Morir a solas en el Paraíso

“¿El carro o la vida?” Esa fue la pregunta que me hice el día en que me atracaron con intención de robarme el auto que conducía. Así sucedía en las calles de Bogotá hace cosa de unos pocos años. La pregunta vuelve en una dimensión completamente distinta cuando leo que Eduardo Febbro escribe desde París: “los europeos parecen conducir mejor sus autos que sus propias vidas.”

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