La Verdad y el Amor, 02 de 12, contexto dominicano

[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]

Tema 2 de 12: Introducción, Contexto de la Orden Dominicana

* Con especial alegría puede y debe recibir nuestra Orden Dominicana este “Año de la Fe.” Es lo nuestro. La fe nace de la predicación (Romanos 10), y nosotros mismos hemos sido llamados “pugiles fidei.”

* El hecho mismo de predicar supone una profunda fe, a varios niveles. Para entenderlo, conviene descubrir, entre tantos actos de la Iglesia que son “predicación” de diversos modos, cuál es aquel que de modo más directo corresponde al acto mismo de predicar.

* La predicación no es, en primer lugar, una obra, por ejemplo: un escrito, institución o pieza de arte. La predicación es un “acontecer” en el que un corazón se abre para brindar la palabra, y otro se abre para acogerla. Es una intersección de caminos; es un lugar de encuentro; una fusión de horizontes; un momento de comunión.

* Si se trata de la predicación cristiana, esa apertura concurrente de corazones y de vidas tiene otra dimensión más profunda: el predicador no se está anunciando a sí mismo. Su genuina tarea es desaparecer por vía de transparencia, y para ese objetivo necesita disponer todo su ser, alma y cuerpo.

* Así como un pianista no puede usar sus manos para cualquier oficio, el predicador modela su vida para ser instrumento apropiado de gracia y bendición a través de un ministerio específico que es de hecho tan próximo a la administración de un sacramento porque significa y transmite la gracia.

* Sobre esto trata con elocuencia el Capítulo II de las Actas del Capítulo General de los Dominicos en Roma (2010), y allí conviene referirse para desglosar implicaciones específicas en cuanto a nuestra forma de vida.

* Algunas sugerencias concretas para el Año de la Fe: (1) Sea este el tiempo para jamás volver a decir de un pasaje de la Escritura: “Ya lo conozco.” Queremos dejarnos sorprender por la Palabra.

(2) Sea este el tiempo para hacer sensible el corazón a la vida y realidad de la Iglesia, en la que Dios ha depositado su beneplácito, y ala que Cristo ha amado como su Esposa.

(3) Sea este el tiempo para leer con mayor hondura y comunión los signos de los tiempos en los rostros de nuestros hermanos, para hacer de nuestra vocación, como Domingo, un diálogo vivo con el Señor que se ha hecho Camino.

La Verdad y el Amor, 01 de 12, contexto eclesial

[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]

Tema 1 de 12: Introducción, Contexto de Iglesia

* El Papa Benedicto ha venido insistiendo en tres expresiones que, si uno examina, están íntimamente relacionadas: hermenéutica de la continuidad, nueva evangelización, y ahora: Año de la Fe.

* La hermenéutica (interpretación, lectura comprensiva) de la continuidad (en cuanto al Concilio Vaticano II) va en contraste con las hermenéuticas de la ruptura, que son sobre todo dos: (1) La lectura tradicionalista, que ve en el Concilio una “traición” a lo que se supone que era y pensaba la Iglesia; (2) La lectura progresista, que idealiza el tiempo del Concilio y también el llamado “espíritu” del Concilio.

* Tradicionalistas y progresistas se parecen en que ven en el Concilio una “ruptura,” trágica o necesarísima, según el caso. Se parecen también en que ven en Juan Pablo II y ahora en Benedicto XVI “traidores,” para los tradicionalistas, por haber favorecido la “destrucción” de lo que la Iglesia era; para los progresistas, por haber asfixiado la atmósfera nueva que trajo el Concilio.

* La hermenéutica de la continuidad se apoya en las palabras y la intención de quien convocó el Concilio Vaticano II: Juan XXIII. El propósito del Concilio no fue definir aspectos de la fe, sino apoyarse en ella, y preguntarse cómo ofrecerla de modo más abierto y efectivo al mundo. La “continuidad” es ante todo la continuidad de la misma fe y de la misma Iglesia.

* A la vez, la continuidad nos lanza de nuevo a la tarea de la evangelización, y por eso ha de considerarse como fruto conciliar la Nueva Evangelización (de ningún modo un “nuevo evangelio”).

* Esa Nueva Evangelización no parte de cero: cuenta con el depósito de la fe, cuenta con la experiencia misionera multisecular, y además, mira con atención las señales del postconcilio, incluyendo la progresiva esterilidad de las disidencias, sean de corte tradicionalista o progresista.

* Tal es el contexto del Año de la Fe, mucho más una tarea pendiente que una simple celebración o recuerdo.

Para que sirven los dogmas

Lo que sigue es mi comentario a esta entrada del blog Espada de doble filo de Bruno Moreno..


Brillante. Oportuno. No te digo más elogios para no tentar la vanidad, Bruno. Dios te bendiga.

Agrego algo: observemos cómo, detrás del desprecio al dogma cristiano y católico está también la desconexión entre verdad y libertad, o entre bien y verdad. El bien se ve como fruto del puro apetito, de la espontaneidad buenista, o de un consenso social que se asume… dogmáticamente. Lo “bueno” es, por dogma postmoderno, lo que la sociedad secularizada declare como tal.

Esa “bondad,” indigesta y de muchos modos contradictoria consigo misma, no resiste análisis. Se refugia es su dogmatismo intolerante, subjetivista, rabioso, arrogante. Esa pésima “bondad” sólo habla de Cristo para negarlo, desfigurarlo o blasfemar de su Iglesia.

De ahí la increíble capacidad de nuestra sociedad “racional” y “desarrollada” para detestar a un hombre como Benedicto XVI. El Papa que el Espíritu Santo nos ha dado es exactamente la peor noticia que podían recibir los que creen en el dogma buenista, ultrasecularizado y subjetivista. Pero también hoy Cristo cumple su promesa: “He orado por ti, Pedro, para que tú fe no desfallezca.”

Notas de la verdadera oracion

1. Queridos hermanos en el seno de la santa Iglesia, la cual surge, crece y llega a la plenitud, gracias a la oración de su Fundador Jesucristo, por medio de su Espíritu, en el corazón de la Virgen Santa, que es Madre de la Iglesia:

Orar es comunicarse, dialogar con Dios, para entrar en comunión con Él. “Es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (s. Juan Damasceno, CEC 2559). O como dice santa Teresa de Ávila: “la oración es hablar de amor con quien sabemos nos ama”.

Pero, ¿cuáles son los elementos básicos de la oración verdadera? Aquellos que no pueden faltar en la oración, pues de hacerlo, la oración se desvirtúa, o de plano se invalida o inutiliza. ¿Cuál es el ABC de la oración?

2. Santa Teresa y el Magisterio en el Catecismo nos dan los elementos:

Dice la santa en su libro Las Moradas, en moradas primeras, Cap. 1, 7: “La oración ha de ser con consideración; porque la que no advierte con quien habla, y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo oración”.

Dice el Catecismo (CEC): “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (CEC 2700). Y luego agrega: “Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana” (CEC 2562).

[Autor: Juan de Jesús y María.]