Recorriendo el Credo, paso a paso

El tercer capítulo de la Escuela de Vida Interior va meditando aspectos del Credo. último tema: Cristo “por nosotros y por nuestra salvación” hizo y padeció cuando hizo y padeció. ¿Y qué es ser salvado? ¿Por qué importa?

Credo

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Escuela de Vida Interior, Tema 25: Todo fue por nosotros y por nuestra salvación

* En la versión larga del Credo afirmamos que Cristo “por nosotros y por nuestra salvación” bajó del Cielo, y se hizo hombre, y padeció… Todo ha sucedido por nosotros y por nuestra salvación. Es el mismo lenguaje que usa san Pablo, al decir resueltamente: Cristo “me amó, y se entregó por mí” (Gálatas 2,20).

* Sin la conciencia clara de una experiencia real de salvación, el creyente está en riesgo de reducir la fe a un código de conducta, un conjunto de normas que en ciertos momentos pueden ser útiles pero que tarde o temprano se estrellarán contra los caprichos y seducciones de la voluntad. Y cuando ese conflicto sucede, el cristiano que sólo conoce normas se siente constreñido y asfixiado. Su reacción usual es desechar la norma o interpretarla a su acomodo.

* Pero, ¿qué es saberse y sentirse salvado? Un examen a siete experiencias distintas puede ayudarnos a conectar con lo que seguramente ya Dios ha venido haciendo en nuestras vidas:

(1) Ser sanado. El triunfo sobre la enfermedad física o emocional tiene un valor único para hacernos sentir tocados por el amor de Dios.

(2) Ser perdonado. El pecado no es un simple inconveniente o un error del cual uno pudiera librarse simplemente no prestando atención. Cometer pecado es meterse en un callejón del que uno mismo no puede salir porque no puede detener las consecuencias permanentes del mal causado. Ser perdonado es recibir la posibilidad de un nuevo comienzo. A menudo, los perdonados encuentran de hecho un orientación radicalmente nueva para su vida.

(3) Ser liberado de la ley, es decir, no actuar por una costumbre, normativa, conveniencia social, sino desde la alegría de saberse amado y de encontrar en lo que Dios propone el mayor bien para uno.

(4) Encontrar sentido en la vida, que no es otra cosa sino abrirse a la vocación primera del ser humano, esa que Dios puso en nosotros y que sólo se alcanza amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

(5) Salir de la soledad que causa estrago hoy, porque hace de cada quien un náufrago listo para agarrarse a cualquier tabla, y eso significa, a menudo, a cualquier vicio o relación dañina.

(6) Abrir paso a la verdadera justicia social, no como fruto del odio entre clases sino de una conciencia cada vez mayor de la dignidad de cada persona humana, amada primero por Dios.

(7) Victoria sobre la muerte, con lo cual hallan su valor y significado hasta los elementos más pequeños y los sacrificios más ocultos de cada historia.

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Este tema pertenece al Capítulo 03 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 03 está aquí:

is.gd/vida_interior_03

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

is.gd/vidainterior

¿Murió la Trinidad en la Cruz?

Hola amigo y hermano Fray Nelson Estoy repasando unos apuntes de Trinidad que he dado este año en clase, y estoy un poco confuso en algunas cosas, una de ellas es: 1) Se dice que en la Cruz muere Dios. (morir entiéndase como dejar de vivir esta vida que conocemos) y para el hereje Sabelio decia que era el Padre el que sufre y muere (ERROR), pero mi pregunta es:: Si Dios que es Trinidad, al morir Dios en la cruz… se puede decir que muere la Trinidad? Sé que a lo mejor mi pregunta es tonta, o arriesgada, pero me gusta pensar en cosas de teología y saber todo, para que cuando hable lo haga desde un profundo conocimiento. GRACIAS. – A.H.

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Bueno, lo esencial es no confundir muerte con aniquilación, de modo que el concepto mismo de “muerte” aplicado a aquellos seres que tienen un principio inmortal, como es el hombre, los ángeles y Dios mismo, es siempre metafórico. Se nota en el Evangelio cuando Cristo dice de una niña muerta que “está dormida.”

Por otro lado, el uso del lenguaje tiene ciertas condiciones y convenciones cuando se aplica a las dos naturalezas de Cristo. Teóricamente uno puede decir: “A Dios le gustan las nueces” porque Jesús niño las comía con deleite. En teología se llama “comunicación de idiomas” a ese tema (y problema) de cómo usar el lenguaje refiriéndonos a Cristo, que es verdadero hombre y verdadero Dios. Lo que mencionas de la muerte mismo de Cristo es un caso más, extremo pero uno más, de la misma situación: “Cristo murió, luego Dios murió, luego la Trinidad murió…”

La falla en ese modo último de hablar es que se pasa del hecho de que Cristo es un sólo sujeto, y una sola persona, a la afirmación de que todo lo que se diga de una de sus dos naturalezas vale para la otra. Si todo lo que se dice de una naturaleza valiera para la otra no tendríamos la unión hipostática sino la fusión o confusión de naturalezas, que no es el caso.

De modo que la regla de oro en la “comunicación de idiomas” es esta: De cada naturaleza de Cristo puede afirmarse estrictamente lo que pertenece a ella; lo demás se dice sólo de modo metafórico o simbólico. Así por ejemplo, “A Dios le gustan las nueces” es una frase que puede, según el caso, verse como evocadora de la humildad del Dios encarnado, pero no dice nada sobre la naturaleza de Dios en sí mismo. “Un hombre camina sobre las aguas” es verdad en cuanto al milagro que nos hace ver cuánto ha sido enaltecida nuestra naturaleza, pero no indica que la naturaleza humana haya tenido o tenga esa potestad.