¿Cuándo sucedió la efusión del Espíritu Santo?

El capitulo 20 del Evangelio según San Juan, nos dice que Jesús sopló sobre los apóstoles y en aquella ocasión les dijo que recibieran el Espíritu Santo, de hecho, ligó esa donación del Espíritu, esa efusión del Espíritu con el perdón de los pecados, porque fue ahí cuando les dijo: “A los que les perdonéis, los pecados les quedan perdonados”. Pero luego en el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles se cuenta que siendo la fiesta de Pentecostés, hubo una manifestación poderosa en forma de viento y luego unas llamas como de fuego y dice la Escritura que estos apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo.

Continuar leyendo “¿Cuándo sucedió la efusión del Espíritu Santo?”

Mensaje para el Nuevo Año

Amigos en la fe,

La vida, como un río, tiene momentos de transcurrir sosegado y tiene cascadas. Fluye a veces en el ritmo monótono de una rutina que incluso nos cansa; otras veces, se precipitan en rápida sucesión cambios o sorpresas que pueden alegrarnos o deprimirnos súbitamente.

Llegan de pronto otros tiempos en que las aguas se remansan. Algo adentro y algo afuera nos llama a reflexión. Es preciso hacer un alto y darnos tiempo para unas cuantas preguntas profundas. Son los momentos densos de nuestra existencia.

Me he preguntado a veces en qué consiste esa densidad o qué hace que ciertos días estemos más receptivos y más sensibles a los temas hondos de la vida. Creo que es algo que tiene que ver con el tiempo. Al fin y al cabo, como alguno dijo, todo lo que tenemos y lo único que tenemos es tiempo. Los hilos de nuestra temporalidad son los hilos mismos de nuestra vida. Y al fin y al cabo, ¿qué es vivir, sino ir trenzando con mayor o menor acierto esos tres hilos que se llaman presente, pasado y futuro?

Imaginemos un día sin pasado. Es como imaginar a una persona que un día despierta sin saber quién es, ni qué responsabilidades tiene ni de qué derechos goza. ¿Qué día esperaría a una persona así, qué podría tejer?

Imaginemos un día sin futuro. ¡Vaya pesadilla! Lamentablemente es algo que muchos de nuestros contemporáneos conocen: NO-FUTURO. Tal es el nombre de la falta absoluta de esperanza. Y bien sabemos, con dolor, que quien pierde un horizonte y una razón en su futuro, pierde también toda capacidad de actuar en su día presente.

¿Y es posible imaginar un día sin presente? Aunque parezca extraño, yo creo que sí es posible. Es sencillamente la experiencia de la muerte. A la hora de nuestra partida, ¿qué tendremos? Un pasado: lo vivido. Un futuro: el más allá. Ya no habrá más tiempo para cambiar nada. El presente se habrá reducido a un punto, una línea que no podemos controlar, una puerta en que no somos jueces sino más bien juzgados.

Nuestros tres hilos tienen distintos colores y distintas melodías. Cada día hacemos una canción cuando vivimos; hemos pintado un cuadro cada día, cuando volvemos al descanso del lecho apetecido. A veces nuestra canción es disonante o nuestro cuadro es horroroso. Hay días que no quisiéramos que se contaran en nuestra cuenta. Otras veces la música es grata y el cuadro hermoso.

Hay momentos en que necesitamos ver qué estamos pintando y oír qué es lo que cantan nuestros pasos en su trasegar fatigoso y acelerado. Esos son los momentos densos, y probablemente, al llegar al umbral de un año nuevo, nuestros hilos brillan con peculiar nitidez y por eso sentimos que tenemos que revisar qué hemos hecho, qué estamos haciendo y qué tenemos que hacer.

En estos momentos, amigos, lo que yo pido al Cielo es que nos regale luz. Nuestros hilos no vienen de la nada, sino de Dios, que “nos amó primero,” como enseña San Juan. Y por eso nuestro pasado estará claro y a salvo sólo en sus manos. Nuestros hilos no van hacia el abismo, sino hacia Dios, que “prepara casa a los desprotegidos,” como canta el salmo. Sólo en la luz divina encontramos paz con lo que hemos sido y serena esperanza sobre lo que podemos ser. Sólo en esa luz descubrimos cuántas de nuestras tragedias eran en realidad oportunidades y sólo en ella aprendemos a agradecer nuestros bienes en Aquel que es la Fuente de todo bien.

Por mérito de la plegaria eficaz de la Santa Madre de Dios, cuya fiesta inaugura el nuevo año, venga sobre la Tierra un diluvio de nueva luz y de gracia, para que, valorando nuestro tiempo según la sabiduría de lo Alto, hacia la altura se orienten nuestros sueños y también nuestros pasos.

¡Feliz Año para todos!

Fr. Nelson Medina, O.P.

El teléfono Celular, Cada Vez más Protagonista en el Universo del Terror.

Además de comunicar, pueden ser convertidos en bombas potentes.

Hinde Pomeraniec

Lo llamaban “el Ingeniero”, por su habilidad para construir bombas en miniatura, perfectas, letales, imperceptibles. En Israel lo buscaban por creerlo culpable de la muerte de entre 100 y 130 israelíes. En una mañana de enero de 1996, el palestino Yeyah Ayash quiso hacer un llamado desde Gaza y tomó el teléfono que alguien, gentilmente, le había prestado. Sus conocimientos no le alcanzaron para advertir que los servicios secretos israelíes le habían tendido una trampa explosiva y mortal. “El Ingeniero” voló en pedazos.

El mismo año, los rusos asestaron un golpe mortal al general checheno Dzhokhan Dudayev, quien había proclamado unilateralmente la independencia de Chechenia en 1991. Los rusos detectaron a través de un satélite el celular de Dudayev y fue así que dos misiles rusos destruyeron su cuartel.

Desde entonces, los teléfonos celulares fueron ganando escena en el mercado del terror. Hoy sirven para matar, para advertir y amenazar. Son elementos útiles para espiar y, desde hace muy poco y cada vez más, también para dejar registrada cualquier escena en fotos. En los últimos años, los teléfonos móviles se convirtieron en un arma exquisita del terrorismo, aunque siguen siendo también el vehículo más eficaz e instantáneo para comunicar a las personas, capaz de llevar alivio o dolor a las familias durante una tragedia.(Ver Los llamados…)

En Madrid, los celulares también fueron protagonistas. Según las autoridades españolas, un móvil fue encontrado en el tren en el que estallaron dos de las bombas en la estación de El Pozo, donde murieron 62 personas. Estaba dentro de una mochila, junto a explosivos con un detonador y una carga de metralla (clavos), para reforzar la explosión. El celular había sido usado como temporizador en el ataque.

No es la primera vez que los terroristas apelan a este recurso, dejando atrás viejos instrumentos como un receptor de infrarrojos similar a los de las puertas de los garajes. Ya en 2001, fuentes antiterroristas españolas confirmaron que ETA utilizó uno en el ataque a un cuartel en Guipúzcoa.

P

ara los especialistas, habilitar un celular como arma mortal es económico y sencillo y además permite activarla desde cualquier lugar. El celular actúa cuando recibe una llamada o se activa su alarma. El impulso eléctrico viaja por el cable hasta el detonador, que, al recibir la descarga eléctrica, activa el explosivo.

La era de la inseguridad global habilita negocios criminales formidables. Para quienes no disponen de la “habilidad” necesaria, hay sitios de Internet que venden por 150 dólares un celular con detonador o una bomba electrónica en un celular por un precio que varía entre US$ 50 y US$ 500. También es cierto que, en forma simultánea con el crecimiento de esta fórmula del terror, por 1.300 euros ya se consiguen inhibidores de telefonía móvil que por medio de ondas de radio de baja potencia, delimitan zonas sin cobertura. Estos aparatos no sólo les sirve a los cines, teatros y auditorios para que nadie perturbe las funciones: también evita que se activen bombas.

La inteligencia alrededor del uso terrorista o militar de los celulares va en aumento, en la misma proporción que crece la amenaza. Se sabe, por ejemplo, que el líder del operativo que terminó con la vida de “El Ingeniero” se convirtió en el CEO de la principal compañía israelí de telefonía móvil.

Pero los servicios también cometen errores, cuyos alcances se desconocen. Recientemente trascendió que al jefe del Mossad, los servicios secretos israelíes, le robaron el celular que dejó olvidado en su auto. Lo que el general Meir Dagan aún no sabe es si los ladrones ya encontraron la lista completa con los números de sus espías.