¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (2a. parte)

El problema del análisis marxista

Yo quiero decir, para evitar malos entendidos, que considero perfectamente razonables y justificados los reparos del Magisterio. El recurso al análisis marxista como lectura prácticamente única de la sociedad condujo a que se considerara que lo único “real” era lo que podía aparecer en estadísticas, ser medido a través de indicadores económicos y ser evaluado por expertos en sociología. Si esto no parece todavía demasiado artificial frente a los textos de la Escritura, pensemos en lo que es introducir términos como “concientizar” u “organizar” a los pobres.

No faltaron, en efecto, liberacionistas que consideraran que su fidelidad al evangelio era lograr que los pobres fueran “sujetos” de su propia historia. Con fundamento en qué testimonio de los apóstoles, todavía no se sabe. El “agente de pastoral,” según esta visión, sería una especie de “facilitador” para que el pueblo sea protagonista de su transformación y en realidad de su misma “liberación.” Es decir, pelagianismo colectivo a la orden del día.

Uno se pregunta cómo se puede hacer tan completamente a un lado la Biblia. La respuesta es que este método marxista de lectura de la “realidad” se apoya en una lectura de tipo “liberal” de los textos bíblicos. Según esta postura, la Iglesia sería el resultado de lo que sucedió cuando se “reinterpretó” la vida de Cristo en el seno de la comunidad post-pascual.