QUINTA CARTA A KEJARITOMENE

Queridos hermanos,

Se aproximan ya los días que con toda razón llamamos �santos.� ¡Cuánto me alegra compartir con ustedes por un momento los sentimientos que me invaden, recordando tantas experiencias de fe en Colombia y a la vez teniendo ya en frente mi primera Semana Santa en Irlanda!

Chiquinquirá, Barranquilla, Ocaña, Medellín, Villavicencio, Campodós, y desde luego, en Bogotá, nuestro Convento de Santo Domingo y el Monasterio de Santa Inés son algunos de los lugares que de inmediato me vienen a la memoria. Creo que tres imágenes, sobre todo, me llegan con fuerza: el sagrario, con la reserva eucarística, el Jueves Santo; la cruz, desnuda, poderosa e impotente a la vez, frente al que todo lo que puede; y luego, el sepulcro, cargado de silencio y de todas nuestras culpas, bien grabadas en la carne del Hijo de Dios.

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