IX-C. Razones para la esperanza

322. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en vosotros, el que resucitó a Jesucristo de la muerte dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en vosotros. (Rm 8,11)

323. Ved qué grande amor nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios y lo somos. Por eso el mundo no nos reconoce, porque no lo reconoce a él. Queridos, ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Nos consta que, cuando aparezca, seremos semejantes a él y lo veremos como él es. (1 Jn 3,1-2)

324. El hombre tiene los días contados, mas los días de Israel no tienen número. (Sir 37,25)

325. El amor nunca acabará. Las profecías serán eliminadas, las lenguas cesarán, el conocimiento será eliminado. (1 Cor 13,8)

326. No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive; estuve muerto y ahora ves que estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y el abismo. (Ap 1,17-18)

327. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. (Hb 13,8)