La Presencia que Encanta

Te has hecho alguna vez las siguientes preguntas:

¿Qué significa para ti el arreglo personal?
¿Para quiénes te vistes?
¿Consideras que el vestirse es un verdadero arte?
¿Naces elegante o aprendes a serlo?
¿Qué significa la moda para ti?
¿Qué es para ti el pudor?
Y…

¿Qué me dices de la forma en que te maquillas?
Lo haces para cubrir lo que no te gusta o para destacar lo mejor de tu belleza?
Reflexiona por un momento en torno a estas preguntas.

Una Cualidad Innata

Nosotras las mujeres tenemos una cualidad innata, la que afirma una forma de ser; la que habla sobre nuestra interioridad y anuncia cuanto nos importa, esto ó aquello: somos detallistas y nos fijamos en los detalles.
Cuando miramos, no lo hacemos como el hombre, que mira, pero no procesa todo lo que nosotras como mujeres recordamos fácilmente.

Por ejemplo: observamos la caída y textura de un vestido; la belleza de un peinado; el buen gusto en el maquillaje o su uso en exceso.

Es muy difícil que pasemos por alto el acento que complementa todo el conjunto, los accesorios.
Por todo lo anterior: así como miramos a otros, se nos es mirado y juzgado.

Ama de casa, profesional, soltera, casada, viuda, incluso religiosa, la forma en que te presentas a los demás, el esmero que pones en tu arreglo personal le dice a los demás: esta soy yo.

El Vestido y Yo

No hay duda que la creatividad de una mujer se despliega a la hora de prolongar su belleza.
La moda, es un invento femenino, y las grandes industrias existen gracias a la feminidad de la mujer.

Pero debemos aprender que el vestido es un aliado y complemento para saber llevar nuestra belleza.
Y que arreglo personal no significa moda, sino más bien decoro y señorío.

“Cuando el hombre se viste, cubre su cuerpo; cuando la mujer lo hace, descubre su alma”.
Sobre todo, hoy que todo es tan moderno, debemos prestar especial atención a la hora de elegir lo que realmente va a acentuar y hacer resplandecer nuestra belleza.

Si somos madres, es a través del ejemplo que demos a nuestras hijas como ellas se formaran el concepto de lo que es el pudor y la influencia de la moda.

La Mujer Elegante

La mujer elegante sobre todo es pudorosa. El pudor es la tendencia natural a la reserva de lo íntimo.
Allí donde hay intimidad brota el pudor. La intimidad, de por sí se recata, se reserva, se oculta en su propio misterio, consciente del alto valor que posee.

Porque estoy convencida como mujer de esto, es que sí me importa el largo que tenga mi falda; la forma en que desnudo o cubro mis hombros y el detalle al usar ropa que no ajuste de manera excesiva las formas de mi cuerpo. Por esto es, que a la hora de ir en la búsqueda de un estilo personal, que sólo puede manifestarse con el tiempo, es importante que nos preguntemos:

¿En qué creo?

¿Qué relación hay entre lo que yo creo y me pongo?
¿Existe coherencia entre lo que digo y proyecto a la hora de vestirme?
Si por primera vez se presentará inesperadamente ante mí un personaje al que admiro, ¿me sentiría orgullosa de la impresión que le di?

El magnetismo que surge del buen gusto de una mujer que sabe elegir las prendas de su guardarropa es impresionante. Lo es, porque el vestido, simplemente es como una segunda piel que prolonga la belleza de su alma y la solidez de sus valores y creencias.

El Mensaje de Madonna

Por qué este texto:

Madonna ha causado un impacto inmenso a lo largo de su carrera como cantante y actriz. Muchos católicos sentimos tristeza por el género de ejemplo que ella presenta y por sus actitudes blasfemas. La pregunta es: ¿qué valores mueven a esta mujer y qué ofrece ella?

Encontré no hace mucho un programa de televisión sobre su estilo de trabajo. Un programa sin escenas explícitamente lascivas, porque estaba dedicado a engrandecer la figura de la “Estrella del Pop”.

Mi primer impulso fue despedirme del televisor, pero luego pensé el programa no era abiertamente obsceno, y que no era mala idea conocer en qué apoya su vida una persona que es modelo e ideal de realización humana para millones y millones de personas.

Las palabras que siguen, pues, son textuales o casi textuales. Y cumplen su propósito: ayudarnos a ver qué sirve de base a una vida que marca tantas vidas.

Saque cada uno sus conclusiones.

Declaraciones:
o Odio a los que odian.
o Me gusta que me adoren.
o No soy la mejor cantante ni la mejor bailarina, pero logro lo que quiero con ellos [el público].
o Puedo lo que puede mi dinero: soy rica.
o Trato de seguir adelante con todo, y que todo siga su camino.
o El que no tiene implantes no es humano.

Credo:
o Tu familia son tus amigos.
o Harás todo lo que tú quieras.
o No dudes.

Dicen sobre ella sus colaboradores:
o Es impaciente; simplemente quiere que todo sea perfecto.
o Sabe defenderse tras varias capas, porque ha aprendido que nadie se acerca sin un interés.
o Tarda mucho, o nunca confía en nadie.

Por: Fr. Nelson Medina, O.P.

Las Drogas Legales Causan 30 Veces más Muertes que las Prohibidas

Un informe de la OMS revela que el tabaco y el alcohol causan el 12 por ciento de los fallecimientos. Las ilegales, el 0,4.

Alrededor de 205 millones de personas de todo el mundo consumen algún tipo de droga ilegal, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado días atrás. Pero su efecto en las condiciones de salud, reflejadas tanto en mortalidad como en años de vida perdida por incapacidad, es mucho menor que el de las sustancias legales: tabaco y alcohol. De acuerdo con el trabajo Neurociencia del uso y abuso de las sustancias psicoactivas, un 12 por ciento de los fallecimientos que suceden cada año se debe a las drogas autorizadas (el 8,8 por ciento al tabaco y el 3,2 por ciento al alcohol), frente a un 0,4 por ciento debido a las sustancias ilegales: cannabis, anfetaminas (incluido el éxtasis), cocaína y opioides.

El impacto del tabaco es mayor entre los hombres y las mujeres de los países más ricos (causa el 26,3 por ciento y el 9,3 por ciento de las muertes, respectivamente). En los llamados países en desarrollo de baja mortalidad (el este de Europa y la mayoría de Sudamérica y los tigres del sudeste asiático), este porcentaje es del 12,2 por ciento para hombres y del 2,9 entre las mujeres. En los más pobres, las tasas son del 7,5 y el 1,5 por ciento, respectivamente.
Respecto a la pérdida de años de vida y discapacidad, el tabaco ocupa el cuarto lugar del mundo, seguido del alcohol, que es el quinto. Las dos drogas legales producen una pérdida del 8,1 por ciento de años; las sustancias ilegales, la décima parte (0,8 por ciento).

Según los niveles de desarrollo, el efecto en años de vida perdidos también es mayor en los países ricos (un 17,1 por ciento entre los hombres y un 6,2 entre las mujeres). El informe destaca que entre los varones de los países más desarrollados, las drogas ilegales son causa del 2,3 por ciento de las discapacidades, una tasa superior al efecto de las drogas legales en las mujeres de los países en desarrollo, tanto las de países con baja mortalidad (un 1,3 por ciento debido al tabaco y un 2 por ciento al alcohol) como en los más pobres (el 0,6 y el 0,5 por ciento para cada una de las dos sustancias legales).

El estudio, aparte de recoger los datos estadísticos, señala que “la dependencia de una sustancia es un trastorno mental similar al de cualquier otra enfermedad neurológica o psiquiátrica”, y que, por lo tanto, debe ser tratable farmacológicamente.

Esta conclusión se basa en el desarrollo de nuevas técnicas médicas de imagen, como la resonancia magnética del cerebro, que permite observar los cambios en el organismo y, sobre todo, el funcionamiento de los llamados neurotransmisores (las moléculas que llevan los impulsos entre las neuronas).

La OMS establece una serie de criterios para determinar que existe adicción. Según el informe, deben darse al menos tres de los siguientes criterios para que se dé esa dependencia:

– Deseo. Que exista un fuerte deseo (o deseo compulsivo) de tomar esas sustancias.
– Control. Que haya dificultades en controlar o limitar los niveles o el tiempo de consumo.
– Efectos. Que haya efectos destacados cuando se elimina el consumo, como que aparezca alguna forma del llamado síndrome de abstinencia, o que se recurra a otra sustancia similar para evitarlo.
– Dosis. Que aparezca tolerancia, esto es, que el adicto necesite dosis mayores para conseguir los mismos efectos.
– Obsesión. Que se vayan abandonando progresivamente el resto de los placeres o intereses y se dedique cada vez más tiempo en conseguir las drogas (sean éstas legales o no).
– Reincidencia. Continuar con el consumo a pesar de que aparezcan evidencias claras de su efecto dañino en el hígado en el caso de bebedores, o si aparecen síntomas de depresión o problemas mentales.

Por Emilio de Benito *
Desde Madrid