amor. He aquí cinco sugerencias específicas:

(1) Reconocer el lugar del kerigma en la propia vida: ¿cuál es tu historia personal de salvación? ¿La valores, la compartes, la agradeces?

(2) Para no dejarse confundir con tanta literatura que pasa por católica, hacer el test del vocabulario cristiano: cruz, redención, sangre, Cristo, Iglesia, gracia, Espíritu Santo.

(3) Revisar la gratuidad del encuentro personal con el Señor: ¿Le gasto generosamente tiempo al encuentro con Él? ¿Tengo detalles, expresiones de arte, señales claras de alegría cuando se trata de estar con Él? ¿Qué lugar tienen en mi vida los intereses del Amado?

(4) Revisar actitudes existenciales ante las postrimerías. es algo que no falla: el desinterés por el destino eterno es señal de secularización asumida inconscientemente.

(5) El test de la gloria de Dios: ¿Me duele lo que le ofende? ¿Me alegra cuando es conocido? ¿Quiero su victoria? ¿Qué lugar ocupa la palabra conversión, propia y ajena, en mi vida cotidiana?

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 5 de 8, Dificultades y enfermedades espirituales ampliamente extendidas

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 5 de 8: Dificultades y enfermedades espirituales ampliamente extendidas

Con respecto a las dificultades que afectan a una porción muy amplia del Pueblo de Dios, podemos señalar cinco principales igualmente:

(1) Nueva Era y Orientalismo. Cada vez que el materialismo y la trivialidad asfixian a Occidente, los ojos se vuelven a Oriente. Con frecuencia, a lo largo de los siglos, ello ha significado abrir puertas para que todo tipo de filosofías y prácticas religiosas encuentren espacio de propagación en nuestros países. Así sucede ahora con la Nueva Era. Su vago sentido de trascendencia y su acentuado tono individualista le hacen candidata ideal para reemplazar el vacío del Dios cristiano.

(2) Sectas explícitas e implícitas. La división entre los cristianos no sólo escándalo que resta credibilidad a la predicación del Evangelio: es la oportunidad deseada por el laicismo para declarar a la religión como un mal público que sólo engendra división y odio.

Por otro lado, está también la mentalidad sectaria en grupos que, en principio, están en plena comunión con la Iglesia pero que con sus actitudes o descalificaciones terminan engendrando divisiones fuertes y entorpeciendo el avance de la misión.

(3) Desorientación semántica. Víctimas de un bombardeo mediático incesante, muchos católicos usan el lenguaje de la tolerancia, el pluralismo o la misericordia en la versión domesticada y adaptada a los intereses del mundo. En efecto es devastador y paralizante, especialmente para la transmisión de la fe cristiana a las nuevas generaciones, que en la práctica reciben un mensaje de “todo da más o menos lo mismo mientras uno sea buena persona.”

(4) Politización del mensaje. Otros muchos, por el contrario, pretenden hacer avanzar su versión de la fe católica usando estrategias muy ajenas al anuncio de la gracia. Toman, por ejemplo, a la Virgen de Fátima como estandarte de un modelo político; o toman algunos textos bíblicos para proponer una especie de “socialismo cristiano.”

(5) Pero tal vez el mal más difundido, es ver la religión como un supermercado, pensamiento que está a la base de afirmaciones tan contradictorias como frecuentes hoy en día: “Soy espiritual pero no religioso;” “Soy creyente pero no fanático” (porque ser “fanático” es ir a misa cada domingo, según ellos); “Cristo, sí; Iglesia, no.” Todo ello, por supuesto, es la contrapartida, en términos de ateísmo práctico, al lenguaje secularista y laicista del mundo.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 4 de 8, Dificultades y frenos interiores a la alegría

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 4 de 8: Dificultades y frenos interiores a la alegría

Existen también las dificultades interiores, es decir aquellas que se gestan y crecen al interior de la Iglesia, como comunidad invitada a la fe y la caridad. En cuanto a las dificultades que afectan a muchos ministros ordenados, personas consagradas y laicos comprometidos, hay que mencionar sobre todo cinco:

(1) La “hermenéutica de la ruptura” que considera al Concilio Vaticano II como un punto de quiebre en la historia de la Iglesia. Algunos, los tradicionalistas, lamentan ese quiebre y consideran que la Iglesia perdió su pasado. Otros, los de línea progresista, saludan ese cambio, se alegran de que el pasado quede sepultado, y ven al llamado “espíritu” del Vaticano II como el comienzo de algo muy grande que sucederá inevitablemente en un futuro próximo, sobre todo si pronto se celebra el Vaticano III.

(2) Modernismo: forma de pensamiento que pretende comprender y expresar la fe de modo tal que se adapte de continuo al lenguaje, las categorías y los criterios de aceptación de cada época. En nuestra época particular el modernismo se viste de concordismo cientificista o de un pluralismo democrático que quisiera reducir el mensaje del Evangelio a “seamos buenas personas” (buenismo).

(3) Discontinuidad teológica, en lo dogmático, moral y litúrgico. Hijos o ahijados del modernismo, asi sea mitigado, y de la hermenéutica de la ruptura, un número no pequeño de teólogos y escritores de espiritualidad han visto en este tiempo la ocasión para decir su propia palabra, a veces con resonante pexito y notable popularidad, refeljada en ventas. Pero lo que enseñan no es concorde con el Magisterio de la Iglesia, y ellos lo saben. La gente se devora sus palabras y compra con entusiasmo sus obras, con la gravedad de que entre esos lectores están también muchos que se forman para ser predicadores, confesores o maestros. Autores como Anthony De Mello, Carlos Vallés, Anselm Grün, Hans Küng, Xavier Pikaza, Mariano Vidal, José Pagola, José Ignacio González Faus, Jon Sobrino, Leonardo Boff, y muchos más han impactado y siguen impactando profundamente las ideas y perspectivas de muchos que hoy son sacerdotes y pastores de almas.

(4) Ausencia de la Cruz: un modo “light” de interpretar la resurrección–incluso cuando se concede que implica algo real para el Crucificado, y no sólo para la fe de los discípulos–ha llevado a mirar la Cruz como un hecho relativamente accidental, inesperado para el mismo Cristo; o como la consecuencia colateral de un compromiso sociopolítico, en todo comparable a los “mártires” de las revoluciones socialistas o independentistas de antes o de ahora. La irrelevancia de la Cruz trae daños severos en el espíritu de penitencia, en la mortificación, en la generosidad y por supuesto, en la obediencia, con no pequeño daño a las diócesis y a las comunidades religiosas.

(5) “Carrierismo” : tendencia a equiparar las etapas y procesos del servicio a la evangelización con los modelos típicos de ascenso en el mundo empresarial o académico. El resultado es desastroso para la misión de la Iglesia, sobre todo por el despliegue descarado de egoísmo, y por la manera de “usar” las comunidades para promoverse hacia lugares supuestamente mejores, en términos mundanos.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 3 de 8, Relativismo, Subjetivismo y Postmodernidad

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 3 de 8: Relativismo, Subjetivismo y Postmodernidad

Entendemos la secularización “social” como la tendencia cada vez más pronunciada a excluir los criterios externos de verdad y de bien del discurso admisible en la sociedad, de modo tal que una multitud de valores y artículos propios de la fe religiosa se ven como caprichosos o como frenos abusivos a la libertad del individuo. A veces se llama “relativismo” a esta tendencia pero tal etiqueta puede resultar engañosa porque la secularización social no considera que todo sea relativo sino que sólo quiere descartar o cuestionar las certezas más típicas y propias de las “grandes narrativas” es decir, de aquellas cosmovisiones que quieren dar razón del lugar y el futuro deseable para la humanidad en su conjunto. Es la opción propia de la llamada “postmodernidad,” que desconfía de los principios filosóficos, los ideales políticos y los credos religiosos.

Sin embargo, la renuncia a las grandes narrativas no significa renuncia a todo tipo de certezas. Lo que más bien se da es un desplazamiento hacia las certezas más próximas, más materiales y percibibles por los sentidos; aquellas que afectan de modo inmediato al individuo. El nuevo dogmatismo de los postmodernos está constituido por estas certezas “próximas,” que pueden clasificarse en dos grandes grupos: por una parte, las estrictamente individuales, como son la salud, la belleza, el dinero, el sentido de pertenencia a la propia “tribu” y sobre todo, la libertad; y por otra parte, las que se consideran como una especie de patrimonio social fuera de discusión, a saber: la ciencia, la tecnología, la ecología, la flexibilidad en el lenguaje y el valor vinculante de la ley positiva, esto es, lo que se apruebe en el parlamento.

La secularización social supone un grave eclipse de la verdad. Para el hombre postmoderno sólo hay tres niveles de verdad: (1) “Mi” verdad, que es el espacio de las propias convicciones, gustos y autodeterminación; (2) “Nuestra” verdad, que corresponde a lo que por ahora debe considerarse obligatorio, según la ley pública vigente; y (3) “La” verdad objetiva, que queda reservada a la ciencia, entronizada como único saber con pleno derecho público.

Uno se da cuenta que la secularización social queda ciega, sorda y muda frente a la verdad moral. Por consiguiente, arroja al hombre al absurdo de una vida limitada a producir, consumir y entretenerse. Y si a alguien esto le parece insuficiente, el mercado y las leyes aprobadas le indicarán prontamente el camino: suicidio asistido o eutanasia.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 2 de 8, Cientificismo y Laicismo

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 2 de 8: Cientificismo y Laicismo

En nuestro tiempo y circunstancias la alegría se extingue asfixiada en medio de dificultades exteriores e interiores.
Las dificultades exteriores tienen todas que ver con la pretensión del mundo de endiosarse a sí mismo, declarando a Dios innecesario, inexistente o improcedente. Uno de los nombres que tiene el “mundo,” o el conjunto de lo “mundano,” en latín, es “saeculum” y de ahí viene la palabra “secularización,” que por consiguiente alude a esa tendencia con la que el mundo pretende absolutizarse, ya sea desplazando a Dios, o relegándolo, o abiertamente combatiéndolo.

La secularización tiene tres dimensiones principales: intelectual, política y social.

Entendemos la secularización “intelectual” como aquel movimiento cultural masivo que termina considerando como única palabra cierta a aquella que provenga de la ciencia. Cientificismo y neopositivismo son nombres alternativos para esta tendencia que no sólo descarta el lenguaje religioso sino que, con fuerza y arrogancia semejantes, pisotea el sentido común, la filosofía, el testimonio de la fe y los saberes o tradiciones de los pueblos. Así por ejemplo, lo que se ha pensado y entendido siempre y en todas partes sobre qué es el matrimonio no importa; lo único que sería argumento para oponerse al matrimonio llamado “igualitario” sería un estudio científico que mostrara a base de abundantes estadísticas y correlaciones con fuerza causal por qué es malo tener dos papás o dos mamás. Lo irónico de este abuso arrogante es que la ciencia misma está sometida a numerosas presiones e intereses, que son particularmente notables en el momento de recoger información sobre los seres humanos. ¿Qué teoría científica ha demostrado que puede producir preguntas completamente neutras, asépticas y libres de todo sesgo? La secularización intelectual equivale a la ideología cientificista.

Entendemos la secularización “política” como aquel movimiento cultural que pretende excluir a lo religioso de todas las esferas de lo público, de modo que los textos religiosos sean equiparados a la fantasía; los signos religiosos sean expulsados de las escuelas y demás lugares públicos; y las personas que representan los distintos credos sean considerados únicamente como representantes de intereses particulares ajenos al bien común de la sociedad en su conjunto. La secularización política equivale a la ideología laicista.

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 1 de 8, Extintores del fuego del Espíritu

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 1 de 8: Extintores del fuego del Espíritu

La Pascua invita al creyente a beber de la fuente misma de la que mana toda su salvación y su alegría. ¿Cómo es que esa alegría permanece tan distante de tantas vidas? Podemos dar una primera respuesta, de tipo general, y luego otra respuesta más detallada.

De modo general, diremos que, si la alegría de la Pascua es un fuego admirable, hay que saber que existen “extintores” para ese fuego. Podemos mencionar especialmente tres extintores que de manera general apagan o impiden la genuina alegría pascual.

El primer extintor es la impenitencia, es decir, el amor al propio pecado, o en todo caso, el poner por encima el propio señorío sobre la vida, sin dejar a Dios su trono y lugar en nuestra vida. Este extintor hace su aparición en los evangelios: si al principio de cada uno de ellos vemos a la gente colmada de gozo y admiración por las obras de Cristo, luego observamos que tanto los milagros como la alegría de la gente van desapareciendo. La explicación hay que encontrarla en lo que dice Cristo, quejándose de las ciudades donde había hecho más curaciones y exorcismos: (Mt 11,20-24)

El segundo extintor es la arrogancia que pretende imponer sobre la mirada de Dios la propia mirada, y sobre sus planes, los nuestros. Hasta qué punto tal orgullo nos vuelve impermeables al gozo que Dios ofrece se nota en escenas como la curación del ciego de nacimiento, que se cuenta en el capítulo 9 de San Juan. ¡Un hombre que no veía, que nunca había podido ver, ha sido curado, y ve perfectamente! ¿Trae eso alegría a los fariseos? No. Sólo trae averiguaciones, sospechas y amenazas. Primero dudan de que el milagro sí haya sucedido. Luego se enfangan en discusiones sobre cómo pudo suceder. Pero tales discusiones son en el fondo estériles. El veredicto de ellos ya está dado: Jesús no puede venir de Dios. están tan seguros de eso que sus preguntas no son apertura a la verdad sino deseo de constatar su sentencia. No pueden alegrarse porque tampoco pueden sorprenderse. Y no quieren sorprenderse porque sólo creen en su perspectiva y su plan.

El tercer extintor es la desesperación. De modo dramático aparece en el desenlace de Judas Iscariote. Desesperarse es pretender achicar a Dios, declarando nuestras culpas más grandes que su poder, y considerando más graves nuestros errores que su sabiduría y su providencia. Por supuesto, el “dios” disminuido del desesperado es un mero producto de su imaginación y carece del poder de salvar.

Impenitencia, arrogancia y desesperación extinguen y eclipsan la alegría.

La Indulgencia Plenaria del Día de la Misericordia

“Con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, para imprimir en el alma de los fieles estos preceptos y enseñanzas de la fe cristiana, impulsado por la dulce consideración del Padre de las misericordias, ha querido que el segundo domingo de Pascua se dedique a recordar con especial devoción estos dones de la gracia, atribuyendo a ese domingo la denominación de “Domingo de la Misericordia divina” (cf. Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, decreto Misericors et miserator, 5 de mayo de 2000)…”

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Participar: ser-parte

189 Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación,402 que se expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.403 La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común.404

La participación no puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la vida social, dada su importancia para el crecimiento, sobre todo humano, en ámbitos como el mundo del trabajo y de las actividades económicas en sus dinámicas internas,405 la información y la cultura y, muy especialmente, la vida social y política hasta los niveles más altos, como son aquellos de los que depende la colaboración de todos los pueblos en la edificación de una comunidad internacional solidaria.406 Desde esta perspectiva, se hace imprescindible la exigencia de favorecer la participación, sobre todo, de los más débiles, así como la alternancia de los dirigentes políticos, con el fin de evitar que se instauren privilegios ocultos; es necesario, además, un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien común.

NOTAS para esta sección

402Pablo VI, Carta. ap. Octogesima adveniens,22. 46: AAS 63 (1971) 417. 433- 435; Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el estudio y enseñanza de la doctrina social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes, 40, Tipografía Políglota Vaticana, Roma 1988, p. 41.

403Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 75: AAS 58 (1966) 1097-1099.

404Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1913-1917.

405Cf. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 423-425; Juan Pablo II, Carta enc.Laborem exercens, 14: AAS 73 (1981) 612-616; Id., Carta enc. Centesimus annus, 35: AAS 83 (1991) 836-838.

406Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 44-45: AAS 80 (1988) 575-578.

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