¿Cómo volverá Cristo a Europa? (2a. parte)

El Islam a las Puertas

Yo me acuerdo de un libro de Vittorio Messori en que se pregunta por el papel de Islam en la historia; algo así como �¿por qué Dios permitió que existiera el Islam?� Y su respuesta, dicha de modo simplísimo, es: a modo de acicate, de desafío. Hay mucho que criticar a Messori, pero quizá los hechos le estén dando la razón, después de todo.

Frente a una amenaza musulmana compacta y vigorosa, Europa no puede negar estas tres cosas:

(1) Hay una motivación religiosa detrás de los ataques de Al Qaeda, y los cargos de que se imputa a Europa son, ante todo, su cristianismo, así la misma Europa pretenda verse y presentarse como imparcial y aséptica a lo religioso.

(2) El arrojo de los atacantes, que es fácil calificar de demencia o de fanatismo, tiene también un motivo religioso. Es gente que está dispuesta a morir por algo. Europa carece de ese caudal de locura o de amor, según se mire. En todo caso, la Historia muestra que, sin la capacidad de morir por lo que uno cree, uno se vuelve cobarde, y las guerras las pierden los cobardes.

(3) En el supuesto de un cese de hostilidades del lado musulmán, ¿qué queda en Europa? ¿No es el asco, no es el hastío, no son el egoísmo refinado y la soledad más yerta quienes parecen extenderse por doquier? ¿Es entonces tan sencillo decir que del Mediterráneo hacia abajo empiezan la barbarie y el fanatismo y que de esa frontera hacia arriba están la racionalidad y le paraíso?

Todo eso no significa que Europa vaya a buscar los templos y se apreste a oír a los predicadores cristianos. Yo no esperaría jornadas intensas de confesiones ni largas vigilias ante el Santísimo, aunque quizá ello sería lo más sano y saludable para todos. Simplemente anoto que la amenaza musulmana probablemente terminará reviviendo las preguntas, las preguntas hondas sobre el sentido de la vida y el modelo de la sociedad. Y es un favor que habrá que agradecer a los devotos de Alá, porque revivir las preguntas es no dar por hechas las respuestas. Y el hecho parece ser que una sociedad tecnológicamente avanzada y económicamente exitosa termina durmiendo sobre sus éxitos, a precio de silenciar las cuestiones hondas y vitales.

(continuará…)