Separa unas veinte horas antes del 11 de Octubre

Con la gracia peculiar de tener sobre sí la preocupación por la Iglesia entera, el Papa Benedicto nos invita a todos al Año de la Fe, desde el 11 de Octubre de 2011 hasta el 24 de Noviembre del 2013. El motivo histórico son os 50 años de la sesión inaugural del Concilio Vaticano II invitado. El motivo pastoral es que la Iglesia entera necesita abrir con generoso amor la Puerta de la Fe, más y más, para vivir con mayor fuerza y proclamar con mayor gozo el Evangelio de salvación.

Si esta invitación te cautiva tanto como a mí, te tengo buenas noticias: en nuestra Casa para tu Fe Católica te esperan 20 horas intensas de formación en audio y video, especiales para este bendito Año de la Fe. Haz click en aquello que toque tu corazón:

  • Breve Curso sobre la Fe: un análisis y una serie de propuestas en torno al estado de la fe y de los creyentes a comienzos de este convulso siglo XXI. Predicado a las Dominicas de Lerma, España.
  • Hombres de Fe: mensajes francos, cargados de amor y lucidez, especialmente para seminaristas y sacerdotes. Predicado al clero de la Diócesis de Socorro y San Gil, en Colombia.
  • Ciencia de la Cruz: si hay algo que NO necesitamos es esa fe descafeinada, esa fe light que esquiva el tema central del Evangelio: la salvación por el amor extremo que llega hasta la Cruz. predicado en el Monasterio de San José y Santa Teresa, en la ciudad de Santa Fe, Argentina.

En el sufrimiento aprendemos a amar mejor

“La experiencia de nuestra culpa y de ser objeto de misericordia de Dios, transforma nuestro corazón hasta hacerlo semejante al de Él… así al dejarnos moldear por sus manos cuan noble arcilla, el Señor nos concederá el don de amar con el mismo amor con que Él nos ama, de este modo nuestros amores serán ofrendas permanentes al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo porque esa es nuestra vocación queridos míos, nuestra vocación es el amor y Dios es amor…”

amar mejor

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Naturaleza y fin de la comunidad politica

74. Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen la comunidad civil son conscientes de su propia insuficiencia para lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad de una comunidad más amplia, en la cual todos conjuguen a diario sus energías en orden a una mejor procuración del bien común. Por ello forman comunidad política según tipos institucionales varios. La comunidad política nace, pues, para buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y propia. El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección.

Pero son muchos y diferentes los hombres que se encuentran en una comunidad política, y pueden con todo derecho inclinarse hacia soluciones diferentes. A fin de que, por la pluralidad de pareceres, no perezca la comunidad política, es indispensable una autoridad que dirija la acción de todos hacia el bien común no mecánica o despóticamente, sino obrando principalmente como una fuerza moral, que se basa en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno.

Es, pues, evidente que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios, aun cuando la determinación del régimen político y la designación de los gobernantes se dejen a la libre designación de los ciudadanos.

Síguese también que el ejercicio de la autoridad política, así en la comunidad en cuanto tal como en las instituciones representativas, debe realizarse siempre dentro de los límites del orden moral para procurar el bien común -concebido dinámicamente- según el orden jurídico legítimamente establecido o por establecer. Es entonces cuando los ciudadanos están obligados en conciencia a obedecer. De todo lo cual se deducen la responsabilidad, la dignidad y la importancia de los gobernantes.

Pero cuando la autoridad pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica.

Las modalidades concretas por las que la comunidad política organiza su estructura fundamental y el equilibrio de los poderes públicos pueden ser diferentes, según el genio de cada pueblo y la marcha de su historia. Pero deben tender siempre a formar un tipo de hombre culto, pacífico y benévolo respecto de los demás para provecho de toda la familia humana.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 74]

Diario de la Divina Misericordia online

“Deseo leer este diario porque la vida de un santo o santa siempre nos muestra los caminos de como llegar a encontrarnos con Cristo. Por algo ahora se celebra el 2° domingo de Pascua. Y me interesa conocer esos caminos de espiritualidad a ver si yo también podré ver a Cristo cara a cara, es decir lograr mi salvación.”

diario divina misericrodia

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Un buen examen de conciencia

“Se trata de examinar nuestra conciencia en oración ante Dios, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, a partir de nuestra última confesión. Es paso necesario antes de hacer una buena confesión. Además es aconsejable hacer un examen del día antes de dormir…”

examen de conciencia

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Por que la Iglesia?

“Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo presente en medio de ellos» (Mt 28,30), ha dicho Jesús. Bossuet concluye: «la Iglesia es Jesús extendido y comunicado».

¿Cuántos de nuestros contemporáneos suscribírian este aserto? ¿No estamos viendo en estos días, por parte de algunos, un intento de enfrentar a Jesús con la Iglesia?

Sobre el episodio del camino de Damasco, San Pablo dirá más tarde: «yo perseguía a la Iglesia», pues Jesús le ha dicho: «¿por qué me persigues?» (Hch 9,4).

¿Cuál es el origen de la Iglesia?

La misión de Jesús no se agota en el anuncio del reino de Dios a sus contemporáneos. Él ha querido edificar una Iglesia que prosiga su misión a través de los siglos. No se trata de una sociedad anónima de ascensores individuales, que lleva a los hombres hacia Dios; se trata de un pueblo, de una comunidad, verdadera réplica –dentro de la historia humana– de la invisible comunión de las tres personas de la Santísima Trinidad; ésta es la comunión que es cauce, modelo y fin de la Iglesia. «Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, a fin de que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn17,21). Así la Iglesia universal se nos presenta como un «pueblo que consigue su unidad de la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo» (San Cipriano).

¿Para que sirve la Iglesia?

La Iglesia, esposa de Cristo, tiene la misión de servir al mundo, invitando a la humanidad a estos esponsales, para felicidad de los hombres y la gloria del Padre, dos realidades inseparables.

San Ireneo dice de manera breve y densa: «La gloria de Dios es el hombre viviente en Dios».

¿Es la Iglesia una democracia?

Comunidad espiritual, y cuerpo místico de Cristo, la Iglesia es regida en la corresponsabilidad y colegialidad de sus miembros. Pero ello no es óbice para que al mismo tiempo se trate de una institución jerárquica fundada por su Señor.

Desde el principio, Jesús escoge sus doce apóstoles para que le ayuden a realizar su obra, y de entre ellos da un lugar especial a Simón, al que cambiará el nombre por el de Pedro, para significar claramente que él es la roca sobre la que edificará su Iglesia.

Dando a esta institución una misión de alcance universal, Jesús le otorga una estructura de dimensiones históricas: «Id y enseñad a todas las naciones… Yo estoy con vosotros hasta el fín de los tiempos» (Mt 28,19-20).

De esta manera los ministerios o servicios que ejercen los sacerdotes, los obispos y el Papa están dentro de las enseñanzas del Evangelio. Su tarea es anunciar la buena nueva, dispensar los sacramentos y conducir al pueblo de Dios en su tránsito por la tierra.

¿Quién forma parte de la Iglesia?

La Iglesia puede ser comparada con un iceberg, signo visible de una realidad parcialmente invisible. La parte visible es la institución, la parte sumergida es el reino invisible, que necesariamente sobrepasa las fronteras sociológicas e históricas de la Iglesia; pero todo es una sola cosa. Y hay más, como dirá San Agustín: «No basta formar parte del cuerpo de la Iglesia para pertenecer a su corazón».

“Cristo sí, pero la Iglesia no”

Se objetarán, sin duda, las imperfecciones de que ha adolecido la Iglesia a lo largo de la historia, imperfecciones que la desfiguran y le impiden ser la pura transparencia del Dios Vivo.

Pero ya algunas parábolas de Jesús advertían de este drama, como la del trigo y la cizaña. Con todo, la historia nos enseña que la Iglesia encuentra en las situaciones de crisis los antídotos que le permiten recuperar la fidelidad a su vocación.

Tal es el milagro de la Iglesia que, después de veinte siglos, a pesar de sus debilidades, cumple y verifica experimentalmente la profecía de su fundador: «las potencias del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt 16,18).

En nuestros días, una Madre Teresa o el mismo Juan Pablo II son testimonios de la vitalidad de la Iglesia y de su fidelidad indefectible. Y con ellos las religiosas, sacerdotes, laicos, niños, jóvenes o adultos, que son entre nosotros signos vivientes de la Iglesia.

«Alabada sea la Madre sobre cuyas rodillas yo todo lo aprendí» (Claudel)

• «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18)

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.

La vida en el purgatorio

Me gusta este tema [del purgatorio] ya que voy a cumplir 76 años en Diciembre y se me esta acercando la hora de regresar a la casa del Padre. Mi pregunta seria es: si en el purgatorio uno es libre de des-hacer el mal acumulados del pecado cometido y decirle NO rotundo a lo que nos separa de Dios. En otras palabras, arrepentirse del mal que uno ha escogido y el bien descuidado. El purgatorio es un enigma para muchos; solamente la FE puede darnos alguna luz. – Humberto de Miami Beach, Fl.

* * *

Enseña Santo Tomás de Aquino que hay un acto de la voluntad que no es libre: uno no puede no querer el bien, incluso si ese bien lo busca bajo capa de cosas malas o perversas. Por afirmar el propio yo, satisfacer el ego, realizar una justicia mal entendida o buscar una forma de descanso existencial, se pueden cometer graves males, pero en cada caso hay un bien parcial, seguramente deformado, que se sigue deseando. Ese acto voluntario potentísimo no nos abandonará jamás: será la fuerza del amor de los santos en el cielo, el fuego de las almas en el purgatorio, y la tortura horrorosa de los condenados en el infierno.

Pero tu pregunta no se refiere a amar el bien, en general, sino a detestar actos malos específicos, o volverse hacia los bienes que fueron descuidados. Coinciden los santos en decir que el tiempo para esos actos concretos es esta vida y solamente esta vida. Este es el tiempo para dolernos del mal realizado y del bien omitido o aplazado.

Sin embargo, la unión de caridad que nos conecta unos con otros, unión que la Iglesia llama hermosamente “comunión de los santos” puede tener y tiene un lugar en lo que atañe al purgatorio, como tiene lugar en todo lo que relacione a unos cristianos con otros. No toca a los condenados porque precisamente su rechazo, que es su propia condena, es rechazo ante todo al amor divino, fuente de toda caridad y comunión. Pues bien, esa comunión de los santos es la que posibilita que los fieles en el purgatorio puedan ser ayudados por los sufragios y oraciones del resto de la Iglesia, y muy singularmente de los actos de generosa caridad de la Iglesia que peregrina. esa abundancia de nuestro amor indudablemente puede hacerles bien a quienes no anhelan otra cosa que unirse en visión de amor con Dios, aunque nada puedan hacer por sí mismos para apresurar ese momento.

Historia de Tres Fetos

“Entre muchas historias reales, queremos rescatar una que fue relatada hace unos días por el escritor Alfonso Ussía en el periódico La Razón. Es la historia de una madre que contra todos los obstáculos quiso tener a su hijo al que los ginecólogos llamaban “monstruo” y “deforme”, pero felizmente en el parto nacieron sus trillizos perfectamente sanos…”

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El Archivo Secreto del Vaticano

“Desmintamos el lugar común, la palabra ‘secreto’ en su nombre ha sido mantenida por los Papas como tradición pero quiere decir únicamente ‘privado’. No significa que sea inaccesible”

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