Puestos en la presencia
del Dios Altísimo,
queremos anunciar tus grandezas,
Hermosa Reina del Cielo,
queremos contarte nuestro amor
y ofrecerte nuestros corazones.
Delante de Aquel
que en ti hizo maravillas,
queremos llamarte Bienaventurada,
queremos felicitarte
y alegrarnos contigo.
¿Qué palabras, María, serán suficientes
para proclamar que Dios tomó por Madre
a una creatura?
Tu misterio, Virgen Santa,
nos excede, nos colma y sobrepasa,
nos empuja a mirar al infinito amor
del Señor de la misericordia.