Nosotros, los que venimos de fuera, los outsiders fácilmente nos sentimos amenazados por fuera y por dentro.
Por fuera, en la medida en que te encuentras en un mundo de inseguridades y seguramente en una lengua que no es la tuya. Todo tienes que aprenderlo, y aprenderlo rápido. Muchas veces piensas que vas a decir lo que no conviene, o que no vas a entender lo que te indican o te piden, o que algo que no conoces o no podrás superar te acecha. Se ha hablado por eso del “stress” del recién llegado (y yo un poco lo conozco, créanme…)
Por dentro, en cambio, nos amenazan nuestras inseguridades, la calidad borrosa de nuestras metas, los afectos que se van disolviendo en brumas de olvido, la fe que trata de patinar y escabullirse a veces…